Piedras al agua
Antonio Cabrera
Tusquets Editores, Barcelona, 2010
Antonio Cabrera es un poeta con obra y consecuencia,
que ha sido merecedor de algunos de los premios más importantes que se convocan
en nuestro país, como el XII Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe y
el Premio Nacional de la Crítica por En
la estación perpetua (Visor, 2000) o el XXV Premio Internacional de Poesía
Ciudad de Melilla por Con el aire
(Visor, 2004). También ha publicado un bellísimo tratado de ornitología en
forma de colección de haikus titulado Tierra
en el cielo (Pre-Textos, 2001). Cabrera conforma junto a Carlos Marzal y
Vicente Gallego un trio fantástico de poetas nacidos entre 1958 y 1963, que
descuellan como verdaderos puntales de una generación que comenzó su etapa de
creación a finales de los años ochenta y que acabará constituyendo la
denominada “poesía de la experiencia”.
Publicada en la prestigiosa colección “Nuevos textos
sagrados” de Tusquets Editores y con un dibujo de portada de José Saborit, Piedras al agua es un poemario pleno
de madurez expresiva, Cabrera nos ofrece un conjunto de poemas de ritmo
imparisílabo que a modo de piedras arrojadas al agua generan ondas expansivas en
su superficie como reflejo de lo que hay en el fondo.
El poemario se estructura en tres apartados sin
epígrafe, así en la primera parte, Cabrera comienza cantando “El alrededor”, el
aire que contiene la esencia de las cosas que suceden a nuestro lado, como una
forma sana para huir del “yo” que las cubre de cotidianidad. La naturaleza
tiene un peso superior en estos versos, es el espacio donde aún es posible el
milagro, donde el sol y la sombra se disputan las fachadas, donde el paisaje es tiempo, secanos, pinares,
riscos y peñascos bordean nuestro paso liminar por el mundo. Pero hay dos poemas
que por su fondo y forma se erigen en verdadero epicentro de esta primera parte:
“Suite de la CV202”, un largo poema estructurado en cinco movimientos donde
describe el paisaje que se divisa desde la carretera en el trayecto de Matet a
Villamalur: una fuente, las higueras, las curvas cerradas, las cumbres y una
nostálgica panorámica del punto de llegada; y el que da título al libro, donde el poeta
quiebra la quietud del estanque para remover la capa de invisibilidad que vela
las cosas. Para Cabrera el paisaje es fuente de conocimiento, la naturaleza se
erige en verdadera protagonista al captar la mirada contemplativa del poeta,
que sabe esperar a que suceda su apacible espectáculo.
En el segundo apartado el espacio se hace íntimo,
doméstico (“El espíritu de la casa”) y aflora el sentimiento a través de las
figuras familiares, así Cabrera evoca a la madre ingrávida como aquella rama
que aún se mece en la memoria; reflexiona sobre la música, la tristeza y la
lentitud al hilo de un pasaje para oboe que estudia el hijo; recuerda un
eclipse en la infancia; y escribe un emotivo “Poema de cumpleaños” dedicado a
su hija Adelina al cumplir la mayoría de edad: la sombra es mucha. Mira a su través. En “Serenidad” el eco de la
lluvia nocturna le revela que somos pura contradicción, mínima certeza
destinada a la mayor de las incertidumbres.
En el tercer apartado, Cabrera nos ofrece “una
poética” que bien podría ser tomada por tesis del libro, donde aflora un
discurso filosófico de alto vuelo, y es que toda la poesía de Cabrera está
impregnada de la filosofía luminosa que destila lo sencillo. Aquí los lugares
se hacen concretos: la visita al templo de Poseidón en Sunion, a la casa natal
de Georg Trakl en Salzburgo, a Roma o al cementerio de Peliciera son fuente
inagotable de discernimiento, de reflexión tamizada de melancolía. En
definitiva, Cabrera demuestra que lo complejo parte de lo sencillo, y ello con
un lenguaje elegante y sugerente en extremo. El poemario concluye con un
“Vivac” donde el protagonista poemático yace tendido a la intemperie, transido
de nocturnidad y con el pulso tomado por el sueño.
En sus manos el paisaje se convierte en materia
poética, es motivo de una honda reflexión como trasunto del paisaje interior
del poeta, cuya mirada pensativa descifra significados ocultos y enfoca lejanías.
Sin duda nos hallamos ante un poemario que viene a confirmar una voz propia y
madura, que parte de lo inmanente para alcanzar la trascendencia, poniendo el
acento en toda aquello que nos rodea.
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