Elegía a tus atajos entre nuestros rodeos
Ambrosio Gallego
In-Verso, 2019
Ambrosio
Gallego (Peñalsordo, Badajoz, 1963) es un poeta con obra y
consecuencia, desde su primer poemario, en edición no venal, Casa
con humo (1986), hasta
su más reciente, el que nos ocupa, Elegía
de tus atajos entre nuestros rodeos,
que ve la luz en In-Verso ediciones de poesía, su trayectoria se ha
visto recompensada con premios tan prestigiosos como el VII Premio de
Poesía César Simón, promovido por la Universidad de Valencia, en
2010 por Con
breves ojos (Denes).
Gallego es, además, un delicado haijin,
como deja constar en La
mirada sin nosotros
(Tigres de Papel, 2015).
Poemario
finalista, con diferentes títulos, en los premios “Ciudad de
Badajoz”, en 2012, y “Premio Leonor” de la Diputación de
Soria, en 2017, Elegía
de tus atajos entre nuestros rodeos,
dedicado a la memoria de su hermana Nieves, se abre con tres citas
especialmente significativas, de Alejandra Pizarnik, Antonio Gamoneda
y Miguel Hernández, que apelan al dolor por la pérdida, a lo
irracional de ese hachazo que es la muerte, que nos deja a la
intemperie de esa nada inacabable que es la ausencia. Ya no habrá
más citas ni homenajes, a partir de aquí el poeta cabalgará
pesaroso por sus páginas con la sola compañía del recuerdo
estremecido, “esa amiga memoria metomentodo”.
Estructurado
en tres partes, con los expresivos epígrafes: “Últimos días”,
“Nada es simplemente ayer” y “Nieve de paso”, Elegía
de tus atajos entre nuestros rodeos
es un poemario exclamativo e íntimo, profundamente humano, donde la
poética de Ambrosio Gallego se expande libre por los cuarenta y seis
poemas que componen este libro pues no hay corsé capaz de retener
los versos tachonados, donde cada palabra se hunde en el blanco de la
página para marcar los minutos y las horas de un tiempo en
desbandada que necesita ser contado, “no como los relojes”.
Con
la esperanza de que la muerte sea solo un atajo a la eternidad,
Ambrosio Gallego fija su experiencia de los “Últimos días”
mientras flota en el ambiente la tristeza, “un miedo último a
cerrar los ojos”, un tiempo donde lo poco llega a parecer tanto, y
donde sin perder el sentido del humor su hermana da una lección de
entereza, de entrega: “romped la cáscara de las poses, / avivad el
fuego para una noche larga”. Sobrevuela los versos la idea de
resurrección, de eterno retorno: “¿Y si tal vez sea vida que sólo
vuelve a la vida?”, pero también la necesidad del descanso y la
vecindad del silencio.
En
“Nada es simplemente ayer”, Ambrosio Gallego evoca episodios de
su infancia, con el paisaje extremeño de fondo: Las posadas,
Piedrasanta, donde jugaban el poeta y su hermana, “los niños del
verano”. Las dulzuras y las tortas de la abuela, la historia del
amigo ahogado, las carreras tras el caballo, las risas en el granero,
aquel carnaval, recuerdos tamizados por el encanto de un espacio
natural truncado por el “Largo viaje a Barcelona”.
En
el tercer segmento, “Nieve de paso”, el poeta resume el estado
transitorio del dolor punzante, ciego, así dice en el poema
homónimo: “Esta nieve que te nombra tan bien, / ha aprendido
también como tú a vendar / la herida humilde de los inciertos
pasos.”. De nuevo se destaca la entereza de la hermana frente a lo
inminente pues al final “Vida y muerte ya son lo mismo”. El poeta
toma la pluma para conjurar a la muerte o al menos para que sea
mínima, más justa, una muerte que se aprende a esperar para que la
ceniza no olvide su postrer temblor.
En
conclusión, Ambrosio Gallego nos entrega un poemario del color de la
nostalgia (Pantone 7440 C), verdadero, sencillo, que lejos de
sentimentalismos consigue tocarnos muy hondo, pues el poeta sabe dos
cosas fundamentales: que la vocación de la poesía es compartir y
que solo amamos lo que podemos perder.
Gregorio
Muelas Bermúdez
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