viernes, 18 de diciembre de 2015

Laberinto de efectos. Ricardo Virtanen

 
 


Laberinto de efectos
 
Ricardo Virtanen
 
Amargord Ediciones, Madrid, 2014
 
 
Amargord Ediciones publica la colección de aforismos líricos Laberinto de efectos, del escritor madrileño Ricardo Virtanen, que con este libro da forma a un primer estadio de su obra aforística, que se complementa con el volumen inédito La idea en el hecho. Virtanen es un autor polifacético, que reúne el ejercicio de diversas disciplinas con la misma maestría, así a su más que notable faceta poética, donde destaca su libro de haikus, Sol de hogueras (Renacimiento, 2010), une la crítica literaria y la de músico profesional en el grupo Lobos negros.
El presente libro reúne una escogida muestra de las greguerías del autor, que se hace amplio eco de problemas tan actuales como eternos, dando forma concisa a toda una suerte de ideas que encuentran en el humor, el paralelismo, la ironía y la paradoja su mejor expresión. Virtanen podría haber titulado el libro “Diccionario de efectos”, dado que se entrega a una ingeniosa tarea de redefinición de la realidad, que causa en el lector toda una gama de efectos: sorpresa, gracia, etc.
Las dos citas que inauguran el libro, de Fernando Pessoa y Joseph Joubert, sirven para introducir las intenciones del autor, por un lado marca la pauta que guiará todo el libro, el humor como realidad intrínseca, y por otro señala la síntesis de ideas necesaria para el desempeño de la escritura.
El libro se estructura en cuatro partes: “La realidad frotada (Silueta de humorismos)”, que es la más extensa; “Pompas y circunstancias”, que ya viera la luz en forma de cuaderno en 2008, “Espejismos sin espejo”; y “Orientalismos sin Oriente”, que es la más breve. Estos aforismos, que se agrupan por temas, nos ofrecen una visión del mundo alternativa y/ o distorsionada merced a la asociación de conceptos dispares con el afán de denunciar situaciones absurdas e injustas, así la crisis económica y sus consecuencias están presentes en estas mínimas, basten un par de ejemplos para advertir la intención crítica del autor:
Hoy ya no vendemos nuestra alma al diablo. Los bancos se ocupan de todo.
Hay que reconocer que el banquero siempre mantiene el tipo.
Ramón Gómez de la Serna y Carlos Edmundo de Ory son sus principales referentes, de ellos adopta el humor y la inventiva, cuando la realidad interna choca con el exterior da lugar a un estado de conciencia que interpreta las cosas como símbolos, a esta dinámica se entrega Ricardo Virtanen para alumbrar sus aforemas, dado que un profundo lirismo los anima. De efectos y de afectos se conforma el mundo que nos rodea, y Virtanen sabe combinar ambos para dar rienda suelta a su necesidad de expresión poética.



lunes, 14 de diciembre de 2015

Sucesión de lunas. Jesús Cárdenas

 
 


Sucesión de lunas
 
Jesús Cárdenas
 
Anantes Gestoría Cultural, 2015
 
 
Sucesión de lunas, publicado por Anantes Gestoría Cultural, es el quinto poemario de Jesús Cárdenas. Esta nueva obra viene a confirmar la madurez creativa del escritor sevillano.
Desde Algunos arraigos me vienen (2005), Jesús Cárdenas ha ido trazando una trayectoria poética tan interesante como ascendente, que gracias a su tesón y buen hacer le ha permitido afianzarse en la lírica de nuestros días.
El poemario que nos ocupa se abre con un prólogo firmado por el poeta, narrador y crítico Manuel Rico, titulado “La dialéctica del amor bajo la lluvia”, donde da cuenta de la asombrosa capacidad de imaginación de Cárdenas en un libro de materia amorosa que transita sin red por espacios de luz y de sombra, nos ilustra sobre las virtudes de su estructura y hace una descripción sucinta de las dos partes que lo integran.
En efecto, el poemario se divide en dos partes cuyo epígrafe sintetiza la idea que vertebra el contenido de cada una. Así la primera parte, que lleva por título “Un prodigio en la palabra”, trata precisamente del poder de ésta para retener instantes y pensamientos donde la amada es la protagonista de unos versos configurados bajo el cielo oscurecido de la noche, así, luna tras luna, el poeta vierte su voz en cuarenta y tres breves poemas que cosidos página a página en verdad configuran un solo poema de amor que reúne los estadios por los que este necesariamente pasa y cuya huella se ahonda en un discurso metafórico donde se imbrican sentimiento y naturaleza. Las citas de Pizarnik, Cernuda y Valente, nos advierten del tono de unos poemas no exentos de melancolía, pues no hay llanto sin alegría y no hay miedos sin dudas, así Cárdenas va trazando un bello discurso donde el verso y la prosa se conjugan para aliviar su alma, y he aquí uno de los grandes aciertos del poeta pues esa amalgama entre poemas de ritmo imparisílabo, con preferencia por el endecasílabo, y poemas en prosa obran en favor de un lenguaje ecléctico que busca un punto intermedio entre sentimiento e inteligencia, en este sentido, el poeta logra rehuir las trampas del corazón con elegancia merced a la precisión de la palabra cincelada por la experiencia.
La segunda parte, titulada “Promesas de espejo”, está compuesta por treinta y seis poemas donde la brevedad vuelve a ser la nota dominante de unas composiciones, en prosa la mayoría, donde la lluvia y su simbología se adueñan de buena parte de los versos, si la gota es espejo en miniatura, este se multiplica en solitaria compañía pues siempre la lluvia trae recuerdos de promesas fragmentadas. Tal vez el afán del poeta en esta segunda parte sea ordenar la memoria, torrencial cuando se desata la tormenta. Tan sólo en el silencio de la noche y por la palabra ordenada sabe el poeta que puede calmar el frío de la herida, pues también el agua, con su promesa de transparencia puede aclarar la duda, pues si hay ausencia es porque hubo compañía y a la postre todo es cuestión de tiempo.
En definitiva nos hallamos ante un poemario tan rico en imágenes como intenso en palabras, donde el autor sabe sintetizar con sabiduría la experiencia del amor y su reverso. Celebración y melancolía se reparten unos versos sencillos en apariencia, que dejan entrever un gran trabajo de introspección donde la emoción es contenida por el filo agudo de la palabra exacta,  y cuya lectura, a buen seguro, no dejará indiferente al lector avezado en la materia.

 



martes, 8 de diciembre de 2015

Quince días de fuego. Mario Lourtau

 
 


Quince días de fuego
 
Mario Lourtau
 
Ediciones Rialp, Madrid, 2010
 
 
Accésit del Premio Adonáis 2009, Quince días de fuego es el tercer poemario del autor cacereño Mario Lourtau, después de Donde gravita el hombre (2008) y Catálogo de deudores (2009). Aquí Lourtau alcanza una cota de madurez que le ha hecho merecedor de tan distinguida recompensa, un trabajo que destaca sobre todo por su gran coherencia temática y estructural, que se articula en torno al poder destructor y renovador del fuego, como necesaria transición en el estado de las cosas.
El poemario se abre con una cita de Esquilo de Eleusis que hace hincapié en lo ineludible del destino pues no hay fuego, ni siquiera el del hogar, que acoja al hombre en su anhelada permanencia. A continuación nos encontramos con un hermoso poema a modo de prólogo, “Invierno en los cerezos”, que además de glosar la cita de Esquilo, sintetiza uno de los grandes temas que vertebran el poemario: el poder creador de la palabra, verdadero remanso a la espera de que se cumpla nuestro sino.
El libro se articula en cuatro apartados, en el primero, “Bosque”, Lourtau se adentra en el bosque de las palabras para alcanzar el árbol del conocimiento, así la naturaleza adquiere un peso superior en estos versos y es el fondo sobre el que el autor reflexiona sobre el amor, la soledad y la nostalgia, emplea para ello metáforas y paralelismos, como la que equipara la carne rugosa de las manos del leñador y los anillos del tronco cortado. Aquí el fuego es símbolo de la esperanza contra el frío de la noche que llega con el hacha. Pero aún hay espacio para el milagro, como el del árbol caído que se levanta para clavar de nuevo sus raíces, metáfora del anhelo mayor del hombre.
La segunda parte, “Los estados del fuego”, se inicia con unos versos de Jorge Luis Borges donde se dan cita los cuatro elementos. Lourtau emprende un viaje iniciático desde “La creación del universo” hasta “El espíritu del fuego”. En el principio se forja el Verbo, pues por el fuego existen las palabras sombra y luz, sobre las cuales se sustenta el equilibrio de los cuerpos. Por el camino se encuentra con Heráclito de Éfeso e Ícaro El Estoico, y reflexiona sobre los múltiples usos del fuego: pira, brasa, forja.
En la tercera parte, “Arche”, Lourtau se hace eco de una cita de Félix Grande: únicamente vive lo que arde, así trenza la llama con los colores del fuego: rojo, azul, amarillo y blanco, que da lugar a otros tantos poemas homónimos con un gran poder sugeridor. En esta parte se relaciona el fuego con el ardor del cuerpo de los amantes, aunque siempre amenazado por la nevada. También hay una vista de Pompeya, cuyas calles se transformaron en verdaderos ríos de fuego y lava, y donde ahora solo queda el frío seco de las cenizas. Pero si hay un sentimiento que se impone es la nostalgia, a la que invita el crepitar de la leña que arde igual que un gran recuerdo en la noche silenciosa.
La cuarta parte, “La sed de las cenizas” está integrada por cuatro poemas, que figuran entre los más densos de todo el libro, es el caso de “Ciudad de marzo”, un gran poema dividido en cuatro partes que avanzan desde la blancura del invierno al gran solsticio verde de las flores de una incipiente primavera, un bellísimo poema donde se combinan con acierto elementos urbanos con el poder de la naturaleza, donde el invierno invita a una crítica al consumismo y su acerba exigencia que conduce al hombre a la destrucción, pero el mes de marzo da la bienvenida a la esperanza. En el poema que da título a esta última parte del libro, Lourtau se interroga sobre el destino de todas las cosas que contemplamos en la vida cuando ésta se acaba, de nuevo aparece aquí el anhelo de remar contra corriente . El poemario se cierra con el poema que da título a todo el conjunto, un broche de oro por haber vencido a la sed de las palabras, durante este período ese hombre que caminando sobre el fuego y no se quema se ha visto sorprendido por la música interior con que los bardos sueñan.
En definitiva nos hallamos ante un poemario emotivo y rico en contrastes, que consigue, merced a un ritmo deslumbrante y una gran minuciosidad, dar otra vuelta de tuerca a un símbolo tan manido como el fuego. Una lectura muy recomendable en estos tiempos que amenazan con quemar la verdadera esencia del hombre.



domingo, 6 de diciembre de 2015

Tiempo gris de cosmos. José Antonio Santano

 
 


Tiempo gris de cosmos
 
José Antonio Santano
 
Editorial Nazarí, Granada, 2014
 
 
José Antonio Santano es un poeta con una fructífera trayectoria avalada por numerosos reconocimientos, como el Premio Internacional “Barro” de Sevilla, 1993, por Profecía de Otoño; el Premio de Poesía “Ciudad de El Ejido”, 1995, por Exilio en Caridemo; el Premio Nacional de Poesía 2000 por La piedra escrita; el Premio Andalucía de la Crítica “Ópera Prima” 2005 por Trasmar; el X Premio Internacional de Poesía “Luis Feria” 2008 de la Universidad de La Laguna, Tenerife, por Razón de ser; además ha sido traducido al italiano por Emilio Coco en Il volo degli anni - Antologia poetica personale, 2007, XIV Premio Internazionale di Poesia e Letteratura “Nuove Lettere” 2009 del Instituto Italiano di Cultura di Napoli.
Este cordobés de Baena afincado en Almería también es crítico literario en prensa y revistas, colaborador habitual del Diario de Almería y del Instituto de Estudios Almerienses, actualmente dirige la publicación literaria “Cuadernos Metáfora”.
En Tiempo gris de cosmos, su último poemario hasta la fecha, publicado por Editorial Nazarí en su colección Daraxa, Santano articula un canto de fraternidad con “todos los habitantes del planeta”. El libro se inaugura con unos versos de Francisco Peralta, de quien toma el título, que a modo de tesis nos advierte del tono del poemario, donde el poeta adopta una posición necesariamente crítica para entonar un canto a la cruda realidad actual, tan muda de esperanza, donde el autor se identifica con los más desfavorecidos para devolver al hombre el centro y la capacidad de seguir soñando en un mundo donde la primavera le gane el pulso al invierno.
El poemario se divide en dos grandes secciones. En la primera parte, “Tiempos de silencio”, los poemas son por lo general breves y en ellos el poeta se sirve de elementos de la naturaleza, como la lluvia, para alzar su voz contra la injusticia e hilvanar de paso un discurso poético de altura, que pone el acento en aspectos tan actuales como eternos, siempre con una actitud crítica hacia la realidad, tan adversa como llena de incertidumbres, así en “Certeza” Santano define la rutina como ese zapato que nos aprieta y nos condena a la oscuridad y el silencio de la celda que habitamos cada día.
Santano pone en solfa los símbolos que coartan la libertad del hombre: patria, Dios y bandera, por tanto nos encontramos ante una poesía donde la belleza de los versos se aúna con el mensaje social, con un inconformismo crítico que pone el acento en los grandes males que nos acucian: el hambre, la ignorancia, la soledad. Para Santano la única salvación es posible a través de las palabras y los sentimientos, capaces de sofocar “el fuego de los tiranos”.
La poética de Santano suscribe el célebre verso de Gabriel Celaya (“la poesía es un arma cargada de futuro”), para enarbolar la bandera de la dignidad contra “la vil corrupción de los gobiernos/ el saqueo de los banqueros/ y la insolencia de la Iglesia” (“Indignado”). En “El campus”, la noche que se cierra sobre las aulas actúa como símbolo de un futuro desconcertante. Solo la luz de la palabra, verdadero recinto de subversión contra la tiranía y la avaricia, puede iluminar un mundo oscurecido, triste, frío.
En la segunda parte, que comparte epígrafe con el título del poemario, los poemas son más densos y su extensión se dilata al hilo de un discurso candencioso tan rico en imágenes como efectivo en ideas, donde Santano se sirve de la tópica pregunta de una red social para dar rienda suelta a una horda de sentimientos donde el presente y el pasado se imbrican de tal forma que conforman un nuevo tiempo: gris por el contexto, cosmos por el universo del poeta. Diez poemas, diez cantos, diez confesiones que reúnen el sentir de un soñador que afirma su ser en un mundo amenazado por la Nada.
El poemario concluye con una aproximación crítica a la poética del libro de José Cabrera Martos, donde éste realiza un profundo análisis ético y filosófico de los temas que animan el quehacer poético de José Antonio Santano, un poeta que escribe para liberarse y liberarnos de un sistema asténico.
 



domingo, 22 de noviembre de 2015

Piedras al agua. Antonio Cabrera

 
 


 
Piedras al agua
 
Antonio Cabrera
 
Tusquets Editores, Barcelona, 2010
 
 

Antonio Cabrera es un poeta con obra y consecuencia, que ha sido merecedor de algunos de los premios más importantes que se convocan en nuestro país, como el XII Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe y el Premio Nacional de la Crítica por En la estación perpetua (Visor, 2000) o el XXV Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla por Con el aire (Visor, 2004). También ha publicado un bellísimo tratado de ornitología en forma de colección de haikus titulado Tierra en el cielo (Pre-Textos, 2001). Cabrera conforma junto a Carlos Marzal y Vicente Gallego un trio fantástico de poetas nacidos entre 1958 y 1963, que descuellan como verdaderos puntales de una generación que comenzó su etapa de creación a finales de los años ochenta y que acabará constituyendo la denominada “poesía de la experiencia”.
Publicada en la prestigiosa colección “Nuevos textos sagrados” de Tusquets Editores y con un dibujo de portada de José Saborit, Piedras al agua es un poemario pleno de madurez expresiva, Cabrera nos ofrece un conjunto de poemas de ritmo imparisílabo que a modo de piedras arrojadas al agua generan ondas expansivas en su superficie como reflejo de lo que hay en el fondo.
El poemario se estructura en tres apartados sin epígrafe, así en la primera parte, Cabrera comienza cantando “El alrededor”, el aire que contiene la esencia de las cosas que suceden a nuestro lado, como una forma sana para huir del “yo” que las cubre de cotidianidad. La naturaleza tiene un peso superior en estos versos, es el espacio donde aún es posible el milagro, donde el sol y la sombra se disputan las fachadas, donde el paisaje es tiempo, secanos, pinares, riscos y peñascos bordean nuestro paso liminar por el mundo. Pero hay dos poemas que por su fondo y forma se erigen en verdadero epicentro de esta primera parte: “Suite de la CV202”, un largo poema estructurado en cinco movimientos donde describe el paisaje que se divisa desde la carretera en el trayecto de Matet a Villamalur: una fuente, las higueras, las curvas cerradas, las cumbres y una nostálgica panorámica del punto de llegada;  y el que da título al libro, donde el poeta quiebra la quietud del estanque para remover la capa de invisibilidad que vela las cosas. Para Cabrera el paisaje es fuente de conocimiento, la naturaleza se erige en verdadera protagonista al captar la mirada contemplativa del poeta, que sabe esperar a que suceda su apacible espectáculo.
En el segundo apartado el espacio se hace íntimo, doméstico (“El espíritu de la casa”) y aflora el sentimiento a través de las figuras familiares, así Cabrera evoca a la madre ingrávida como aquella rama que aún se mece en la memoria; reflexiona sobre la música, la tristeza y la lentitud al hilo de un pasaje para oboe que estudia el hijo; recuerda un eclipse en la infancia; y escribe un emotivo “Poema de cumpleaños” dedicado a su hija Adelina al cumplir la mayoría de edad: la sombra es mucha. Mira a su través. En “Serenidad” el eco de la lluvia nocturna le revela que somos pura contradicción, mínima certeza destinada a la mayor de las incertidumbres.
En el tercer apartado, Cabrera nos ofrece “una poética” que bien podría ser tomada por tesis del libro, donde aflora un discurso filosófico de alto vuelo, y es que toda la poesía de Cabrera está impregnada de la filosofía luminosa que destila lo sencillo. Aquí los lugares se hacen concretos: la visita al templo de Poseidón en Sunion, a la casa natal de Georg Trakl en Salzburgo, a Roma o al cementerio de Peliciera son fuente inagotable de discernimiento, de reflexión tamizada de melancolía. En definitiva, Cabrera demuestra que lo complejo parte de lo sencillo, y ello con un lenguaje elegante y sugerente en extremo. El poemario concluye con un “Vivac” donde el protagonista poemático yace tendido a la intemperie, transido de nocturnidad y con el pulso tomado por el sueño.
En sus manos el paisaje se convierte en materia poética, es motivo de una honda reflexión como trasunto del paisaje interior del poeta, cuya mirada pensativa descifra significados ocultos y enfoca lejanías. Sin duda nos hallamos ante un poemario que viene a confirmar una voz propia y madura, que parte de lo inmanente para alcanzar la trascendencia, poniendo el acento en toda aquello que nos rodea.


jueves, 12 de noviembre de 2015

Viva ausencia. Blas Muñoz Pizarro

 
 


Viva ausencia
 
Blas Muñoz Pizarro
 
Diputación Foral de Álava, 2010
 
 

Blas Muñoz Pizarro es uno de los poetas valencianos más destacados y laureados de las últimas décadas y por este poemario, que bajo el significativo título de Viva ausencia reúne los poemas compuestos entre 2007 y 2009, recibió el Premio “Ernestina de Champourcín” 2010 concedido por la Diputación Foral de Álava.
El libro se abre con un prólogo de Antonio Mayor, compañero de versos en la tertulia “El limonero de Homero”, que con fino olfato sabe rastrear las claves de un poemario tan íntimo como necesario en la trayectoria literaria de Blas Muñoz, que como bien señala el prologuista, ha sabido aunar con precisión estética fondo y forma para ofrecernos una poesía a la vez actual y eterna.
Viva ausencia se divide en VII apartados y un Final a modo de epílogo soñado. Como antesala a las diversas estancias por las que el poeta nos adentra, nos encontramos unos versos de un heterónimo de Pessoa, Alberto Caeiro, que sintetizan la tesis principal que inspira el libro: la soledad creadora, dolorosa y fructífera.
La primera parte, que da título al conjunto, está compuesta por siete sonetos de factura clásica, donde el poeta entabla un diálogo con el tiempo huido, un ajuste de cuentas con el pasado. Esta parte contiene el “Tríptico de tu ausencia”, de hondo tono elegíaco, donde se advierte que la ausencia de la figura del padre marcó un verdadero punto de inflexión, pues a ese gran ausente le debe el poeta no sólo la vida, sino el silencio, y la palabra rediviva.
La segunda parte, titulada “Naturaleza muerta”, está integrada por siete décimas inspiradas en objetos cotidianos como un jarrón, un guante, un sillón, un disco de vinilo o una manzana, donde el poeta anima lo inerte con ánimo de conjurar lo perdido.
En la tercera parte, “Tal vez tú”, Blas Muñoz retoma el soneto en siete bellas composiciones donde su destreza rítmica se pone al servicio de la profundidad psicológica, aquí el paisaje y los fenómenos que en ellos se vislumbran (crepúsculo, lluvia), unido a la atmósfera propia del otoño y el invierno, devienen en nostalgia.
La cuarta parte, con el título “Nada”, está encabezada por una significativa cita de Francisco Brines, que nos introduce en el único poema que compone esta parte, que merced a la deconstrucción de su estructura y la rima segmentada oficia de centro sobre el que se ordena todo el poemario.
En la quinta parte, “Unas décimas de fiebre”, nos hallamos de nuevo con siete ingeniosas décimas que son fruto del recuerdo de momentos dichosos marcados por la alegría de la pena.
La sexta parte, titulada “Ardido ardid”, la integran un poema en prosa y siete bellísimos sonetos, que bien nos sorprenden por su abruptos encabalgamientos, es el caso “Forma segunda”, o nos deleitan por su propuesta metapoética pues el poeta reflexiona sobre su arte al discernir la belleza de lo pútrido, como el vuelo de las gaviotas sobre el vertedero, y en sendos homenajes a Gérard de Nerval y la paloma de Alberti.
En la séptima y última parte, “Álbum de esbozos”, Blas Muñoz vuelve a la décima, pero en esta ocasión adaptando su forma a un modo muy particular de ordenar su discurso con la gracia y el ingenio que le inspiran la luz, el viento y la lluvia de las tierras andaluzas.
En definitiva, nos hallamos ante un poemario que gracias al magistral empleo de ciertas estructuras clásicas, como el soneto y la décima, permiten al poeta ordenar ese caos que a veces es la vida y asumir sus derrotas. Sin duda, una lectura estimulante en un tiempo donde el verso libre domina el panorama.
 


domingo, 8 de noviembre de 2015

Pobreza. Víktor Gómez

 
 


Pobreza
 
Víktor Gómez
 
Calambur, Madrid, 2013
 
 
 
Víktor Gómez, madrileño de cuna y valenciano de corazón, es uno de los animadores culturales más influyentes del panorama literario actual, su floreciente labor como coordinador de la Asociación Poética Caudal y las presentaciones y recitales que organiza en la librería Primado, por donde pasa la poesía en Valencia, atestiguan una inquietud vital e intelectual digna de encomio. Como autor ha demostrado poseer una voz propia, con el empleo de un lenguaje combativo, que desde un humanismo militante parte de lo existencial para “despertar” conciencias al poner el acento en la problemática social. Víktor cuenta con un amplio bagaje de publicaciones: Detrás de la casa en ruinas (Amargord, 2010), Huérfanos aún (Baile del Sol, 2010), Incompleto (4 de agosto, 2010), Trazas del calígrafo zurdo (Varasek, 2013) y recientemente Pobreza (Calambur, 2013), además su interesante labor como co-director, junto a Javier Gil, de la colección ONCE de poesía y ensayo de Ediciones Amargord, avalan a un autor incansable y comprometido.
En Pobreza hallamos un lenguaje rico en matices, que disecciona la realidad con la habilidad de un entomólogo, en sus manos parece que el lenguaje se dilata, se curva, para decir de otra forma cosas que deben ser dichas. Estamos ante una poesía crítica con la realidad circundante, que hace del lenguaje un material altamente maleable, donde se imbrican diversos géneros, registros y dialectos, y cuya sabia combinación consigue poner en crisis las trampas y falsos asideros que una moral impuesta ha ido poniendo en el camino. Víktor Gómez tiene la extraordinaria habilidad de tensar el lenguaje poético como un arco que dispara saetas cargadas de humanidad al centro de la diana de la hipocresía y el nepotismo que gobiernan un mundo adocenado y conformista.
El libro se organiza en torno a dos apartados o libros, el primero, el más extenso, que lleva por título “Aún sin nombre”, se abre con dos citas que a modo de tesis avanzan su contenido, la primera de ellas tomada de una pintada en alguna pared del “trullo”, es la que da título al poemario, y asevera que en ese lugar maldito sólo se castiga la pobreza. La otra cita es de Salvatore Quasimodo y alude a lo terrible que anida en la apariencia más bella, sin duda estas citas denotan la voluntad de crítica de un autor que rompe con todo orden establecido para dar nombre a aquello que aún no lo tiene o lo ha perdido: la dignidad que hace al ser humano.
El libro I se inicia con un breve poema de gran belleza que se asemeja en fondo y forma a la tanka (o “traza”): pequeños trapos/ tendidos/ la humedad pesa/ tensa una cuerda/ que tiembla al viento. Le sigue toda una serie de poemas de tono altamente expresivo, que denuncian la pobreza del alma que se abandona a las sombras en versos de gran hondura: si no sangra/ el poema/ se pudre o ¿Qué pobreza es esta que ni sabe qué nombre tiene lo posible?. Sorprende la capacidad de Víktor para trenzar discursos aparentemente disímiles y aunarlos en un todo común a través de una sugerente escritura que emplea onomatopeyas, neologismos y extranjerismos y renuncia a determinados signos convencionales de la lengua como el punto final o la mayúscula al inicio de frase para apostar por otros menos comunes pero más expresivos, como el guión, el paréntesis y la cursiva, que le permiten deconstruir los tópicos de la versificación.
Otro aspecto interesante a comentar es lo que podríamos llamar la arquitectura del poema pues Viktor Gómez dispone y ordena los versos con milimétrica precisión para orquestar un discurso con altas dosis de compromiso social, donde los espacios en blanco invitan al lector activo a rellenar los huecos, en este sentido los poemas no son conclusivos, sino textos abiertos que incitan a pensar y replantearse la orfandad del mundo.
El libro II, titulado “Jana”, se inicia con un largo poema en prosa que emparenta el origen del universo con el sexo de la amada, donde la carne se hace verbo. Le siguen toda una serie de poemas donde el poeta invoca el pasado a través de recuerdos interrogantes y donde el lenguaje se hace más sensual, con una aureola metafísica: sexo y boca se besan  -fluyen en ese brío-/ salado mar de ebrios dioses. Culmina el poemario un único verso que sintetiza la idea vertebral del libro: ¿y no habrán de resucitar los vivos?.
La poética de Víktor Gómez no deja indiferente a nadie, ofrece y exige compromiso ético para tratar de desvelar los intereses creados, el abuso y el derroche de unos pocos contra la inmensa mayoría. Una lectura muy recomendable en estos tiempos de miseria moral y creciente incertidumbre.

