miércoles, 4 de julio de 2018

A la intemperie de tu boca. Isabel Alamar

 
 


A la intemperie de tu boca
Isabel Alamar
Playa de Ákaba, 2018
 
 
Aunque sus publicaciones en solitario son muy recientes, Isabel Alamar ya había sido incluida en diversas antologías, algunas tan prestigiosas como Poesía experimental española (Calambur, 2012) o Un viejo estanque (Comares - La Veleta, 2013). Conocida fundamentalmente por su interesante y original contribución al haiku en lengua española, ahora nos sorprende con un poemario de escritura tradicional pero de un lenguaje arrebatador, colmado de sinestesias.

A la intemperie de tu boca es el significativo y bello título que Isabel Alamar ha elegido para nombrar a su segunda creación poética, tras aquellos Cantos al camino que vieron la luz el año pasado en la misma editorial, Playa de Ákaba. Significativo, digo, porque desde el propio epígrafe se nos advierte del tono general del libro, poesía amorosa, tan pasional y sensorial como al propio género le es permitido sin caer en veleidades eróticas, y bello, sin duda, por la afortunada unión de dos vocablos en principio antitéticos, como son “intemperie”, que denota inclemencia o falta de protección, y la “boca”, sensual a la par que esencial por muchos motivos, entre ellos su connotación como vehículo de expresión de la pasión amorosa, tanto vocal como fisiológica.

La edición viene introducida por unas palabras preliminares que Alfonso López Gradolí ha tenido a bien incluir para hacer justicia a los versos de la poeta valenciana en un libro que el poeta denomina “original e inolvidable”, y que destaca como un “canto con todas las letras a la pasión y a la vida”.

En cuanto a la estructura, el volumen se abre con un poema-prefacio, “Te busco y te deseo”, inspirado en una cita de Jaime Siles. Es este un poema que anticipa el fondo del libro, donde la autora entrelaza con dulzura y delicadeza la esencia misma del amor con el quehacer lírico que lo sustenta.

Continua con el grueso de los poemas que componen el libro, “Contexto labial”, introducido esta vez por unos versos de Mila Villanueva y que se divide en dos partes simétricas, I y II, donde se agrupan diecisiete poemas por cada apartado, y donde destaca por su extensión e intención el poema “Brevedades”, donde la autora incluye veintinueve composiciones que en unos casos adoptan la forma del haiku y en otros se aproximan al senryu y a la tanka.

Por último, con una cita de Kepa Murua abre “Luz ovárica”, que cierra el libro y que está integrada por cuatro composiciones donde lo posmoderno, por ejemplo en el poema homónimo donde un famoso spot publicitario le sirve de impulso, y lo metaliterario se imbrican como una herida luminosa para dar claridad a la voz, no hay más que leer el poema “Sintaxis del vértigo”.

Boca, lengua, labios, saliva, besos impregnan los rótulos de muchos poemas, dándole múltiples matices y las más variadas formas, veamos algunos de estos títulos: “Besos oceánicos”, “El ritmo de tu boca”, “Labios victoriosos”, “Licencia para besar”, “Besos punteros… besos fronterizos”, “Me enamoran los besos” o “El incendio de tu boca”.

En todos la autora se expresa con voz anhelante y cálida, con el fervor que solo este tipo de poesía requiere y es aquí donde Isabel Alamar halla su verdadera originalidad: en la elección, porqué no decirlo, arriesgada, de un tema tan manido como el amor y sus efectos en un contexto como el actual, donde se encuentra relegado del centro de interés creativo, que apuesta por temas más causales o perentorios.

Pero el concepto del amor que Isabel Alamar plasma en sus versos dista mucho del ideal romántico pues al dramatismo dominante en este tipo de composiciones, ella impone un sentimiento renuente y vitalista que no solo anhela sino que también interpela al amante como objeto de deseo.

En definitiva, Isabel Alamar consigue transmitirnos y emocionarnos con su vorágine de palabras, adjetivando con sus versos el cuerpo de la poesía.
 
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez



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