Aún tu nombre
Ramón Campos Barreda
El Petit Editor, Cullera, 2017
Aún
tu nombre
es el título de la opera prima de Ramón
Campos Barreda
(Riba-roja de l´Ebre, 1959), un poemario de carácter íntimo y
personal que publica El Petit Editor, que dirige David Vid, en el
número 4 de la colección “Piel” de poesía en castellano. Una
edición impecable, que además viene ilustrada con seis aguadas
japonesas, incluyendo la de portada, obra de Javier Pérez, que
confiere al conjunto el tono de infinitud que caracteriza a este arte
milenario.
El
autor dedica el libro a la memoria de Manuel Redón, con quien le
uniera una estrecha amistad, a esa especial relación se debe este
canto elegíaco y vanguardista, que hace de la ausencia y el silencio
sus señas de identidad.
El
poemario se abre con un significativo comentario de Chantal Maillard,
que marca el ahora donde se ahorman los versos y que justifica el
título del volumen pues “para el ser, Aún es importante”, un
“aún” donde pervive la esencia de todo lo que amamos, como rito
de paso, en tránsito hacia lo perpetuo.
Una
oportuna cita de Juan Gelman, que incide en el dolor, tema
fundamental del libro, como veremos, da paso al emotivo prólogo de
Teresa Ramos, que ahonda en la amistad del autor con Manuel Redón,
médico y psicoterapeuta reichiano “que entregó su vida al trabajo
de la relación de ayuda y a la investigación”, una dimensión
humana que hace más grande el vacío en el corazón de aquellos que
le amaron.
A
su legado, a su pervivencia, dedica Ramón Campos sus versos, que
organiza en treinta y dos poemas, en su mayoría breves,
estructurados en tres partes: “tu...”, “...nombre...” y
“...aún”, que invierte el orden del título para reforzar la
idea principal del texto: la memoria como herida abierta de quien
deja una huella indeleble tras su paso. Las citas de Olvido García
Valdés, María Zambrano y Rilke inician las partes, respectivamente,
y señalan las influencias del autor.
Ramón
Campos inicia su andadura lírica rompiendo la lógica del discurso
tradicional, recurriendo a diversos recursos como el encabalgamiento
abrupto, la ausencia de signos de puntuación, la inserción de
versos tachados, paréntesis y espacios en blanco, la desmembración
de palabras, recursos coherentes con el propio discurso y que
obedecen a la tensión de los versos, creando una lógica de orden
interno que consigue armonizar el conjunto, pero si algo destaca es
el profundo lirismo que destilan los versos, hechos de fulgor y
duelo.
tu
verdad
sangra
mi canto
tú dolor
vistes
mi hueco
decirlo
alija
Con
este poema inaugural trata de asir la luz Ramón Campos, una luz
remota y, sin embargo, capaz de calmar el frío, de conjurar el
silencio, la “mudez densa” que mana del tú poético. Nos
encontramos con una poesía que es, ante todo, palabra, lengua viva,
que transforma el recuerdo para retener un presente continuo donde
arde la luz del ser que aún vive adentro.
Pero
la poesía de Ramón Campos también es lamento, por no poder seguir
compartiendo su “humilde porción de tiempo”, y, sobre todo, una
lúcida imprecación contra la oscuridad, la negrura, las sombras en
pos de ese sol que refulge a lo lejos recordando en su destellante
parpadeo una ausencia imperdonable.
Dos
notaciones, I y II, de Eduard Xavier Montesinos y Jorge Ortiz Robla,
hermanos de letras del autor, donde reflexionan sobre una escritura
que se articula en el vacío, cierran un poemario que palpita en cada
verso, pulido hasta el extremo, alejándose de toda retórica para
adentrarse en un terreno apenas transitado, donde Ramón Campos
consigue moverse con pasos de pájaro.
Gregorio
Muelas Bermúdez
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