lunes, 18 de mayo de 2020

La risa loca de los ángeles. Paula Giglio

 
 


La risa loca de los ángeles
Paula Giglio
Ediciones Liliputienses, 2018
 
 
La poeta argentina Paula Giglio obtuvo con La risa loca de los ángeles el “I Premio Centrifugados de poesía joven” en 2018 y el mismo año vio la luz en la colección de poesía del mismo nombre en Ediciones Liliputienses, de mano del incombustible poeta y docente José María Cumbreño, que desde la legendaria y errante isla de San Borondón consigue la cuadratura del círculo gracias a su impagable labor editorial al frente de la entidad cultural extremeña que sostiene una de las editoriales independientes de referencia en nuestro país.

Paula Giglio divide su poemario en dos partes con los siguientes epígrafes: “Correspondencias” y “Bitácora”, cada una introducida por una cita significativa que funciona a modo de tesis, de Joseph Brodsky y Joan Margarit, respectivamente. Les precede unas oportunas notas de Robin Myers sobre estos “poemas con conciencia y dignidad”, veinticinco composiciones sin título y en verso libre donde laten con fuerza dos corazones porteños a través de las palabras escritas con precisión, y es que a pesar de su juventud la poeta de Córdoba demuestra poseer un estilo hecho, propio, cocinado en la lectura y en la observación.

En “Correspondencias”, la autora entabla una conversación fragmentada a través del teléfono y de las cartas que Él le envía desde París, Ella, en Buenos Aires, le extraña y recibe su voz y sus palabras con la misma temperatura “para que nada se rompa” y la promesa de ir. Aquí la poeta entabla un diálogo en la distancia que se plasma en la alineación de los versos sobre la página: a la derecha Él y a la izquierda Ella.

En “Bitácora” la poeta tras cumplir su promesa redacta el cuaderno de un invierno en París, veamos su lúcida apertura: “comprender una ciudad / es adentrarse en sus orificios / y recibir todo lo nuevo / como un oleaje”. En su caminar por la capital francesa confunde sus edificios con los de Buenos Aires pero París suena diferente, más agudo, y su ritmo es más ordenado, y la poeta “ansía volver a casa”. La nostalgia aflora en cada sílaba pero aunque “la materia se cansa de existir”, el espíritu, poblado por ángeles ebrios, no se cansa de reír.
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez



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