miércoles, 20 de julio de 2016

Resiliencia. Jorge Ortiz Robla

 
 


Resiliencia
Jorge Ortiz Robla
La Herradura Oxidada, Zaragoza, 2016
 
 
La Herradura Oxidada, el sello editorial fundado por Julio Donoso en Zaragoza y conocido por editar el Magazine literario homónimo, publica en su colección “Náufragos del Potemkin”, dirigida por José Gabarre y Pablo Delgado, el nuevo trabajo del poeta canario Jorge Ortiz Robla, Resiliencia.

Un significativo título donde el poeta afincado en Catarroja, Valencia, ratifica un estilo propio, marcado por un especial interés en las cosas del mundo, se trata, pues, de una poesía enfocada a reflexionar con actitud crítica sobre la realidad cotidiana y los males que la acucian, por sus versos desfilan seres abstraídos en situaciones aparentemente mundanas que gracias a la agudeza y arte de ingenio del poeta se convierten en únicas y extraordinarias.

Editado en forma de plaquette, cuenta con un excelente prólogo del poeta albaceteño Andrés García Cerdán, que titula “El Hambre”, donde éste señala que la poesía es esa herida por donde el poeta sangra con su deseo de andar y profundizar en ella. Resiliencia se compone de dieciocho poemas de variada forma, desde poemas breves de apenas tres versos (“Mensaje en una botella”) a extensas composiciones divididas en tres apartados (“Entreguerras”), donde Jorge Ortiz Robla trasciende la epidermis de las seres y las cosas con su peculiar estilo, un estilo libre, pero marcado por un notable sentido del ritmo que invita al lector a detenerse para meditar sobre esas cosas que de tan cerca apenas se aprecian, ahí es donde el verso de Jorge Ortiz se afana, en ofrecer otra visión que permita desentrañar la realidad, para ello apela a la sentimentalidad como eficaz recurso para remover la conciencia del lector activo.

Tras el éxito de su opera prima La simetría de los insectos, que ya va por su tercera edición, revisada y ampliada, en Lastura, esta plaquette viene a confirmar el valor en alza de su autor en el panorama poético actual, plagado de propuestas sociales de la más diversa índole donde, sin embargo, Jorge Ortiz Robla brilla con luz propia por su lirismo, que consigue trascender el tono panfletario en el que suelen incurrir algunas de estas propuestas para calar hondo en las inquietudes del lector sensible, al que pone alerta.

Los conceptos de amor y paz se encuentran íntimamente ligados, Jorge Ortiz no concibe el uno sin el otro, pues de esa feliz conjunción se puede erradicar el hambre, uno de los temas centrales que el poeta canario aborda en los primeros poemas: “en una casa junto al mar morimos de hambre”. (“Civitas”). El valor forja al individuo en situaciones extremas y de hecho son las circunstancias las que forjan las civilizaciones, de nuestras decisiones y acciones presentes dependerá el futuro: “los hombres de hoy somos la tierra/ que nutrirá vuestras semillas.”.

La poesía de Jorge Ortiz Robla denuncia la inacción y el “confortmismo”, veamos un ejemplo:

El cuerpo contra la pared se ciega.
Dejar sin vista,
ése es el castigo.
Detrás la vida sigue y tú inerte
frente al muro de piedra o ladrillo.”(“Comunes”)

Pero también se muestra sensual en “Casa museo” (“la piel de mármol/ la sonrisa arcaica”) y “Una esdrújula para Linda” (“Escribo, témelo, en un versículo orgiástico/ y tú ojiplática en tu tácito castigo,/ como Tántalo, acérrima bajo la roca,/ famélica ante la fístula de alma”), donde emplea con maestría el paralelismo y la homofonía.

El mensaje de Jorge Ortiz desencripta los mecanismos del poder, que avanzan en tropel como manadas hambrientas, de nuestra hambre se nutre su ansia y sobre nuestro silencio braman, así el poeta advierte de las posibles consecuencias, su poesía es combativa porque impele al lector a hacerse preguntas de incómodas respuestas: “¿seremos la flor de la tumba, la infección de la garganta sin grito?/ ¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?”.

Sorprende la capacidad analítica del poeta, que a partir de un hecho o una anécdota es capaz de hilvanar un discurso paralelo de un lirismo realmente sobrecogedor, así en “Poesía del silencio” es la mano del poeta la que escribe versos sobre el vientre de la amada; en “Polonio 210” nos recuerda que la vida nos va matando si no tomamos parte; en “Estío” cómo un leve gesto, cerrar una maleta y una casa, puede esconder algo mucho mayor, como un desahucio; mientras que en “Los filósofos” traza “un punto de fuga en perspectiva aérea” para señalar la dicotomía entre el cielo de los soñadores y “la realidad del suelo”.

Sobre la escoria de los días debemos edificar “nuestro futuro/ más inmediato”, tender un puente frágil donde “la madera puede contener el vacío”.

La plaquette culmina con el poema en dos tiempos “Entreguerras”, donde las noticias de los conflictos armados en Bagdad, Siria y el Líbano se entrelazan con una historia de amor, y donde la historia y la intrahistoria conviven en la sensibilidad del poeta que siente el presente de forma polifónica, viviendo una paz de entreguerras donde “hay motivos para soñar” aunque los periódicos y el telediario nos bombardeen con mentiras todos los días.




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