lunes, 22 de mayo de 2023

Humo de té. Verónica Aranda

 



Humo de té

Verónica Aranda

Ediciones de la Excma. Diputación de Soria, 2021


Humo de té es la nueva entrega lírica de Verónica Aranda, el libro, merecedor del prestigioso Premio Leonor de Poesía en su XXXIX edición, ve la luz de la mano del Departamento de Cultura de la Excma. Diputación de Soria, entidad convocante y editora. La poeta madrileña nos ofrece un libro maduro, escrito con el aroma y el sabor característico de esta popular infusión.


La autora no podía haber elegido mejor las citas que lo encabezan, un haiku de Nishiguchi Sachiko, y un senryu de Luis Yuseff, que inciden en la ceremonia del té. La estructura también parece hacer hincapié en esta forma ritual, siendo cuatro las partes en las que se divide el poemario: “Rituales”, “Distancia y deseo”, “Bodegones” y “Postales de la aldea flotante”.


En “Rituales”, Verónica Aranda agrupa aquellos poemas donde la naturaleza adquiere un mayor protagonismo, donde la actividad humana, transida por ella, solo se comprende a través de su significado. Son como estampas, instantes eternizados por la mirada contemplativa de quien asiste al asombro de un modo de vida distinto al occidental, que se percibe en los gestos, en la serena quietud de los actos, donde los olores, la fauna y la vegetación interactúan con estos. Hay versos de belleza hipnótica, de fluido ritmo imparisílabo: “En la palabra no / hay un reloj de arena que traspaso / para ir a tu encuentro”; o “La imprecación de los mendigos / es un canto intramuros”.


En “Distancia y deseo”, Verónica Aranda reúne las composiciones más breves, impresiones de un lirismo exótico, donde en apenas diez versos consigue captar la esencia de un mundo que parece caminar a un ritmo distinto, más pausado, “la distancia o el tiempo”, dirá la autora al comienzo de “Samovar”, poema que inaugura esta sección. La sensualidad también está muy presente en estas composiciones, donde el “deseo era elocuencia” y donde la protagonista es la mujer viajera que “tiene en su pasaporte / algunos sellos de países / que cambiaron de nombre, más de una tachadura”, y a la que siempre acompaña una taza de té, que se oxida o se enfría mientras espera a alguien.


En la tercera parte, “Bodegones”, Verónica Aranda reúne once poemas que tienen en común este tipo de pintura, desde aquellos en los que se inspira, como el cuadro clásico de Jean-Baptiste-Siméon Chardin, “Bodegón con gato y pescado”; el de Luis Egidio Meléndez, “Bodegón con madroños”; o un lienzo de Mark Rothko; hasta las naturalezas muertas verbales, aquellas en las que la poeta fija un tiempo que se desvanece, es aquí donde alcanza verdaderas cotas líricas, véase este “Bodegón póstumo”, que clausura esta sección, por otra parte la más culturalista: “En el jarrón del poeta que se fue / maduró un limonero. / En disco de pizarra / sonaba Turandot.”


En “Postales de la aldea flotante”, Verónica Aranda nos regala trece bellísimas estampas de Indochina, donde recrea un paisaje que nos recuerda a los fotogramas de las películas del cineasta vietnamita Tran Anh Hung y a algunas páginas de la escritora francesa Marguerite Duras, he aquí, pues, un mundo flotante, donde la quietud y el silencio, “tiempo líquido”, son sus señas de identidad: “Hay existencias novelescas / y días empleados en la contemplación, / tan envolventes como un mito / de dragones de jade”. El río Mekong, las barcas de bambú, el color verde que impera por doquier transmiten una calma y serenidad en estado puro, elementos necesarios para alcanzar la trascendencia.


En conclusión, Verónica Aranda nos entrega una colección de sensaciones, con la elegancia de un estilo traspasado de sol, con la sencillez de la arcilla fresca, y contenida emoción, un libro de poemas hilados, el diario íntimo de un “verano-rueca” inolvidable.


Gregorio Muelas Bermúdez


Besar la pólvora. Farah Hallal

 



Besar la pólvora
Farah Hallal
Isla Negra Editores, 2022


Besar la pólvora, con este paradójico título nos presenta Farah Hallal su nuevo poemario, que ve la luz en la prestigiosa colección “Filo de juego” de Isla Negra Editores, regentado por el poeta Carlos Roberto Gómez Beras, que celebra ahora el treinta aniversario de la entidad, un periodo durante el cual ha desarrollado una prolífica actividad que la ha convertido en la principal editorial del Caribe.


La poeta dominicana abre el libro con una significativa cita de Louise Glück donde la Premio Nobel de Literatura habla de la familia y en particular de la madre, una institución y una figura que se van a revelar trascendentales a lo largo del poemario que nos ocupa, una colección de veintiséis poemas sin división interna en partes donde cada poema se engarza como las cuentas de un collar, revelando una gran unidad temática, que se articula en torno a dos temas claves: la infancia y la memoria.


La madre será la protagonista del poema que inicia el libro, “Tocar el plomo”, una bellísima composición, cargada de una gran emotividad donde Farah Hallal nos describe a la madre antes de la llegada de la autora al mundo, así comienza:


Descalza de mundo en su odisea

y sin bono para curar el miedo

bajó de la loma en los cincuenta.


En el siguiente poema, “Doctrina de barrio”, la poeta recuerda un episodio traumático de su infancia o la de el Mago, a quien dedica el poemario, cuando desde la cuna escuchaba a los vecinos increparles al grito de “¡comunistas!” mientras tiraban piedras a la casa. Son los años de la Banda Colorá, como se conocía al Frente Democrático Anticomunista y Antiterrorista, un periodo de espanto y terror sembrado por este grupo criminal, que no dudaba en registrar las casas buscando pruebas de la supuesta adhesión política. Farah Hallal describe la vida de su barrio en aquella época como de “doctrinas perdidas y balas encontradas”, y culmina con estos tres versos demoledores:


se puede odiar en todos los idiomas,

pero es penoso acabar odiando

en el único lenguaje de tu infancia.


Este poema guarda una relación directa con el siguiente, “Nana de rojos”, donde la autora analiza el sinsentido de las acciones terroristas de este grupo armado, desde su denominación pues adoptaban el color que pretendían erradicar, hasta el hecho de tintar de rojo los chupetes de los hijos de las personas que perseguían.


La infancia domina estas primeras composiciones, donde Farah Hallal traza paralelismos entre la sutura de la cabeza y la de la memoria, entre el ojo de la Gioconda y el de la madre, con la violencia de la Banda Colorá como telón de fondo. Así en el poema “Relatoría”, la autora enumera las veces que murió el viejo: en el 67, en el 70, en el 73 y en el 75; “Mala cosa si aprendes / a contar la sangre por unidad”, dirá al principio, y “Resulta que lo asesinaban por deporte / como si nadie le esperara en casa”, escribirá hacia el final.


Pero hay un poema, “Volver”, que se erige en verdadero paradigma:


Nadie sabe en qué momento

abandonará su infancia

ni por qué acabamos

siempre regresando

al hueco inmóvil de la memoria.


A partir de esta composición los poemas se adelgazan y algunos se visten de ternura, como cuando recuerda el regazo de la madre cada vez que olía a nicotina; otros se tornan más oscuros, más herméticos, y apuntan sucesos y anécdotas, como el día en que su madre rompió la mecedora.


Un aspecto a destacar de la poética de Farah Hallal es su vocación de denuncia, de una época, la de su infancia y juventud, una época, la del presidente Joaquín Balaguer, en la que la Policía “te subían al camión sentenciado / y tu madre se arrodillaba intuyendo / que te abrazaría otra vez, ya bajo tierra”. Pero la poética de Hallal también tiene una vertiente metafísica, en muchos poemas se trasluce una preocupación por la muerte, por una existencia capaz de trascender sus límites. Tampoco está exenta de cierto componente culturalista, palpable en las alusiones a grandes músicos, como Mahler y Vivaldi, filósofos como Nietszche, y clásicos de nuestra literatura, como El Quijote o El Lazarillo.


En los poemas “Desarmado”, “Afición” y “Fraternidad”, Farah Hallal parece hablarnos del destino de el Mago, verdadero protagonista de un poemario que desde su mismo título nos presenta la dicotomía de la vida, que se tensa entre dos extremos: el amor o eros, y la muerte o thanatos. Sorprenden y angustian los tres últimos versos de “Fraternidad”:


Me desangré en la casa de al lado, sol a tope

donde tú misma sembraste algunas flores

y mandabas pastel de fresa los domingos.


En los tres últimos poemas predomina un tono sombrío, donde la figura de la Madre vuelve a ser protagónica, con una conclusión demoledora:


Madre,

¿será que fuimos más felices,

de lo que somos capaces de recordar?


En definitiva, en Besar la pólvora Farah Hallal nos entrega una poesía en estado puro, donde el fondo, de una crudeza casi hiperrealista, se antepone a la forma pero de una unicidad digna de encomio, he aquí el recuento lírico de una vida que nos invita a reflexionar sobre el sentido de la existencia.


Gregorio Muelas Bermúdez



domingo, 7 de mayo de 2023

En cuerpo y calma. José Manuel López Sansano

 



En cuerpo y calma
José Manuel López Sansano
NPQ Editores, 2023


En cuerpo y calma, con este sugerente título nos presenta José Manuel López Sansano su ópera prima, y lo hace con una voz clara, diáfana, casi prístina, una voz que se suma a la nómina lírica de la ciudad del Turia, prolífica en poetas de talla nacional, de una manera sosegada, como la sensación que transmiten estas cuarenta y dos composiciones donde el aedo nacido en la célebre Finca Roja, obra maestra del racionalismo arquitectónico valenciano, recoge  pensamientos, reflexiones, en definitiva, canciones, como al autor le gusta denominarlas, en un verso libre, de una vivificante agilidad, donde se afirma su voluntad de comunicar un modo de concebir la poesía como sentimiento básico de la vida, esto es, como una manera de aprehender la ruda realidad y su inherente complejidad para hacerla más asumible, más tolerable, en aquello que más importa: lo emocional. Este soñador con los pies en el suelo, como él mismo se define en la presentación del libro, nos entrega su dicción decantada, de una forma sencilla: cuartetos rimados, mayoritariamente, en los que el poeta irá desgranando los temas que más le obsesionan.


Por lo que toca a la estructura, López Sansano ha optado por agrupar sus poemas en cinco apartados de extensión parecida, con rótulos que demuestran su gusto por los juegos de palabras: “A un cuerpo”, “Mientras el cuerpo aguante”, “Llega la calma”, “Calma mi alma” y “A todo cuerpo y mucha alma”; precedidos por un poema-prefacio que con el significativo título “Mensaje de verdad” se erige en tesis del libro, así reza en la última estrofa: “es mejor tender la mano / que sentarse en el olvido”. Tender la mano, esa es la verdadera intención de López Sansano, el principio que anima sus poemas, es por ello que el autor opta por ofrecer sus composiciones de manera clara, directa, haciendo volar a sus versos lejos del consabido hermetismo, libres de toda retórica oscurantista. Precisamente será esta forma de comunicar su mensaje, a modo de consejos dictados por la experiencia, una de las señas de identidad de López Sansano como poeta, como ciudadano, en definitiva como persona.


En cuanto a los temas, son muchos los que preocupan al autor y aunque en muchos casos estos entroncan con los que predominan en nuestra convulsa época, algunos propios de la lírica tradicional y otros que podríamos denominar de corte social, serán en estos últimos donde la voz de López Sansano adquiera una dimensión particular gracias a su compromiso con ciertas causas. El poeta denuncia pero en su caso lo hace de una forma cauta, serena, con esa calma que preludia una parte del título, y que la aleja del discurso panfletario en el que a menudo naufraga este tipo de poesía.


Demos la bienvenida a un modo de versificar que pone el acento en el ritmo más que en la métrica, imbuido de ese versolibrismo que tan bien manejan algunos trovadores modernos pero que en el caso de López Sansano se entona con una veracidad digna de encomio, que prefiere el asentimiento a la ínfula, la concordia a la llama.



Gregorio Muelas Bermúdez