miércoles, 8 de diciembre de 2021

EL PRIMER TETRARCA. Reseña de Begoña Vidal

 



Tras veinte años de relativa paz, el emperador Diocleciano se retira por propia decisión a su palacio de Spalatum, dejando el poder en manos de su heredero, Galerio. Es entonces cuando en la otra parte del Imperio, surge otro gran líder, Constantino, primogénito del augusto Constancio, que tendrá que luchar para seguir los pasos de su amado padre y ser aceptado como miembro de la familia imperial.


Gregorio Muelas, autor del libro, propone un apasionante viaje hacia la antigua Roma, un viaje que lleva al lector a visualizar y contemplar con asombro los pasajes donde se desarrolla una interesante y didáctica trama. Con una prosa impecable, la novela está narrada en primera persona, siendo Firminiano (alter ego del autor), el personaje encargado de ser su propia voz narrativa y de las memorias de Diocleciano y Constantino, dos de los grandes protagonistas de esta historia. La estructura de la obra es compleja pero no por ello menos atractiva, puesto que el autor no duda en utilizar los recursos literarios que tiene a su alcance para conducir al lector al punto que desea.


En cuanto a los personajes: Galerio, Constantino, Diocleciano, Maximiano, Licinio, Majencio, Fausta, Minervina… todos están perfectamente descritos físicamente y emocionalmente, en algunos casos gracias a la correspondencia que mantienen entre ellos, mostrando así su lado más humano; unos personajes que calan hondo y que dejan la sensación de querer saber más sobre sus sentimientos.


«Una noche, a mitad de trayecto, mi padre se encontraba en la proa observando con estupor las estrellas. No era la primera vez que se veía obligado a contemplarlas en mitad de la mar, pero tal vez intuía que sería la última. De espaldas, su capa ondeaba contra la brisa dándole ese aire de grandeza que yo siempre había admirado»


El primer tetrarca es una novela de ficción histórica que nos muestra una época bastante desconocida de la historia de Roma, donde la paz dependerá de la unidad del Imperio y donde las traiciones, alianzas, batallas, luchas de poder, sacrificios y encomiendas a los dioses, harán grandes a unos hombres y empequeñecerán a otros. Un mundo pasado que en algún momento nos puede recordar al presente, porque tal vez nuestra sociedad, salvando las distancias, no sea tan diferente…


El primer tetrarca es, pues, un libro que emociona por su gran calidad literaria, en el que se aprecia todo el esfuerzo, dedicación y trabajo de documentación de un autor que ha sabido plasmar página a página, con la belleza del lirismo de sus palabras, paisajes, ambiente, vestuario y personas.


Un autor cuyo propósito es: “hacer hablar a las estatuas y convertir la piedra en carne y hueso”.


Ciertamente lo ha conseguido…


«Apenas se había dejado sentir el claror de las primeras luces del alba rebotando en las brillantes aguas de aquel mar, que como un bosque de olas oscilaba entre el azul cobalto y el verde oliva, cuando la panzuda embarcación empezó a vislumbrar en el horizonte, ajado de sombras, las cónicas torres del palacio imperial.»