Poemas desde mi jardín
Alfonso Aguado Ortuño
Ediciones Frutos del Tiempo, Elx, 2010
Ediciones
Frutos del Tiempo / Ediciones para los amigos publicó en 2010 Poemas
desde mi jardín de
Alfonso Aguado Ortuño,
un poemario integrado por cuarenta y una composiciones de carácter
breve. Se trata del n.º 15 de la colección “Los Cuadernos
Imposibles”, dirigida por Pedro J. Serrano y Javier Cebrián. Me
parece importante señalar quiénes son los artífices que hacen
posible, gracias a su desvelo y tesón, el fondo de muchas
iniciativas editoriales sin las cuales el panorama de la poesía
actual en lengua española sería más tenue. Volviendo al libro, nos
encontramos ante una cuidada edición que se nos revela desde la
misma cubierta, con esa delicada rosa que figura en portada, acuarela
de Elvira Roch Minué.
Ya
en su interior, los poemas se suceden sin división en partes, como
un continuo fluir de versos en armonía, introducidos por una
deliciosa cita de Arthur Rimbaud. Los poemas que aquí se agrupan, en
los que predomina el endecasílabo y el alejandrino, destilan un
aroma decadente en el mejor sentido, pues Alfonso Aguado Ortuño,
prolífico creador que se mueve con soltura en diversos campos, como
la pintura y el diseño, siendo un destacado poeta visual, habla
desde su “fúnebre jardín” donde “huele a humedad y a
abubilla”, así entre una variada flora (pinos, malvas, cipreses,
morera, lantana, agapanto, algarrobo, limonero, higuera, hibiscus,
ginkgo, jazmín, cerezo, petunia, adelfas, glicinias, zinnas…) y
fauna (córvidos, cornejas, vencejos, gatos, lagartijas, culebras,
arañas, pulgones, hormigas, cochinillas, ciempiés, luciérnagas,
mariposas…) se yergue un cementerio viviente donde cuando el poeta
lo abandone para siempre “crecerá la maleza”.
Destaca el poema dedicado a Volney ("Me rige un dios de sepulcros y ruinas"), conde ilustrado, filósofo y orientalista francés, autor de la mítica Las ruinas de Palmira o Meditaciones sobre las revoluciones de los imperios (1791), que ejerció una gran influencia en la literatura gala del siglo XIX.
En
definitiva, Alfonso Aguado Ortuño nos ofrece un poemario repleto de
hallazgos y de ritmo donde demuestra una especial destreza en la
combinación de elementos claros y sombríos, marca de un autor
inquieto a tener muy en cuenta.
Gregorio
Muelas Bermúdez
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