martes, 23 de agosto de 2016

Donde está el fuego 3. VV. AA.

 
 


Donde está el fuego 3
VV. AA.
Cuadernos de humo, Brooklyn, NY, 2016
 
 
Cuadernos de humo, el proyecto editorial que el escritor toledano Hilario Barrero dirige desde Brooklyn, Nueva York, llega a su número once con la tercera entrega de la serie Donde está el fuego. De nuevo nos encontramos con un pequeño gran libro, pequeño por lo modesto del formato y grande por los poetas y el artista invitados a participar en él. Con la elegancia y sencillez que caracteriza a los títulos publicados anteriormente, éste se nos presenta con un sugerente dibujo de portada que recrea una parte del celebérrimo skyline de la gran urbe estadounidense, obra de Javier Crespo, que enmarca la nómina de dieciséis poetas colaboradores, todos de primera fila.

Como es costumbre el presente número viene bellamente ilustrado por nueve dibujos de Hilario Barrero, que toma un verso del poeta mexicano José Emilio Pacheco para subtitular la Serie: “si llegó a arder e iluminar con su llama”. A continuación unas breves e intensas palabras de agradecimiento de Hilario Barrero, a modo de prólogo, que titula “Verano y humo”, dan paso a unos poemas, en su mayoría inéditos, donde cada autor deja traslucir su particular estilo.

Comienza Miguel Veyrat con “La primera mujer”, donde traza una analogía entre nube y género para hablar de “hombres y mujeres que van/ juntos a dar en la vida que fue el/ morir”. A continuación Felipe Sérvulo habla desde el “helor de mi habitación” para domesticar el frío de la ausencia “en una ciudad lejana”, como Tokio “por poner un ejemplo”. José Luna Borge también habla de la nieve en “Copo a copo”, con la nostalgia de una alegría blanquecina. A la memoria de la novelista Carmen Martín Gaite dedica Alfredo J. Ramos el soneto blanco “Miss Lunatic”, que cierra con un bellísimo estrambote:

(Ahora se ha ido. Amigo, si la ves,
dile que aquí, en la isla de Manhattan,
llora la estatua de la libertad.)

Una cita del Conde de Villamediana introduce el poema “Del amor que nos ata”, donde Antonio del Camino habla del amor como “un milagro (cotidiano, brillante, sencillo) que vuelve cada día,/ y es voluntad, al tiempo que destino.”. Santos Domínguez toma una cita de Eurípides para titular su poema “Indecible muchacha”, donde evoca a Perséfone “en la noche de Eleusis”. La mexicana Pura Salceda nos ofrece una muestra de su peculiar estilo en “Apalabrado”. El gaditano José Manuel Benítez Ariza plasma una visión de la muerte a vista de “Buitre”: “En la trama armoniosa del paisaje/ la muerte es sólo alguna/ mancha que eliminar.”. Olga Bernard es la autora del poema más extenso del cuaderno, en “Juegos y torres” hace recuento de libros y de daños “pues cada cosa acaba de una forma/ pero siempre se acaba.” En “A deshora” Alejandro Castroguer retrata el silencio más hondo, el que se alarga entre dos piezas de piano interpretadas con “el corazón en la punta de los dedos” tras la detonación de una pistola detrás del instrumento. Vicente García aporta dos poemas breves e intensos: “Oficio de escribir” y “Canción en el vacío”. Marcos Tramón se enfrenta al espejo como “un mimo triste” en “Edad”, y Antonio J. Quesada se sirve de una estrofa de Idea Vilariño para decirse “Yo” “de algún modo”.

Mención aparte merecen los poemas de Toni Montesinos Gilbert y Rosario Troncoso, por su gravedad y tono. El autor barcelonés declara “una tregua para que el Dolor sufra/ por su cuenta, en privado y en silencio” con el objeto de durar siempre, y en “Constantes vitales” Rosario Troncoso pretende “mantener caliente //el hálito de junioconsciente de que con la edad se acerca el invierno y la espera del calor se hace más larga.

Por último, culmina el cuaderno una antología de poesía infantil, bajo el título “Cartilla escolar” Antonio Gómez Yebra reúne cinco poemas, que abre con una nana para un bebé prematuro y continúa con la denuncia del abandono, la negligencia, la mímesis y el abuso, precedidos por una bellísima ilustración de portadilla de Javier Crespo.

Una sucinta bio-bibliografía de los poetas y el artista invitados cierra una edición limitada de cincuenta ejemplares, que, sin duda, hará las delicias de los afortunados lectores que aprecien el libro como obra de arte y objeto de culto.
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez



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