 


domingo, 1 de noviembre de 2015

La eternidad y un día. José Saborit

 
 


 
La eternidad y un día
 
José Saborit
 
Editorial Pre-Textos, Valencia, 2012
 
 
 
Pintor y poeta, José Saborit es uno de los más reputados artistas plásticos del panorama nacional y desde la publicación en 2008 de su primer poemario, Flor de sal (Pre-Textos), ha unido a su brillante trayectoria pictórica la escritura poética, tal vez auspiciado por su estrecha amistad con grandes próceres de nuestra mejor poesía como Carlos Marzal, Vicente Gallego o Antonio Cabrera, poetas con los que ha colaborado ilustrando las portadas de sus últimas publicaciones en la colección “Nuevos textos sagrados” de la editorial Tusquets. Esta amistad y colaboración ha dejado su impronta en la forma de versificar de Saborit, con un amplio señorío del heptasílabo y el endecasílabo, que dotan a los poemas de pulso y un ritmo propicio a la meditación, una influencia que se sabe positiva y vaticina sabios frutos.
De entrada llama la atención el propio título del libro, La eternidad y un día recuerda la hermosa película homónima del genial cineasta griego Theo Angelopoulos, el cual a su vez tomó el título de un verso de la pieza teatral de Shakespeare Como gustéis, por tanto arte heredado y arte ofrecido. Un título tan sugerente nos hace prever un bello contenido y en efecto nos encontramos ante una poesía que ha sabido alzar el vuelo para ofrecernos un conjunto de poemas, cuarenta y tres en total, que nos hablan de las cosas del mundo, algunas tan palpables como las uvas, las melias o la lluvia, y otras tan etéreas como el tiempo. Saborit, como hábil pintor también sabe trazar con versos sobre el lienzo de la página los sentimientos: el dolor de la pérdida y su negación, la rabia ante la muerte incomprensible en “Te fuiste”, pero la muerte también es objeto de discernimiento, de reflexión, de denuncia en poemas como “Muerte adentro” (No es la muerte que irrumpe de repente/ […] no es acaso esa muerte sino otra/ callada, clandestina,/ la que venga a cerrar/ el libro de tus horas,/ otra muerte creciendo en tu interior) o “Buena muerte”(Morir es adentrarse en el camino/ que lleva a la más pura indiferencia.).

El arte, como era de esperar, también es objeto del poema, así Saborit poetiza sobre el lienzo “Monje mirando el mar” de Gaspar David Friedrich, donde pone la palabra al servicio de la pintura para describir y descubrir el sentido último de un cuadro donde el cielo y el mar se funden y se confunden en la mirada atormentada del monje protagonista, que observa con nostalgia el paso de las olas y los días.
También la música y la poesía serán temas tratados por la sabia intuición del poeta, que merced a la arquitectura de las palabras sabe describir la sensación de dos artes que poseen mucho en común, esa connivencia entre el fondo y la forma, esa necesidad de la conciencia de transferir lo onírico e intangible a la inconsciencia, pues sólo los sueños son capaces de conjurar lo perdido.
Y cómo no el paisaje, preciosa y precisa la descripción del “Faro de la Mola”, donde su luz no es sólo guía de nocturnos, sino también del alma errante del poeta, que vaga por la sombra más oscura en busca de asidero, de amarre preciso en tierra.
En definitiva nos hallamos ante un libro complejo por la diversidad de su contenido, que despliega un amplio mapa temático que es reflejo y eco del pensar y el sentir de un poeta que aún tiene mucho que decir, un poeta que sueña con ganar un día al tiempo que nos queda.


jueves, 29 de octubre de 2015

Modos de concebir la tarde. Carles Santaemília

 
 



Modos de concebir la tarde
 
Carles Santaemília
 
Editorial Denes, Paiporta, 2006
 
 
 
Obra ganadora del V Premio Paiporta de Creación Poética, Modos de concebir la tarde es un poemario que recopila 38 modos de concebir la vida y sus circunstancias desde un punto de vista trascendental, que se interroga sobre la existencia pero con un agudo sentido del humor que le sirve a su autor para realizar una crítica velada a una sociedad adocenada, autocomplaciente, abúlica, inmersa en el conformismo y herida de hipocresía, un mundo que vaga sin rumbo hacia su epílogo final.
Estructurado en tres partes, en la primera, “Evidencia (Caída)”, Carles Santaemília revela la decadencia de una sociedad abocada a caer en el abismo, sumida en la bancarrota, que “restringida su luz” camina por la sombra, en este sentido el autor no duda en emplear el símil para poner al hombre en solfa ante sus propias circunstancias. Un hombre que teme el inexorable paso del tiempo pero no sabe qué hacer con él, que lo maquilla con “Cosméticos” o lo mata en ocios de una vacuidad ominosa (“Tómate tu tiempo”).
En la segunda parte, “Contemplación”, el espacio de la naturaleza asume el protagonismo y se confronta a la obra del ser humano, a su obstinación por cambiar el paisaje, por adaptarlo a sus necesidades económicas, he aquí una poesía con cierto aire satírico que emplea el humor de una forma muy inteligente para erigirse en testimonio de un mundo que se aleja cada vez más de sus orígenes. El hombre es ese “alpinista del tedio” que siempre sueña con “alcanzar la cumbre” y en ese ascenso no es capaz de sentir la plenitud de todo aquello que le rodea, es la cruz de la moneda lanzada al aire, “para el ave es haiku/ un apunte en la oda del paisaje” (“En perspectiva”), que envidia la perfecta geometría de la naturaleza y que se empeña en construir con la esperanza de que algo perdure. Pero también la memoria es paisaje, paisaje interior que selecciona, ordena y borra los recuerdos trashumantes, sólo la memoria puede encontrarle al tiempo su talón de Aquiles (“Perspectiva engañosa”).
En la tercera parte, “Vuelo”, nos hallamos ante una poesía más sensorial, más abstracta, que surge a través de situaciones cotidianas, así la farmacia, el bar o el cine se convierten en lugares donde la poesía fluye a veces reveladora, otras amarga.
En definitiva, Carles Santaemília es un poeta a tener en cuenta, que hace gala de un lenguaje actual, cuajado de palabras que ya pertenecen al más reciente acervo popular, como “Tetris” o “Scalextrix”, para trazar un mapa de ideas y sentimientos ecléctico y nostálgico, no exento de desencanto. Una lectura muy recomendable para propiciar una mirada introspectiva, conciencia adentro.


viernes, 23 de octubre de 2015

Malas compañías. Juan Ramón Barat

 
 



Malas compañías
 
Juan Ramón Barat
 
Asociación de Escritores y Artistas Españoles, Madrid, 2006
 
 
 
Lo primero que llama la atención del volumen que nos ocupa es el propio título, Malas compañías, merecedor  del XVII Premio de Poesía “Blas de Otero” 2005 del Ayuntamiento de Majadahonda, parece aludir a las dos caras de una misma moneda: por una parte a la influencia negativa de personas nocivas, y por otra al maquiavélico interés que gobierna el devenir de empresas que explotan recursos económicos y humanos, por tanto nos hallamos ante un texto con vocación de denuncia, que pone el acento en cuestiones eternas: la vida y la muerte, el tiempo y el destino. Juan Ramón Barat despliega una escritura bella y diáfana, con un estilo en apariencia sencillo pero de una profunda carga emocional que parte de lo cotidiano para ahondar en las raíces de una realidad adversa. Con este libro Juan Ramón Barat alcanza una cima de la poesía metafísica, en sus versos las inveteradas preguntas adquieren una dimensión telúrica, con elegancia y precisión, Barat va trazando un mapa de lugares comunes pero con una óptica muy personal.
 
