A la intemperie de tu boca
Isabel Alamar
Playa de Ákaba, 2018
Aunque
sus publicaciones en solitario son muy recientes, Isabel Alamar ya
había sido incluida en diversas antologías, algunas tan
prestigiosas como Poesía
experimental española
(Calambur, 2012) o Un
viejo estanque
(Comares - La Veleta, 2013). Conocida fundamentalmente por su
interesante y original contribución al haiku en lengua española,
ahora nos sorprende con un poemario de escritura tradicional pero de
un lenguaje arrebatador, colmado de sinestesias.
A
la intemperie de tu boca
es el significativo y bello título que Isabel Alamar ha elegido para
nombrar a su segunda creación poética, tras aquellos Cantos
al camino
que vieron la luz el año pasado en la misma editorial, Playa de
Ákaba. Significativo, digo, porque desde el propio epígrafe se nos
advierte del tono general del libro, poesía amorosa, tan pasional y
sensorial como al propio género le es permitido sin caer en
veleidades eróticas, y bello, sin duda, por la afortunada unión de
dos vocablos en principio antitéticos, como son “intemperie”,
que denota inclemencia o falta de protección, y la “boca”,
sensual a la par que esencial por muchos motivos, entre ellos su
connotación como vehículo de expresión de la pasión amorosa,
tanto vocal como fisiológica.
La
edición viene introducida por unas palabras preliminares que Alfonso
López Gradolí ha tenido a bien incluir para hacer justicia a los
versos de la poeta valenciana en un libro que el poeta denomina
“original e inolvidable”, y que destaca como un “canto con
todas las letras a la pasión y a la vida”.
En
cuanto a la estructura, el volumen se abre con un poema-prefacio, “Te
busco y te deseo”, inspirado en una cita de Jaime Siles. Es este un
poema que anticipa el fondo del libro, donde la autora entrelaza con
dulzura y delicadeza la esencia misma del amor con el quehacer lírico
que lo sustenta.
Continua
con el grueso de los poemas que componen el libro, “Contexto
labial”, introducido esta vez por unos versos de Mila Villanueva y
que se divide en dos partes simétricas, I y II, donde se agrupan
diecisiete poemas por cada apartado, y donde destaca por su extensión
e intención el poema “Brevedades”, donde la autora incluye
veintinueve composiciones que en unos casos adoptan la forma del
haiku y en otros se aproximan al senryu y a la tanka.
Por
último, con una cita de Kepa Murua abre “Luz ovárica”, que
cierra el libro y que está integrada por cuatro composiciones donde
lo posmoderno, por ejemplo en el poema homónimo donde un famoso spot
publicitario le sirve de impulso, y lo metaliterario se imbrican como
una herida luminosa para dar claridad a la voz, no hay más que leer
el poema “Sintaxis del vértigo”.
Boca,
lengua, labios, saliva, besos impregnan los rótulos de muchos
poemas, dándole múltiples matices y las más variadas formas,
veamos algunos de estos títulos: “Besos oceánicos”, “El ritmo
de tu boca”, “Labios victoriosos”, “Licencia para besar”,
“Besos punteros… besos fronterizos”, “Me enamoran los besos”
o “El incendio de tu boca”.
En
todos la autora se expresa con voz anhelante y cálida, con el fervor
que solo este tipo de poesía requiere y es aquí donde Isabel Alamar
halla su verdadera originalidad: en la elección, porqué no decirlo,
arriesgada, de un tema tan manido como el amor y sus efectos en un
contexto como el actual, donde se encuentra relegado del centro de
interés creativo, que apuesta por temas más causales o perentorios.
Pero
el concepto del amor que Isabel Alamar plasma en sus versos dista
mucho del ideal romántico pues al dramatismo dominante en este tipo
de composiciones, ella impone un sentimiento renuente y vitalista que
no solo anhela sino que también interpela al amante como objeto de
deseo.
En
definitiva, Isabel Alamar consigue transmitirnos y emocionarnos con
su vorágine de palabras, adjetivando con sus versos el cuerpo de la
poesía.
Gregorio
Muelas Bermúdez
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