La zanja
Nuria Ruiz de Viñaspre
Editorial Denes, Paiporta, 2015
XII Premio César Simón de Poesía 2015, la Editorial
Denes publica en el número 115 de su impecable colección Calabria, dirigida por
Vicent Berenguer, el nuevo poemario de la escritora logroñesa Nuria Ruiz de
Viñaspre, una autora que ha demostrado desde su primer libro, El mar de los suicidas y otros poemas (Huerga
& Fierro, 1999), poseer una trayectoria tan deslumbrante como fructífera,
donde cada poemario es un hito en ese camino de perfección que debe ser la vida
literaria.
La zanja, que da título al libro, es el símbolo
recurrente que vehicula todo el poemario, así la zanja se nos muestra en sus más
diversas acepciones, unas veces como surco, otras como fosa, pero también como
frontera (Gaza, Zanja Franja) y marcando
la distancia y la intimidad de los cuerpos.
Lo primero que llama la atención en este espléndido
poemario es su forma vanguardista, donde los poemas se (des)ordenan de acuerdo
con el sentido de los mismos, dicha forma también se advierte a nivel
ortográfico, así los puntos y las comas, cuando aparecen, no adoptan su uso
tradicional, sino como cesura o sutura. Por su extravagante lógica, peculiar
empleo de la metáfora, síntesis de imágenes y fusión de verso y plástica, este
poemario se aproxima a los principios estéticos del mejor ultraísmo.
En este volumen encontramos poemas de las más diversos
metros, los hay de dos versos, de dos páginas, en prosa, con estrofas en
cursiva, versos dispuestos en cascada. Todo denota un empleo del lenguaje que
se sabe maleable, que está ahí para mejor uso del poeta, verdadero creador de
lenguaje, un lenguaje que dice y hace y que deja su huella de manera simbólica
en la mirada y el adentro del lector activo, de conciencia abierta.
El poemario se divide en cuatro apartados, con un
breve poema introductorio (conmigo…) que
da cuenta de la acción de entregarse a lo interminable, que es la
acción de escribir. La primera parte, que lleva por título “Ciervos en zanjas”,
es una declaración de principios morales, tomando como pretexto la Biblia, así
parte de algunos pasajes clásicos para desembocar en el más puro surrealismo,
donde el vocablo “ciervo” sustituye al original para acentuar su mensaje, que
culmina con un ciervo se ha estampado en
mi bolso.
La segunda parte, titulada “Pico”, alude al primero
de los utensilios necesarios para hacer o deshacer la zanja. Una cita de
Clarice Lispector introduce el contenido de esta parte donde el oficio de
escribir ayuda al descontrol necesario para la libertad de expresión. Si el
lenguaje es fuente de subversión y crítica, Nuria Ruiz de Viñaspre lo emplea
con toda su agudeza gracias al trasunto y la metáfora, parece que Nuria Ruiz se
desprende del lenguaje tradicional para orillar un nuevo cauce de expresión que
le permita desposeerse de las ataduras que el propio lenguaje, como instrumento
de dominio, impone: la desposesión del
lenguaje/ te regalo mis zanjas/ -le dije-/ y así fuimos des-enterrando cuerpos.
En la tercera parte, que lleva el significativo
título de “Pala”, Nuria completa el binomio y ahonda más, si cabe, en su
actitud crítica, ya el brevísimo poema inicial: ex/ -cavo/ el poema, marca la pauta, ahora la autora pone en juego
las palabras en un ejercicio de raigambre conceptista que se acentuará en los
últimos poemas.
La cuarta parte, titulada “Zanja”, es el producto de
las dos anteriores, ahora los poemas se sirven de la prosa para ordenar el
fondo sobre el que caen los versos, que al principio se precipitan (ser/ no ser) para hilvanar un discurso
aparentemente caótico e irracional pero que tiene mucho de metapoética (Blancanieves destruye la métrica con sus
manos macrófagas). Todo conduce a la identificación final entre palabra y
cuerpo, que es el destinatario de la zanja que Nuria Ruiz nos ha abierto en la
conciencia a golpe de palabras, que se descomponen (bla/ bla/ bla) hasta el blanco de la página.
En definitiva, nos encontramos ante un poemario que
resalta por lo arriesgado de su propuesta, la originalidad de su discurso y su
indagación en la función del lenguaje y la escritura en una sociedad
mediatizada por los imperativos de un sistema que precisamente se sirve del
lenguaje para imponer sus leyes y sus normas, se trata pues de una lectura
apasionante que siempre estimula y a veces desconcierta pero que nunca deja
indiferente al lector activo en busca de una buena dosis de esperanza.
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