Un
año más recibo la noticia de la concesión del Premio Nobel de
Literatura con sorpresa, la que me provoca el hecho de no conocer al
autor/a premiado a pesar de mi supuesto conocimiento del panorama
literario internacional, lo que demuestra dos cosas: mi verdadero
desconocimiento, y lo inabarcable, plural y disperso del fenómeno
literario en la actualidad. Confieso que soy seguidor de listas y de
nominaciones y deseaba que se hiciera justicia poética premiando al
sirio Adonis, eterno candidato. Pero en esta ocasión me había
relajado confiando en la premiación de alguno de los novelistas más
influyentes de nuestro tiempo, como el japonés Haruki Murakami o la
canadiense Margaret Atwood, o de algunas de las lenguas romances aún
no distinguidas por la Academia sueca, a saber: el rumano (¿Mircea
Cartarescu? ¿Ana Blandiana?) o el catalán (¿Pere Gimferrer? ¿Joan
Margarit?). Pero el Nobel del año del escándalo ha recaído en una
mujer polaca de nombre complicado: Olga
Tokarczuk. Sé que me
acostumbraré a pronunciarlo y que incluso la leeré con indisimulado
interés. Solo existen dos libros suyos traducidos al español: “Un lugar llamado Antaño” (editorial Lumen, traducción de Esther Rabasco y Bogumila Wyrzykowska) [este mismo libro está traducido al catalán por Anna Rubió y Jerzy Slawomirski; editorial Proa] y “Sobre los huesos de los muertos” editorial Océano (México), traducción de Abel Murcia; el mismo libro y la misma traducción aparecería después publicado en España por la editorial Siruela*; y
Anagrama ha anunciado la inminente salida de un cuarto, Los
errantes, traducido por Agata Orzeszek*. En catalán
también se ha anunciado la publicación de la traducción de su
novela Cos (Cuerpo),
a cargo de Xavier Farré.
Según
las fuentes, la
escritora comenzó su andadura literaria en 1989 con el poemario La
ciudad en los espejos,
luego le siguieron varias novelas muy originales, algunas
galardonadas con importantes premios, como el “Nike” por Los
libros de Jacob
(2015) y el “Man Booker Internacional” en 2018 por Los
errantes,
una trayectoria que ha sabido compaginar con un activismo político
tan prolífico como su escritura. Esperemos que el interés por la
obra de esta singular escritora no decaiga, algo que ha sucedido con
otras galardonadas en los últimos años, como la austríaca Elfriede Jelinek
(2004) o la rumana en lengua alemana Herta Müller (2009).
* Muy agradecido a Abel Murcia por la aclaración.
* Muy agradecido a Abel Murcia por la aclaración.
Gregorio
Muelas Bermúdez
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