lunes, 7 de junio de 2021

La cordillera, la "novela fantasma" de Juan Rulfo

 




La cordillera, la “novela fantasma” de Juan Rulfo


Por Gregorio Muelas Bermúdez



En la historia de la literatura abundan las anécdotas relacionadas con proyectos frustrados, unos por su ambición y complejidad, otros por el deceso de su creador, una de las más conocidas es la tercera novela inacabada que Franz Kafka (1883-1924) sentenció, como al resto de su obra, a la oscuridad de lo nunca escrito pero que, afortunadamente, Max Brod, el encargado de llevar a cabo la última voluntad del gran escritor, no respetó, me refiero a América, como la tituló el editor, o El desaparecido, título original que el autor pensó para la obra. Cito esta y no otras más célebres del escritor checo porque Amerika estaba menos hecha, más en barbecho, que las célebres El proceso y El castillo en el momento de su publicación, póstuma como las otras. En todo caso, todas deberían formar parte de un nuevo subgénero al que podríamos denominar “novelas inconclusas”.


Sin ánimo de trazar paralelismos, en nuestra lengua podemos citar un caso singular, que va incluso más allá, y que pertenece al terreno movedizo de esas obras míticas que por diversas circunstancias nunca han visto la luz, me refiero a La cordillera, de otro gran escritor, el mexicano Juan Rulfo (1917-1986). Durante años, el autor de Pedro Páramo, aseguró estar trabajando en una nueva novela aunque nunca publicó fragmento alguno, ni siquiera mostró un borrador, más adelante diría que la había destruido o que pasaría a formar parte de un libro de relatos. Poco sabemos de su argumento, tan solo que la novela pretendía reconstruir la historia de una familia, partiendo del asesinato de Pedro de Alvarado en 1541. El resto es silencio y confusión.


Es cierto que Juan Rulfo ha pasado a la historia de la literatura por tan solo 250 páginas, la suma de la extensión del libro de cuentos El llano en llamas (1953) y de la novela Pedro Páramo (1955), y uno de los mayores enigmas de la literatura en lengua hispánica del siglo pasado es el prolongado silencio de su autor, que parecía haberlo dicho todo en 1958, año en que concluyó El gallo de oro, cuento largo que no vería la luz hasta 1980. Sin embargo, la fama de Rulfo no dejó de acrecentarse en las tres décadas que le siguieron hasta la muerte del fundador de Comala, años en los que recibió los mayores honores, como el Premio Xavier Villaurrutia, el más importante que se concede en México, por Pedro Páramo; el Premio Nacional de Literatura en 1970; o el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1983 por el conjunto de su obra, siendo el primer escritor latinoamericano en obtenerlo.


El caso es que nunca se ha encontrado documento alguno que acredite tal obra, como afirmó el crítico Emmanuel Carballo en una entrevista con Leopoldo Lezama para la revista Viento en Vela: “Cuando abrieron sus cajones después de muerto no había tal novela”. Años antes el propio Rulfo había dicho al respecto: “No soy un escritor profesional, soy un simple aficionado. Escribo cuando me viene la afición... A esto se debe que no termine La cordillera, pura afición”.


Podemos imaginar la enorme expectación de críticos y lectores, e incluso de su editorial, Fondo de Cultura Económica, con la que se había comprometido, hacia una nueva novela de Rulfo, el autor, presionado, señaló en su correspondencia con la traductora al alemán de su obra, sentirse muy preocupado. De hecho solo es posible rastrear la novela a través de cartas y entrevistas del autor, aunque sus declaraciones a veces fuesen contradictorias. Fue precisamente en una entrevista concedida al diario Excelsior, fechada el 16 de abril de 1963, donde Rulfo dio título a la novela inédita y compartió algunos datos sobre su argumento, señalando que la obra giraba en torno a la experiencia de una familia en un pueblo abandonado llamado Ejutla, y que la cordillera del título “era la recua de mulas usada como medio de comunicación entre varias poblaciones rurales”.


En los años siguientes el propio Rulfo fue alimentando la expectación y la confusión en diversas entrevistas concedidas al semanario Siempre, donde incluso afirmaba que no era una sino dos las obras que estaba escribiendo y que serían publicadas, “en un futuro próximo”, por la editorial Siglo XXI. En otra entrevista, el escritor de Jalisco, que afirmaba sentir “remordimiento” cuando escribía, pareció sentenciar la novela con el siguiente testimonio: “¡Ya no quiero sangre! La literatura mexicana está llena de sangre y me niego a contribuir con una gota más”.


El 17 de abril de 1977, en una de las raras entrevistas concedidas a la televisión, en el programa “A fondo” de TVE, Juan Rulfo afirmaba a su presentador, Joaquín Soler Serrano, haber cambiado el título de la novela y que si la calma, la serenidad y las ganas le permitían terminarla se trataría finalmente de una novela corta, una “noveleta”, que esperaba reunir con algunos cuentos.


Tal vez abrumado por el éxito de su primera, y única, novela, o demasiado atareado en sus otras labores, como historiador, fotógrafo y guionista de cine, el caso es que Rulfo permaneció en un silencio creativo durante casi 30 años. Es posible que para mantenerse literariamente “activo” mantuviera la ficción de estar escribiendo una nueva novela, sea como fuere, La cordillera ha quedado como la novela fantasma por excelencia, y es que el mexicano, con permiso de Henry James (Otra vuelta de tuerca), es el autor de la mejor novela de fantasmas de la historia de la literatura universal, Pedro Páramo.






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