sábado, 26 de agosto de 2017

Quimera. Revista de Literatura Nº 402

 
 


Quimera. Revista de Literatura Nº 402
VV. AA.
Ediciones de Intervención Cultural, Barcelona, 2017
 
 
Quimera. Revista de Literatura dedica su n.º 402, Mayo 2017, a Mario Levrero (Jorge Mario Varlotta Levrero) (1940-2004) y nos ofrece un Dossier especial de treinta y cinco páginas sobre el escritor uruguayo, organizado por Mateo de Paz, donde intervienen autores de la talla de Elvio E. Gandolfo, Ignacio Echeverría, Rebeca García Nieto, Antonio Muñoz Molina, David Pérez Vega, Juan Gracia Armendáriz y Rubén Martín Giráldez, donde se entrelazan recuerdos e impresiones sobre el autor de La novela luminosa, además se publica una selección de textos del montevideano pertenecientes a su colección de artículos periodísticos Irrupciones (Criatura Editora, 2013).

Pero este número nos ofrece mucho más en sus habituales secciones, así en “El salón de los espejos”, Fernando Clemot entrevista a Iván Repila con motivo de su debut en Seix Barral con una obra de riesgo, Prólogo para una guerra. En “Los pescadores de perlas” Kike Parra publica tres microrrelatos inéditos: “La habitación de intrusos”, “Preparativos” y “Un viaje a la Toscana”; y en “El castillo de Barba Azul” Marta Agudo Ramírez nos adelanta cuatro poemas en prosa de Historial Cuerpo, de reciente aparición.

En la voz humana” Ana Gorría realiza una completa entrevista a Antonio Álamo, uno de los más firmes valores del teatro de nuestro país, con obras como La oreja izquierda de Van Gogh, Los borrachos o La copla negra. En “El holandés errante” Álex Chico relata la segunda (y última) jornada de “Un peregrino vuelve a casa”, su viaje por los alrededores del palacio y el monasterio de Yuste, siguiendo los pasos de Pedro Antonio de Alarcón. Con magníficas imágenes de Salvador Retana, se detiene en esta ocasión en el célebre cementerio alemán, en la historia literaria del camposanto militar que aloja a “soldados que perdieron su vida en España durante dos guerras mundiales”, desde Álvaro Valverde a José Carlos Llop, pasando por Santos Domínguez Ramos y José María Muñoz Quirós, entre otros, hasta recalar en Cuacos, de la mano de la obra de Ciro Bayo.

Y llegamos a “El ambigú”, la sección de reseñas, donde podemos leer siete visiones críticas de: Luz en las grietas de Ricardo Martínez Llorca, por Teresa Rivas; Del infierno de José Abad, por Alfonso Salazar; Pequeños tratados de Pascal Quignard, por Ricardo Martínez Llorca; Acordes de una antigua canción de José Agudo, por José Antonio Arcediano; Mediodía de Víktor Gómez, por Pilar Fraile; Otro cielo de Santiago de Navascués, por Gonzalo Gragera; y Perros ladrando en la nieve de Kenneth Koch, por José Ángel Cilleruelo.

Cierra ocho interesantes “Recomendaciones” del equipo de Redacción. Enhorabuena por su entrega mensual a la mejor literatura.
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez



lunes, 14 de agosto de 2017

Sonanta de siervo. Antonio Berlanga Pino

 
 


Sonanta de siervo. Gacelas, casidas y otros poemas
Antonio Berlanga Pino
Editorial Seleer, 2016
 
 
PRÓLOGO CON LÁGRIMAS DE ESTRELLA

Sonanta de siervo es el particular homenaje de Antonio Berlanga Pino a la poesía hispano-árabe, como reza el subtítulo, el presente volumen acoge “gacelas, casidas y otros poemas”, formas con una larga tradición en las letras castellanas y que en el siglo XX alcanzan su mayoría de edad con obras tan conocidas como Diván del Tamarit de Federico García Lorca, y Casida de la alta madrugada de Félix Grande, pero estos géneros también han cruzado el Charco y se puede rastrear su influencia en autores como el mexicano Jaime Sabines o el argentino Ricardo Molinari.
Un amplio eco del que no es ajeno el poeta malagueño Antonio Berlanga Pino, cuya obra se caracteriza por el cultivo de las más diversas formas tradicionales, como el romance en su anterior poemario, Romancero andaluz. Pero si algo caracteriza su poesía es un decidido afán de renovación en los temas, Antonio Berlanga es un poeta actual, que emplea con maestría las formas clásicas para decir con acierto cosas de nuestro tiempo y lo hace con la elegancia y el ritmo que dichas formas le prestan en un ejercicio de erudición realmente admirable.
Al son de la sonanta a la que alude el título, Antonio Berlanga acorda los versos con la sabiduría popular que le ofrece su tierra andaluza. Este poemario trasciende su intención inicial de tributo para erigirse en una aportación personal a dichas formas, respetando su esencia pero renovando su fondo, así sobre el sustrato de los versos yace un original sentimiento de nostalgia ligado a una historia amorosa o de desamparo, con tintes amargos.
El poeta de Álora tiene la virtud de introducir nuevos temas al acervo cultural de estas formas milenarias, temas sociales donde deja entrever su actitud crítica hacia una realidad presente que no le deja indiferente, en este sentido es paradigmática la “Gacela del niño sirio yaciente en la orilla”, que se (pre)ocupa de un triste y dramático episodio acontecido en una playa turca.
El libro se estructura en tres apartados, el primero se ocupa de la “gacela” (en árabe “ghazel”) y en él podemos encontrar catorce composiciones donde el amor y su ausencia marcan el ritmo de unas composiciones hilvanadas con pasión contenida, así resulta paradigmática la “Gacela del amor imposible”, citemos unos versos donde se aprecia el estilo del autor, que aúna elegancia y precisión:
Como quién tiene un reloj de sombra
y en el corazón grandes remos y olas.

