jueves, 8 de diciembre de 2016

Errata de fe. Carlos Roberto Gómez Beras por Carmen Z. Pérez

 
 



Muchas gracias a la Dra. Carmen Z. Pérez, Catedrática en la Universidad de Puerto Rico en Humacao, por citarme en su magnífico artículo “Una poesía con duende”, sobre el nuevo poemario de Carlos Roberto Gómez Beras, Errata de fe, que su autora leyó como discurso de presentación en la Feria del Libro de Santo Domingo, República Dominicana.

Artículo publicado en la web TodoLiteratura:

 
Una poesía con duende
 
La poesía lleva al mismo punto que todas las formas
del erotismo: a la indistinción, a la confusión de objetos
distintos. Nos conduce hacia la eternidad, nos conduce
hacia la muerte y, por medio de la muerte, a
la continuidad: la poesía es la eternidad.
George Bataille

Errata de fe es el título del más reciente libro de Carlos Gómez Beras. Con él se afianza en una fase de madurez dentro de su producción poética. Este libro constituye una prolongación de lo que, al referirse a su anterior poemario Mapa al corazón del hombre, sostiene Gregorio Muelas Bermúdez:
un extenso y riguroso trabajo donde el fundador de la editorial Isla Negra, …inicia una segunda etapa en su quehacer poético, donde lo social y lo existencial se imbrican con lo personal e íntimo para hilar un discurso polifónico de alto vuelo.
En esta obra nos reencontramos con “una poesía vital y erudita donde el autor canta a sus seres queridos y nos muestra algunos de sus grandes referentes literarios”, en palabras de Gregorio Muelas Bermúdez.
Desde el título, que invierte lúdicamente la frase que se refiere a la aceptación de algún error, el autor sugiere el reconocimiento de una manera distinta de ver el mundo, tal vez desde una óptica en la que se afirman algunas certezas y se descartan o se cuestionan ciertas creencias. No es casual que el libro inicie con el poema titulado “Errata de fe” en el que reclama la cercanía del lector (¿el “lector errado” al que se refiere Baudelaire en el primer epígrafe?) y termine con “Fe de erratas”, que nos remite al segundo epígrafe, perteneciente a la filósofa alemana de origen judío Hanna Arendt: “El error es el precio que cuesta la verdad; y la ilusión es el precio que pagamos por las maravillas de la apariencia”. Apariencia que hace de “un puñado de cabras”, “un rebaño de piedras” como revela Octavio Paz en el tercer epígrafe. El empeño por discernir entre la esencia y lo superficial, lo real y lo ficticio, la materialidad y el reflejo está presente como eje fundamental en este poemario. De ahí las múltiples alusiones a lo corpóreo (ojos, manos, labios, boca, lengua, piel, brazos, piernas) en contraste con el silencio, la sombra, los sueños, el reflejo. Por ejemplo, en el poema “Praga” nos dice: “así como en el agua lunar viajan los reflejos/ de lo que hoy somos y tal vez no seremos” (36); en “Al lector”, “este poema es sólo el espejismo del río que te riega” 115); en “El profeta” habla “del espejismo de lo cierto” y “los engaños del espejo” (139) y se manifiesta en todo su esplendor en el poema “Error”
El fuego fatuo que es la vida.
Las sirenas del engaño que conducen a Ítaca.
La venganza que se logra en un sueño.
El oropel del deseo cuando se confunde herida por labio.
El acertijo del amor cuando es, a la vez, nudo y espada.
La alquimia insensata de las palabras y los actos.
El travestismo infinito entre el cuerpo y el alma.
El espejismo que es la fe de los beduinos.
El mismo concluye con una especie de sentencia: “Sólo la poesía nos devela el cielo que hay en la caída.” (117)
El poemario está dividido en cuatro partes: Heridas como labios, Ocho estudios incompletos, Las cosas que perdimos en el fuego y Fe de erratas. En la primera se establece la estética predominante en la que prevalece el uso frecuente de anáforas, contradicciones y enumeraciones. En “The scent of a woman” dice:
Los cuerpos se mueven en los acordes
como ladrones entre huéspedes dormidos.
Los cuerpos dialogan empedernidamente
con un alfabeto de instintos, respiros y acechos.
Los cuerpos han dejado atrás sus lastres
para llegar a esta pausa que es final e inicio… (33)
La segunda, dedicada al amor, se distingue de las otras por la brevedad de los poemas -todos constan de tres versos de arte mayor- una versión personal del terceto, cercano al haikú japonés en cuanto a la conmoción espiritual que los mismos sugieren. Por ejemplo, en “Etude #1” dice: “Abro las puertas y las ventanas del alma/ para que el destino hurte lo que le pertenece/ y te lo devuelva latiendo, sangrando y tibio” (57). Al comienzo de la tercera destacan los poemas dedicados a Marcela, el “universo” del poeta. La nota sobresaliente en ellos es la inmensa ternura que se evidencia cuando afirma: “tu sonrisa es el horizonte donde nace/ el rojo sol de un alba sin ocasos” (77) o “tus pies son tan breves que caben en un beso” (79). Los otros poemas que componen esta parte están dedicados al tema de la paternidad; la presencia de la madre, la otredad, la muerte y culmina en la introspección. En la parte final “el autor se remite a la metapoesía y a otras recurrencias intertextuales que prueban que la poesía de Gómez Beras se traslada siempre al plano de la forma”, apunta Elidio La Torre-Lagares. Los títulos de algunos de los poemas nos ofrecen una idea clara de ello: “La poesía”, “Arte poética I”, “Arte poética II”, “El escritor y el autor”, “Para un poeta”, “Antipoética del origen”, “La metáfora”.
El continuo cuestionamiento de la palabra, la palabra como búsqueda, la palabra como epifanía, la palabra como fracaso, aparece de forma reiterada a través de todo el poemario. De la mano surge la importancia del silencio: “silencio entre las palabras” (19), “el lienzo azul del silencio” (23), “silencios sagrados” (23), “un silencio aturdido” (35), “las palabras y los silencios” (37), “frío como el silencio” (41) “el mar de los silencios” (53), “la sinfonía del silencio” (127), “y de los gruñidos nacieron las palabras/ y de los zarpazos brotaron los silencios” (133). José Luis Morante nos dice al respecto que Gómez Beras:
hace del sentir del poema un persistente elemento interior, asume la condición del poeta vate que transciende la lógica de las palabras para explorar huellas más profundas, para buscar los ecos de otras voces, para hacer de las palabras una declaración de fe en la que siga viva en el tiempo la estela de la propia biografía.
La Torre-Lagares concluye en su reseña sobre el libro que
La tarea del lenguaje es resistir la opresión del olvido, que a veces asoma como dígito del tiempo. De ahí, que la poesía haga las veces de su memoria, aunque, cuando se trata de amar, uno nunca mira el camino recorrido, sino los suspiros aún por llegar- los que ningún fuego consume.
He escuchado varias veces a Carlos Roberto comentar que la poesía no está hecha para entenderse, sino para sentirse. La poesía, el buen arte, en general, posee la capacidad de (con)movernos, provocarnos, perturbarnos: llevarnos al límite. En Teoría y juego del duende, el gran escritor español Federico García Lorca afirmaba que “el duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar… no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre…”. En la poesía de Gómez Beras encontramos ese poder, ese luchar, esa sangre; en definitiva, la suya es una poesía con duende.
 
Carmen Z. Pérez, Catedrática de UPR en Humacao
(septiembre-2016)
 
 




Referencias:

Gómez Beras, Carlos Roberto. Errata de fe. San Juan: Isla Negra Editores, 2015.

La Torre-Lagares, Elidio. “Lo que no consume el fuego: ‘Errata de fe’, de Carlos Roberto Gómez”.


Muelas Bermúdez, Gregorio. “‘Mapa al corazón del hombre’ de Carlos Roberto Gómez Beras”.


Morante, José Luis. “Latidos del poema”




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