El
azul de los lápices
Rafael
Correcher
Editorial
Denes, Paiporta, 2009
No has visto nunca el
mar
por eso coges
el azul de los lápices…
Con estos
bellos versos del poema que da título al libro, Rafael Correcher dibuja un mar
de sensaciones, de sentimientos y emociones que deja su impronta en la retina y
sensibilidad del lector exigente pues exigente es la escritura de un poeta que
observa el mundo con la precisión de un etnólogo para recrear una realidad que cristaliza
en una poesía metafórica, de corte hermético, lúcida y serena, digna heredera
de los grandes maestros de la escuela italiana, Giuseppe Ungaretti, Eugenio Montale y Salvatore
Quasimodo.
En El azul de los lápices, poemario merecedor
del VI Premio César Simón, Correcher parte de lo fugaz para dotarlo de
permanencia, poniendo su acento en todo lo que nos constituye y sin embargo
está condenado a la desaparición o transmutación. Con poemas por lo general
breves que son como destellos de luz sonora, el poeta nos ofrece su particular
visión de un mundo tendido entre el indicio y la certeza de aquello que nos
queda después de la devastación del sueño de la vida.
Poesía en
estado puro, sensorial y meditativa, se trata de un conjunto de poemas que
invitan a la reflexión y al descubrimiento pues el poeta, como ese perfecto
imperfecto que con sabia intuición reordena los objetos, que en sus manos
adquieren una nueva significación, es capaz de trascender anécdotas, rellenar
espacios y fijar el tiempo en el perenne marco de las palabras. Sólo la
inteligencia del poeta puede ahondar en la raíz de las cosas para ofrecernos
una nueva manera de verlas y entenderlas. Lo que Correcher parece querer
decirnos es que en un mundo sometido a un cambio constante siempre debe
permanecer lo esencial de las cosas que reside en el fondo de la mirada atenta
del poeta.
Correcher
recorre un amplio abanico temático, que abarca desde la acerva crítica social,
en poemas como “Paradise Now”, donde denuncia la beligerante situación que se
padece en Palestina, o la crítica a la intolerancia e irracionalidad de la fe
ortodoxa en “Galileo”; hasta una peculiar interpretación de la naturaleza, que tiene
un peso específico en unos versos que parten de lo físico para ascender etéreos
y filtrarse como el humo en la conciencia del lector avezado.
En
conclusión, El azul de los lápices es
una sutil indagación sobre la realidad que nos circunda. Como el “Rastro” o
“Fósil”, Correcher tiene voluntad de dejar huella en los “Recuerdos”. La poesía
es, sin duda, el mejor instrumento para trascender la realidad y alcanzar cotas
de entendimiento.
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