El libro, constituido por poemas en general breves y en su inmensa mayoría con versos heptasílabos y endecasílabos, consta de cinco partes. En la primera, “Amarga miel del sueño”, Barat se sabe aire que corre por los caminos del azar, de sombra en sombra, hasta hacerse carne, milagro absurdo de la vida. (“Acaso”). El paisaje, sobre todo el mar, se erige en marco donde la memoria motiva hondas reflexiones sobre el devastador paso del tiempo.
En la segunda parte, que da título al libro, la palabra se esencializa para describir un mundo que se desgarra por la herida de la muerte, así en “Epigrama funerario” se emparenta con la noche: su lento caer es una lápida de sombras sobre el mundo, y en “El espejo” éste nos devuelve la imagen de un fantasma, de un alma desnuda.  
En la tercera parte, “La hermosa lumbre”, la noche adopta todo el protagonismo, así el poeta siente la luz como un don que riega un mundo sembrado de sombras, y se sorprende llorando ante el espectáculo del cielo estrellado de “Medianoche”, que le recuerda la fugacidad y la finitud de toda belleza, pero la noche también es el escenario de una cruenta batalla con la oscuridad, de ahí la significación del calor de la lumbre y la luz candorosa que le permiten atravesarla en paz.
En la cuarta parte, “Liquidación de existencias”, la noche continua siendo el escenario de muchos poemas pero con un barniz de amargura, como el de la jarra de cerveza, la vida o el amor. La poesía es el instrumento que el autor emplea para vengarse del tiempo, que erosiona sin piedad a las criaturas que queremos, el poeta asume la irrealidad de una vida condenada a la desaparición pero no obstante apela a la libertad de elegir entre la sumisión o la rebeldía. Así en “Bancarrota” el hombre en su empeño por alcanzar la eternidad paga con la moneda de su fe y sus sueños un alto precio para irremediablemente acabar cumpliendo el aciago destino que le aguarda.
En la quinta y última parte, “Rosas amarillas”, se agrupan los poemas más extensos del libro, donde el autor hace un recuento de daños y donde la escritura se revela, a modo de poética, como un veneno que hay que expulsar para aligerar el corazón del peso de los recuerdos que evocan unas gafas reencontradas, unas rosas amarillas en una curva, y dar rienda suelta a la nostalgia a través de las lágrimas.
En definitiva, Juan Ramón Barat plantea un discurso poético con tintes filosóficos y emocionales que si sitúa en las antípodas de cierto hermetismo muy en boga. Barat quiere hacerse comprensible merced a un estilo sobrio y elegante que abunda en comparaciones. Mucho de autobiográfico hay en estos versos donde la anécdota sirve como resorte para profundizar en los recuerdos –de infancia, de familia- y hallar el más puro deslumbramiento. Sin duda una buena compañía la de esta poesía con vocación de compartir con el lector una experiencia vital que discurre contra el tiempo.
 


martes, 20 de octubre de 2015

La herida de los días. Blas Muñoz Pizarro

 
 


 
La herida de los días
 
Blas Muñoz Pizarro
 
Gobierno de Aragón, Zaragoza, 2010
 
 
 
Blas Muñoz Pizarro es, con toda justicia, uno de los poetas más laureados de nuestras letras, numerosos premios jalonan su obra, que se inició en 1971 con una primera etapa de creación que abarca hasta 1981 con la publicación de Naufragio de Narciso, luego permanece en silencio poético durante cinco lustros, un largo período dedicado a la reflexión e introspección, hasta que en 2007 finaliza La mirada de Jano, que le devuelve a la primera plana. Desde entonces no ha dejado de cosechar galardones, algunos tan importantes como el Premio Miguel Labordeta 2010 del Gobierno de Aragón por La herida de los días, el poemario que nos ocupa, que además fue merecedor en 2011 del Premio de la Crítica Literaria Valenciana que concede la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (C.L.A.V.E.).
Blas Muñoz demuestra su absoluta pericia en el empleo del endecasílabo en este conjunto de 29 sonetos sin rima consonante, donde alcanza altas cotas de percepción  de la realidad poemática. El bellísimo título sintetiza la loable aspiración del autor de plasmar cómo el ineluctable paso del tiempo, siempre en fuga, acrecienta la herida por dónde el olvido se apropia de la memoria.
La palabra poética le sirve de lúcido escalpelo para ahondar con asombrosa veracidad el velo que recubre las cosas, consiguiendo trascender la pura anécdota para desvelar la esencia de esas cosas que aunque fugaces dejan tras de sí un amplio poso en la memoria.
El libro se inaugura con un “Pórtico” a modo de prefacio, que nos habla de la inveterada condición del héroe, ser abocado a avanzar en silencio bajo la mirada admonitoria de aquellos que le amaron, testigos mudos del sacrificio que se le exige y que no admite el fracaso. El poemario se clausura con un poema, “Mi óbolo”, como dádiva que el hombre entrega en agradecimiento por su paso, breve, por la vida.
Estructurado en forma de diario íntimo, Blas Muñoz nos conduce de la mano a través de un inquietante viaje metafísico por un mundo constantemente amenazado por la nada. La luz que recién nacida ya vislumbra su postrer apagamiento, el dolor que agrieta el alma con la irrevocable ausencia de seres que aún transitan por la memoria, la ceniza como residuo fúnebre de aquello que antes rebosaba de vida, pero también celebración de ésta última, por tanto himno tamizado de elegía. Nos hallamos pues ante una poesía de corte metafísico que trata de hallar certezas desbrozando el todo de la nada.
Elegancia e inteligencia definen el estilo de un poeta capaz de describir el mundo de un modo auténtico y personal. Sólo la experiencia del poeta es capaz de rescatar pasajes y paisajes acerados en la memoria. El tiempo hiere y marca cicatrices en el alma sensible del poeta que revive momentos al volver a contactar con lugares donde el recuerdo se obstina en permanecer más allá de la conciencia, que como la magdalena proustiana sólo espera la circunstancia exacta para manifestarse, así en “Día de Reyes” una fecha le devuelve un episodio de infancia enmarcada tras una ventana como un cuadro de nostalgia; o en “1950 (por ejemplo)” donde la mirada del poeta arroja luz sobre las sombras que habitan en la antigua casa familiar.
La propia creación poética ocupa también un lugar importante en sonetos tan memorables como “Otro fulgor”, “Poética (o no)”, “Razón de ser”, “Este oficio de penumbras”, o el emotivo “Un libro dedicado (1974)”, que evoca la figura y el magisterio del gran poeta alicantino Juan Gil-Albert.
En conclusión, “esta suma de restos, o de restas” que es la poesía de Blas Muñoz es capaz, merced a la inteligencia y el instrumento de la bella palabra, de avivar las cenizas, de recomponer un mundo interior erosionado por el paso del tiempo.

 
 


sábado, 17 de octubre de 2015

Huellas. Antonio Martínez i Ferrer

 
 
 
 
Huellas
 
Antonio Martínez i Ferrer
 
El Taller del Poeta, Pontevedra, 2013
 
 
 
Publicado por la editorial gallega El Taller del Poeta, Huellas, del poeta alcireño Antonio Martínez i Ferrer, es un poemario breve e intenso, breve por la extensión de sus poemas, de entre  tres y dieciséis versos, donde abundan las composiciones con aliento de haiku y tanka; e intenso por el tono, con altas dosis de romanticismo: en la estructura del nido/ nace un romance/ con voz de alameda/ sembrada de fantasías/ Tú, y la forma, el verso libre y los frecuentes encabalgamientos aportan al texto un ritmo vertiginoso.
Autor tardío, pues compuso su primer poemario después de cumplidos los sesenta años, Antonio Martínez i Ferrer tiene en su haber algunas obras avaladas por la crítica y respaldadas por importantes editoriales, es el caso de El rumor del patio (Editorial Germanía, 2003) y  Corre, corre, niño de arena (Ediciones Baile del Sol, 2009). Ahora, con Huellas, demuestra poseer una voz madura, capaz de transmitir sinceridad y pasión.
Estructurado en torno a seis apartados: Cosas, Trazos, Encuadres, ¿Me llamas?, Distancias-encuentros y Reencuentros, precedidos por un prólogo del editor y poeta Fernando Luis Pérez Poza y una cita de José Viñals, Antonio Martínez i Ferrer nos ofrece un conjunto de poemas que señalan un camino marcado por versos que a modo de huellas pretenden dejar constancia de encuentros, de momentos, hurtando instantes al olvido que orilla el torrente de la memoria. Nos encontramos ante poemas de bella factura donde el poeta, desde una soledad que semeja un destierro, entre la ensoñación y el silencio, se dirige a la amada ausente: Te comunico que estoy muriendo solo. El poeta nos habla de largas miradas indescifrables, de despedida, sin embargo se impone el deseo, los abrazos y los besos encuentran su lugar en la penumbra, pero también hay locura, ansia y grito, el poeta sufre: Malherido me abandonas/ en el hueco del sufrimiento; no obstante, el deseo atempera la espera.
Nos hallamos, pues, ante un poemario donde la herida se traduce en preguntas, donde la naturaleza humana se funde con el paisaje para converger en un todo al que amenaza la nada. En definitiva belleza transida de dolor, donde sólo la concisión y precisión de los versos parece limar su aspereza.


lunes, 12 de octubre de 2015

Como si nunca antes. Bibiana Collado Cabrera

 
 
 



 
Como si nunca antes
 
Bibiana Collado Cabrera
 
Editorial Pre-Textos, Valencia, 2013
 
 
 
Bibiana Collado Cabrera es, sin duda, una de las voces femeninas emergentes del panorama poético no sólo valenciano, sino también nacional, y lo demuestra con creces en el poemario que nos ocupa. Bibiana ya ha obtenido diversos reconocimientos  a su interesante labor poética, como el Premio Voces Nuevas, organizado por la editorial Torremozas, en 2009, y los premios Universidad de Valencia de Escritura de Creación en castellano y en valenciano, en 2009 y 2012, respectivamente. Ahora con Como si nunca antes certifica esa progresión geométrica de una poesía madurada con el estudio de la poesía escrita por mujeres cubanas durante la Revolución, que le ha permitido realizar estancias de investigación en las universidades de La Habana y en la Autónoma Metropolitana de México, una poeta nómada y cosmopolita que vierte sus sentimientos y emociones en palabras dotadas de luz y de sombra, una poesía donde lo que no se cuenta también cuenta y mucho, y en ese sentido parangonable a la denominada “poesía del silencio”.
 
Como si nunca antes ha sido merecedor del XXXIV Edición del Premio de Poesía “Arcipreste de Hita” del Ayuntamiento de Alcalá la Real, Jaén, que publica la editorial Pre-Textos en una bella edición que hace justicia a su contenido: cincuenta poemas por lo general breves pero que hacen gala de una enorme densidad expresiva, divididos en tres partes, “Hendidura”, “Nervio y arterias” y “Hueso”, con un poema a modo de prólogo, “El cajón”, donde evoca con añoranza y nostalgia la infancia olvidada, y otro de epílogo que es el que da título a todo el conjunto.
 
En la parte inaugural, “Hendidura”, Bibiana Collado rinde un sentido homenaje a la isla de Cuba, con sus tormentas tropicales, y a la ciudad de La Habana, todos los poemas de esta sección destilan un aroma a la Habana Vieja: “el olor a guayaba, los viejos chevrolets”, los soportales, los almacenes “La época”, la escuela Lenin, los muebles coloniales, todo barnizado de nostalgia con un aliento lírico de amplio calado. He aquí una poesía sensitiva, capaz de transmitir al lector la fisicidad de una ciudad anclada en el período revolucionario. Así también podemos hablar de poesía contenida, precisa, que adelgaza la longitud de los versos en aras de conseguir una concentración expresiva que se dilata con la propia experiencia que el lector aporta en su lectura.
 
Los poemas que recoge la segunda parte, “Nervio y arterias”, aluden, en efecto, a la anatomía del ser humano, cómo ésta se imbrica con los sentimientos para urdir una trama por donde rezuma la poesía en estado puro, así hallamos todo un glosario de palabras como placenta, nuca, carne, labios, venas, sangre, piel, músculos, clavículas, rótulas, pecho, etc, que configuran una poesía más carnal y sensual por cuanto la cama (y las sábanas) aparece como objeto recurrente que simboliza el regreso a casa en “Gestación”, algo meramente decorativo en “Performance”, ese espacio compartido con el cuerpo amado o el “Presagio” de su ausencia calcificada. Además esta parte también plantea un discurso metaliterario en poemas donde esa vida paralela que proporciona la palabra escrita se filtra en la cotidianidad del yo poético, como en “Neobovarismo”: “tantos libros de poesía/ después/ decidí que te amaba./ Ahora eres discurso./ Mi amor por ti, / una actitud textual.”; o en ese intento de suicidio “libresco” en el teatro de “Final de fiesta”.
 
La tercera parte, “Hueso”, es la más breve y se trata de una especie de síntesis de las anteriores, pues en los ocho poemas que la componen hallamos tanto la carne, la sangre y el cuerpo protagonista de la segunda, como los escenarios americanos, en esta ocasión México, las cafeterías postcoloniales, la selva, la llanura continental, el altiplano, de la primera parte.
 
En definitiva, un poemario cuya lectura nos ilustra sobre una forma de ver la vida, de sentirla, de verterla en palabras capaces de transcribir un universo poético fraguado en  idas y venidas, en espacios alejados, en la intimidad de la carne.




jueves, 8 de octubre de 2015

Axis mundi. Pilar Verdú

 
 
 



Axis mundi
 
Pilar Verdú
 
Ediciones Excma. Diputación de Soria, 2014
 
 
 
Merecedor del XXIX Premio “Gerardo Diego” de Poesía 2013 de la Diputación Provincial de Soria, Axis Mundi es el primer poemario de Pilar Verdú del Campo, aunque ya había dado a conocer diversos poemas en numerosos medios de comunicación, revistas especializadas y antologías, como PoeMARio (El Taller del Poeta, 2010), además Pilar Verdú es una activa colaboradora en la Asociación Cultural Concilyarte y también destaca su faceta como rapsoda y aguda presentadora de otros autores.
Por tanto, y a pesar de ser su opera prima, Pilar Verdú es una autora diestra en el arte de versar y profunda conocedora de la materia poética, todo ello se plasma a la perfección en el poemario que nos ocupa, un volumen que como muy bien indica el propio título del poemario, gira en torno a los ejes que sostienen nuestro mundo.
El libro contiene cuarenta y tres poemas, sin división en partes, lo que dota al conjunto de una gran unidad estructural y temática, esta homogeneidad obedece a la necesidad de mostrar el mundo como una esfera atravesada por ejes que lo estabilizan, para que siga siendo un remanso de armonía y equilibrio. El libro se inaugura con un poema homónimo, que alberga la tesis del libro, y se clausura con un “Quiero escribir” que retoma el célebre verso de César Vallejo Quiero escribir pero me sale espuma, para realizar un notable ejercicio metapoético en forma de soneto blanco, un broche excepcional para un poemario que rebosa sinceridad por los cuatro costados, con no poco de reflexión metafísica y un elegante tono social que invita a concienciarnos con las cosas y las causas de este mundo, al poner el acento en la necesidad de levantar la voz para poder cantar a mano alzada (“Cuarto de estudio”).
Con versos bien medidos y un absoluto dominio del pentasílabo, el heptasílabo y el endecasílabo, perfectamente hilvanados en poemas de gran intensidad, que van desde los más breves, como “La mirada”, donde en apenas cinco versos Pilar Verdú es capaz de describir la mirada ajena que vela por la continuidad de los sueños, o “La loba”, donde manifiesta un espíritu de lucha, de anticonformismo contra el peso de los años, hasta poemas de mayor longitud y de muy bella factura, como “La muñeca del espacio”, homenaje a una trapecista que a pesar de su ceguera y su edad avanzada quiere seguir volando, o “Marino”, preciosa evocación entre olas memoriosas de una tierra al sur del horizonte.
Un profundo lirismo destilan estas páginas curtidas en la experiencia del vivir y el sentir y el firme y esmerado aprendizaje, así la naturaleza adquiere un peso específico en numerosos poemas, como en “Árbol” o “Las uvas”, bellísimas odas al majestuoso tótem y al fruto, respectivamente. Pero hay un poema que representa el verdadero eje de todo el poemario, al dividirlo en dos mitades simétricas y complementarias, “El eje del mundo”, donde el cielo es ese paraíso de aves al que aspira ascender el hombre en la piel del árbol, símbolo recurrente y didáctico.
El mundo como raíz de lo cantable se hace verso en este libro donde su autora demuestra una gran pericia en el manejo del ritmo imparisílabo y la sintaxis, un libro que hace gala de una madurez expresiva que denota el talento de una autora llamada a ocupar un lugar de excelencia en la actual poesía valenciana, una poesía que por otro lado, se encuentra en plena efervescencia, con una gran proliferación de asociaciones culturales, el magisterio de autores consagrados y otros emergentes.
En definitiva, Pilar Verdú es una promesa cumplida, poseedora, merced a su experiencia como docente, de una voz madurada en la sombra luminosa de la lectura paciente y apasionada, y Axis mundi es la primera entrega de una carrera prometedora.
 



lunes, 5 de octubre de 2015

Bajo la luna de Kislev. Mila Villanueva

 
 



Bajo la luna de Kislev
 
Mila Villanueva
 
Lastura, Ocaña, 2015
 
 
 
Publicado por Lastura en la Colección Concilyarte, Bajo la luna de Kislev es el cuarto poemario de la escritora y gestora cultural Mila Villanueva. Esta poeta gallega es un referente de la poesía japonesa en Valencia, ciudad donde reside, de hecho sus tres libros anteriores son colecciones de haikus: Na Distancia (Taller del Poeta, 2010), La Luz de agosto, en coautoría con Orlando Jorge Figueiredo (Concilyarte, 2011), y A la luna de Valencia (Lastura, 2014). Mila ha participado también en numerosas antologías, como PoeMARio (Taller del Poeta, 2010), Esta palabra mía (Republicanos de Rocafort, 2014), Y era por mayo (Lastura, 2014), Angrois (Amigos del Camino de Santiago, 2014) y Un viejo estanque (Comares, 2014).
Nos encontramos con una autora con obra y consecuencia, que desde la presidencia de la asociación cultural Concilyarte se ha convertido en una gran animadora de la vida cultural en Valencia, coordinando exposiciones de pintura, fotografía y poesía visual, y organizando numerosos e interesantes recitales en lugares emblemáticos de la capital del Turia.
El poemario que nos ocupa cuenta con un extenso y bello prólogo de Antonio Praena, una de las voces más destacables del panorama poético nacional. Bajo el título “La inocencia de la Luz”, Praena nos introduce en el tema del poemario: Jesús de Nazaret a través de algunos episodios significativos de su vida, recreados en verso por la ingeniosa pluma de Mila Villanueva. Como bien señala Praena éste es un libro valiente pues no es usual en la lírica de nuestros días encontrar un libro que verse sobre los Evangelios de una forma sencilla y profunda, con una mirada inocente y una humildad realmente admirable. Nos encontramos pues ante un libro de poesía mística con un mensaje de hondo calado.
Bajo la luna de Kislev, cuyo título alude a la luna en la que algunos estudiosos han datado el nacimiento de Cristo, está compuesto por treinta y tres poemas, que son los episodios que Mila Villanueva ha elegido para recrear un tiempo donde el milagro formaba parte de la vida cotidiana. Así se suceden con sabia longitud varios milagros poetizados con elegancia, es el caso de la gestación de Jesús en el vientre inmaculado en “Isabel”, la aparición del cometa como signo de buen presagio en “Pastoreo”, o el alumbramiento en “Natividad”. A continuación se aborda la sorpresa de varios personajes ante la visión del Nazareno, es el caso de Simón, María Magdalena, María o la Samaritana. Conmovedores son los poemas que dan cuenta de otros milagros, como aquel del caminar sobre las aguas en “Pasos”, la sanación de los pies de “El paralítico”,  el regreso al mundo de los vivos de “Lázaro” o el alivio de las llagas del cuerpo de “El leproso”. Le siguen los días y los gozos de las obras de Jesús en el monte Tabor, entre los olivos y a orillas del lago. Todo nos conduce en una sucesión cronológica de los hechos a los últimos poemas, que dan cuenta de la Pasión de Cristo, son poemas de una gran densidad expresiva y con un empleo magistral de la elipsis, he aquí varios ejemplos: Fue tan sólo un segundo, /mas tan hondo de cordura, /un segundo tan vivo,/ que abrió de par en par/ las puertas de la luz/ cuando caía ya la noche/ en el Monte Calvario. (“Dimas”); Tú mismo/ partido y repartido/ y siempre uno/ entre nosotros. (“El reparto”); o ese terceto final, genial colofón  de una vida entregada a los otros, en “Noli me tangere”: Él ha vuelto, está aquí,/ tan verdaderamente cerca,/ que jamás podrás verlo ni tocarlo.
En definitiva, Mila Villanueva demuestra poseer una fe inconmensurable en el poder sanador de la palabra en un poemario inusual por su propuesta, alejada del mundanal ruido, que nos ofrece algo muy necesario para sobrevivir en un tiempo de crisis: serenidad y esperanza.