Las flores de mi herida se deshacen
en verdaderas hojas otoñales.

El segundo apartado se compone de veintitrés casidas, donde Antonio Berlanga Pino asume un loable reto al recuperar esta forma tradicional de la poesía árabe (qaṣīda), imbuida de un sentimiento de nostalgia ligada a una temática de raíz amorosa. Belleza y sensibilidad se dan la mano en estas composiciones tan ricas y variadas, donde de nuevo podemos hallar una voluntad de renovación en los temas, así la “Casida del grito colectivo” pone el acento en el sufrimiento de los otros, he aquí unos versos que ilustran de manera magistral ese llanto sobre la tierra:

No quiero oír la Alhambra de la pena
con los niños deshechos que no sueñan.

Pero el grito es un toro que se eleva
desde el mar a los últimos planetas.

La poesía de Antonio Berlanga Pino es de una plasticidad asombrosa, sus versos muestran una imaginería visual que desde un contexto eminentemente andaluz, con referencias a motivos de su tierra, como la guitarra, entronca con lo universal para hacerse memoria, una memoria donde el dolor, la amargura, la desolación, la melancolía, la tristeza, y en definitiva la pena, y su manifestación física en lágrimas, es el asunto recurrente que unifica los poemas. Antonio Berlanga nos cuenta diversas historias de trágicas consecuencias respetando la idiosincrasia con una sabiduría popular llena de ingenio y gracia.

Cierra el volumen la sección “Otros poemas”, que alberga veintiuna canciones, y “Cuatro nombres: Elísabet, Gabriela, Elena, Soledad”, donde el poeta dedica una canción a cada nombre propio de mujer, que simboliza una idea concreta.

La riqueza verbal y el ritmo, de una vivacidad deslumbrante, unido a un desbordante colorido, donde predominan los tonos verde, naranja y negro, son las señas de identidad de un poeta que a pesar de emplear determinadas formas cargadas de clasicismo, tiene la virtud de renovar cada género, es por ello que resulta realmente atípico en el actual panorama lírico, trazando así una senda tan honda como singular, que entronca con un pasado amarillo oro.


Gregorio Muelas Bermúdez

 



martes, 8 de agosto de 2017

Mantras para bailar. Álvaro Hernando

 
 


Mantras para bailar
Álvaro Hernando
Pandora Lobo Estepario, Chicago, 2016
 
 
Álvaro Hernando (1971), madrileño afincado en Woodstock, Illinois, donde ejerce la docencia desde 2013, publica su primer poemario, Mantras para bailar, editado por Pandora Lobo Estepario Press de Miguel López Lemus, que desde su sede en Chicago mantiene una voz independiente que contribuye a la promoción de autores latinoamericanos en el Midwest estadounidense.

Lo primero que llama la atención es lo original del título, que toma la idea de mantra -palabra sánscrita que se refiere a sonidos que, según algunas creencias, poseen algún poder espiritual- que aplicada al lenguaje poético puede ayudar a meditar tanto sobre cuestiones cotidianas como sobre los grandes temas universales, como el amor y la muerte, pero también la esperanza que se tiende entre ambas. Completan el epígrafe las dos citas iniciales, de Isadora Duncan y Ruth St. Denis, sobre el baile como acción mística y cíclica.

El poemario se abre con un prólogo firmado por Manuel de la Fuente Vidal, que bajo el significativo título “Bailar la libertad” presenta el texto y a su autor desde la amistad y el agradecimiento, con humor y sinceridad mediante citas cinéfilas y notas rockanroleras.

Bailamos como cantamos” escribe Manuel de la Fuente y tal vez sea ésta la tesis de un libro compuesto mayoritariamente por poemas de juventud donde la danza y la poesía dialogan en armonía porque la lírica no es más, ni menos, que arte en movimiento.

Álvaro Hernando nos invita a bailar contra el dolor, “contra la salvedad/ y la excepción” porque cada paso es un poema “que sólo puede ser leído/ con los ojos cerrados”.

Veintinueve poemas, sin división en partes, componen este libro donde el autor emplea muy diversas formas, así entre las breves composiciones “Poema de ida” y “VI”, salida y llegada, principio y final de un camino “entre pasos y personas”, podemos hallar el poema en prosa “Vademécum del alma”, y el poema-río “Pacto”, pero también los vanguardistas “Decir”, donde afirma que “es sencillamente lo que queda después de exhalar tiempo”, “Acertijo”, donde se plantea una lectura alternativa a través de glosas tachadas, o “Bailemos, bailemos”, donde una sucesión de verbos clave entre guiones desemboca en el más infausto: “-Olvidar-”. Pero si hay un poema verdaderamente significativo, y emotivo, ese es “Legado”, donde evoca la figura del padre y sus consejos: “Bailar es volver a ser feliz”.

Una variedad de formas, sin alardes ni ornamentos superfluos, que hace de este poemario una lectura tan amena como estimulante, donde se advierte a un autor que, sin duda, tiene mucho que decir y mucho que bailar.
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez