domingo, 5 de julio de 2015

Instantes de mariposa. José Antonio Mateo

 
 
 
 
 

Instantes de mariposa
José Antonio Mateo
Instituto de Estudios Modernistas, Valencia, 2002
 
José Antonio Mateo es desde finales de los años noventa un poeta frecuente en los círculos literarios de Valencia, además es socio fundador del grupo poético “Argila de l´Aire”, con sede en el centro cultural de Almussafes. José Antonio publicó su primer libro de poemas, Mundo azul (Colección Senia), en 1999, antes, en 1997, fue galardonado con la primera mención de honor del certamen poético “Fiesta de la Primavera”, organizado por “Amigos de la Poesía” de Valencia. Desde entonces ha publicado el libro que nos ocupa, Alas de mariposa, en 2002, La casa donde duermen los relojes (Els llibres de l´Argila) en 2009, y recientemente Poemas que mojó la lluvia (Editorial Neopàtria).
Publicado por Editorial Instituto de Estudios Modernistas, que dirige Ricardo Llopesa, en el número 63 de su colección “La Torre de Papel”, y con un  prólogo de Ricardo Bellveser donde éste hace un elogio a la brevedad y contención de un poeta guiado “por una cuestión de temperamento”, que le emparenta al alicantino universal Juan Gil-Albert,  Instantes de mariposa certifica la capacidad de condensación de la palabra en una poesía que se encuentra próxima a géneros como el epigrama o el aforismo y donde su contenido bordea con el silencio pues esos instantes de mariposa, con sus alas mojadas, no son otra cosa que tiempo huidizo, como los recuerdos que la memoria sesga. Una memoria que deja una pátina de melancolía donde apenas los ojos/ me sirven ya para llorar y la muerte/ estira más y más/ la sombra poderosa de sus dedos.
Los cuarenta y dos poemas, por lo general breves, que integran este poemario se encuentran divididos en cuatro partes, en la primera el peso de los sueños le cierra los párpados mutilando el azul, y la esperanza, de un mundo imperfecto, donde el silencio es veneno, pero también antídoto contra la imprecisión de las palabras. Sólo en la cara oculta de su luna el poeta, desnudo, puede soñar primaveras en días grises de otoño.
En la segunda parte, los brazos de la noche se adueñan de los versos y los sueños del poeta, sobre el cual gravita la sombra de un silencio pesaroso, y la memoria se materializa en recuerdos de una infancia donde la inocencia acaba superada por la miseria y la soledad.
La tercera parte es la más extensa y en ella el ayer, cubierto de nostalgia, y el miedo a la muerte, pero también a la vida, le hacen seguir soñando para hallar toda la poesía oculta/ en los caminos del silencio. Al amparo de la noche las sombras danzan ante la mirada del poeta, que se refugia en el asidero de los sueños para evadirse de una realidad que truncó demasiado temprano un ayer que se presenta como enigma. Una profunda tristeza invade los poemas, de nuevo la soledad acompaña el devenir del poeta, que se derrumba ante la impotencia de poder darle voz al silencio de las lágrimas vertidas sobre la herida de tu ausencia, donde los recuerdos agonizan, como la esperanza, en el páramo barrido por el viento de la noche. Se habla de adiós, de despedida de la vida, y aunque la negrura de la noche lo envuelva todo, el poeta se resiste a arrancar de su alma un sueño de amor pues siempre hay un eco más allá, donde la tibia sonrisa de tu luz/ será por siempre de mi sueño. Sólo el sueño es capaz de conjurar el silencio, aunque finalmente sólo éste perviva.
Los cuatro poemas que integran la cuarta y última parte rezuman un halo de romanticismo, con el mar como telón de fondo se hilvanan con sosiego recuerdos tan frágiles como el cristal, ahora el silencio es de hiedra y aunque la noche avanza, con los ojos cerrados la ausencia se aleja.