Sucesión de lunas
Jesús Cárdenas
Anantes Gestoría Cultural, 2015
Sucesión
de lunas, publicado por Anantes Gestoría Cultural, es el
quinto poemario de Jesús Cárdenas. Esta nueva obra viene a confirmar la madurez
creativa del escritor sevillano.
Desde Algunos
arraigos me vienen (2005), Jesús Cárdenas ha ido trazando una trayectoria
poética tan interesante como ascendente, que gracias a su tesón y buen hacer le
ha permitido afianzarse en la lírica de nuestros días.
El poemario que nos ocupa se abre con un prólogo
firmado por el poeta, narrador y crítico Manuel Rico, titulado “La dialéctica
del amor bajo la lluvia”, donde da cuenta de la asombrosa capacidad de
imaginación de Cárdenas en un libro de materia amorosa que transita sin red por
espacios de luz y de sombra, nos ilustra
sobre las virtudes de su estructura y hace una descripción sucinta de las
dos partes que lo integran.
En efecto, el poemario se divide en dos partes cuyo
epígrafe sintetiza la idea que vertebra el contenido de cada una. Así la
primera parte, que lleva por título “Un prodigio en la palabra”, trata
precisamente del poder de ésta para retener instantes y pensamientos donde la
amada es la protagonista de unos versos configurados bajo el cielo oscurecido
de la noche, así, luna tras luna, el poeta vierte su voz en cuarenta y tres
breves poemas que cosidos página a página en verdad configuran un solo poema de
amor que reúne los estadios por los que este necesariamente pasa y cuya huella
se ahonda en un discurso metafórico donde se imbrican sentimiento y naturaleza.
Las citas de Pizarnik, Cernuda y Valente, nos advierten del tono de unos poemas
no exentos de melancolía, pues no hay llanto sin alegría y no hay miedos sin dudas, así Cárdenas va trazando un bello discurso
donde el verso y la prosa se conjugan para aliviar su alma, y he aquí uno de
los grandes aciertos del poeta pues esa amalgama entre poemas de ritmo
imparisílabo, con preferencia por el endecasílabo, y poemas en prosa obran en
favor de un lenguaje ecléctico que busca un punto intermedio entre sentimiento
e inteligencia, en este sentido, el poeta logra rehuir las trampas del corazón
con elegancia merced a la precisión de la palabra cincelada por la experiencia.
La segunda parte, titulada “Promesas de espejo”,
está compuesta por treinta y seis poemas donde la brevedad vuelve a ser la nota
dominante de unas composiciones, en prosa la mayoría, donde la lluvia y su
simbología se adueñan de buena parte de los versos, si la gota es espejo en
miniatura, este se multiplica en
solitaria compañía pues siempre la
lluvia trae recuerdos de promesas fragmentadas. Tal vez el afán del poeta
en esta segunda parte sea ordenar la memoria, torrencial cuando se desata la
tormenta. Tan sólo en el silencio de la noche y por la palabra ordenada sabe el
poeta que puede calmar el frío de la herida, pues también el agua, con su promesa de transparencia puede aclarar
la duda, pues si hay ausencia es porque hubo compañía y a la postre todo es cuestión de tiempo.
En definitiva nos hallamos ante un poemario tan rico
en imágenes como intenso en palabras, donde el autor sabe sintetizar con
sabiduría la experiencia del amor y su reverso. Celebración y melancolía se
reparten unos versos sencillos en apariencia, que dejan entrever un gran
trabajo de introspección donde la emoción es contenida por el filo agudo de la
palabra exacta, y cuya lectura, a buen
seguro, no dejará indiferente al lector avezado en la materia.
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