Arcadia desolada
Pedro Juan Gomila Martorell
Ed. La Lucerna, Palma, 2013
Eidolon
(ειδωλον), según la mitología griega
es una copia astral de un difunto, este doble espectral de forma humana, que se
remonta a la Odisea de Homero, llega
hasta nuestros días gracias a la obra del poeta mallorquín Pedro Juan Gomila
Martorell, que le ha dedicado un díptico compuesto por los poemarios Arcadia desolada (Eidolon I) y En la tierra de Nod (Eidolon II, 2015),
ambos publicados por la colección de Poesía de Ed. La Lucerna. Nos detendremos
en el primer título, segundo poemario del autor, que marca un verdadero punto
de inflexión en su poética y determina un rasgo de estilo muy peculiar, que se
alimenta de la propia experiencia y se engalana de un clasicismo de raigambre
grecolatina.
Precede a los versos un extenso prólogo de José Luis
Reina Segura, donde éste da cuenta de su amistad con el autor y señala algunas
de las claves necesarias para comprender su mundo, esa Arcadia sumida en el
dolor, la amargura y la tristeza por efecto de una realidad adversa que obliga
al poeta a transmutarse en fantasma, mera copia en carne y hueso de una
conciencia que se sabe ajena a los dictados de una sociedad puritana e
hipócrita.
Las citas de Javier Sologuren, Alberto Escobar y Arthur
Rimbaud señalan el tema que guiará todo el poemario, la búsqueda de la
identidad sexual en conflicto con el entorno. El libro se articula en forma de
diario íntimo, así los poemas se suceden de forma continua, sin separación
formal en partes, y hacen partícipe al lector del conflicto interior de un
poeta atormentado por los convencionalismos imperantes. Nos encontramos por lo
general con largos poemas, la mayoría de una sola estrofa, dos o tres a lo sumo,
y versos de arte mayor, donde el decasílabo, el endecasílabo y el dodecasílabo
se combinan en un léxico rico en adjetivación que roza el barroquismo.
Nazco
de tu vagina lata y dura,/ con la entraña colérica de lava,
así comienza un poemario que va de la infancia al presente, donde el poeta se
siente como pájaro atrapado entre
barrotes y emplea un lenguaje culto barnizado de hermetismo para declarar
su mensaje, que se caracteriza por una veracidad doliente. Y es que para Pedro
Juan Gomila Martorell la poesía es un ejercicio de exorcismo para liberarse de
las ataduras morales, en este sentido podemos definir su poética como una
rebelión ética, y es que compartir es un acto de amor libre.
Sé
que apenas atesoro el tiempo breve/ de los fuegos de San Telmo en la tormenta,
con estos versos finaliza esta Arcadia que brilla por una mordacidad que
recuerda a los maudits de fin de siècle. Poesía confesional,
purgatoria si se quiere, pero poesía al fin y al cabo, compleja y tributaria de
múltiples referentes, todo con el firme propósito de enfrentarse a los
prejuicios sociales para afirmar su identidad en un mundo ambivalente.
Excelente inmersión en un libro complejo que no deja indiferente al lector. Un abrazo cordial desde Rivas.
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