lunes, 29 de enero de 2018

Aún tu nombre. Ramón Campos Barreda

 
 


Aún tu nombre
Ramón Campos Barreda
El Petit Editor, Cullera, 2017
 
 
Aún tu nombre es el título de la opera prima de Ramón Campos Barreda (Riba-roja de l´Ebre, 1959), un poemario de carácter íntimo y personal que publica El Petit Editor, que dirige David Vid, en el número 4 de la colección “Piel” de poesía en castellano. Una edición impecable, que además viene ilustrada con seis aguadas japonesas, incluyendo la de portada, obra de Javier Pérez, que confiere al conjunto el tono de infinitud que caracteriza a este arte milenario.

El autor dedica el libro a la memoria de Manuel Redón, con quien le uniera una estrecha amistad, a esa especial relación se debe este canto elegíaco y vanguardista, que hace de la ausencia y el silencio sus señas de identidad.

El poemario se abre con un significativo comentario de Chantal Maillard, que marca el ahora donde se ahorman los versos y que justifica el título del volumen pues “para el ser, Aún es importante”, un “aún” donde pervive la esencia de todo lo que amamos, como rito de paso, en tránsito hacia lo perpetuo.

Una oportuna cita de Juan Gelman, que incide en el dolor, tema fundamental del libro, como veremos, da paso al emotivo prólogo de Teresa Ramos, que ahonda en la amistad del autor con Manuel Redón, médico y psicoterapeuta reichiano “que entregó su vida al trabajo de la relación de ayuda y a la investigación”, una dimensión humana que hace más grande el vacío en el corazón de aquellos que le amaron.

A su legado, a su pervivencia, dedica Ramón Campos sus versos, que organiza en treinta y dos poemas, en su mayoría breves, estructurados en tres partes: “tu...”, “...nombre...” y “...aún”, que invierte el orden del título para reforzar la idea principal del texto: la memoria como herida abierta de quien deja una huella indeleble tras su paso. Las citas de Olvido García Valdés, María Zambrano y Rilke inician las partes, respectivamente, y señalan las influencias del autor.

Ramón Campos inicia su andadura lírica rompiendo la lógica del discurso tradicional, recurriendo a diversos recursos como el encabalgamiento abrupto, la ausencia de signos de puntuación, la inserción de versos tachados, paréntesis y espacios en blanco, la desmembración de palabras, recursos coherentes con el propio discurso y que obedecen a la tensión de los versos, creando una lógica de orden interno que consigue armonizar el conjunto, pero si algo destaca es el profundo lirismo que destilan los versos, hechos de fulgor y duelo.

tu verdad
sangra mi canto

tú dolor
vistes mi hueco

decirlo alija

Con este poema inaugural trata de asir la luz Ramón Campos, una luz remota y, sin embargo, capaz de calmar el frío, de conjurar el silencio, la “mudez densa” que mana del tú poético. Nos encontramos con una poesía que es, ante todo, palabra, lengua viva, que transforma el recuerdo para retener un presente continuo donde arde la luz del ser que aún vive adentro.

Pero la poesía de Ramón Campos también es lamento, por no poder seguir compartiendo su “humilde porción de tiempo”, y, sobre todo, una lúcida imprecación contra la oscuridad, la negrura, las sombras en pos de ese sol que refulge a lo lejos recordando en su destellante parpadeo una ausencia imperdonable.

Dos notaciones, I y II, de Eduard Xavier Montesinos y Jorge Ortiz Robla, hermanos de letras del autor, donde reflexionan sobre una escritura que se articula en el vacío, cierran un poemario que palpita en cada verso, pulido hasta el extremo, alejándose de toda retórica para adentrarse en un terreno apenas transitado, donde Ramón Campos consigue moverse con pasos de pájaro.


Gregorio Muelas Bermúdez
 
 



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