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lunes, 12 de agosto de 2019

Con hilos de seda. María Teresa Espasa

 
 


Con hilos de seda
María Teresa Espasa
Ilustraciones de José Lapasió
Hispano-Chilena Ediciones, 2019
 
 
Con hilos de seda es el insinuante título de la antología de poemas de amor de la gran poeta valenciana María Teresa Espasa, un volumen bellamente editado por Hispano-Chilena Ediciones, con cubierta y pinturas interiores de José Lapasió.

El libro reúne una selección de la propia autora de 40 poemas de tema amoroso, una tarea que define en la “Introducción” como “laboriosa y a la vez gratificante” y que agradece a Amely Duvauchelle por darla a conocer a los poetas de Chile.

María Teresa Espasa es una poeta apasionada y en este volumen nos ofrece aquellos poemas que más se aproximan a la intencionalidad del amor, “motivo esencial, tanto para la vida como para la muerte” y que dedica “A vosotros que me habéis amado tanto”.

La antología se divide en seis apartados con los significativos epígrafes: “El mar”, “Renacer”, Al anochecer”, “Amor”, “Amor entre visillos” y “Volar entre las nubes”, cada uno ilustrado por una sugerente pintura abstracta de José Lapasió a modo de portadilla, precedidos de un “Pórtico”, el poema en prosa “El yo ficcionado”.

Un verso aforístico da paso a cada una de las partes en las que María Teresa Espasa expresa con delicadeza situaciones, recuerdos a la orilla del mar, bajo el sol o la lluvia, a través de la niebla, viajando a ciudades lejanas (París, Nueva York, Estambul, Marrakesch, Varsovia) para buscar a su amante real o de papel donde “Cada ciudad encierra su amor entre visillos”.

En conclusión, María Teresa Espasa cuenta sus aventuras amorosas, “que sobrepasan los versos”, con la esperanza de que “después de los días transcurridos” quede “algo más que una profunda herida y una caricia errante”.
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez



sábado, 7 de abril de 2018

El laberinto de Venus. María Teresa Espasa

 
 


El laberinto de Venus
María Teresa Espasa
Lastura Ediciones, 2017
 
 
María Teresa Espasa, escritora valenciana de dilatada trayectoria, que comenzara su andadura literaria en 1978 con A través del silencio, y que ha sido merecedora de prestigiosos premios, como el Vila de Mislata en 1999 por Cuando puedas llama, el XI Premio de Poesía Leonor de Córdoba de 2012 por El congreso, o el XXXII Premio Ciutat de València “Vicente Gaos” por En alguna parte es otoño, y que con la antología Tanto y tanto silencio le fue concedido el Premio de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (CLAVE) a la trayectoria poética en 2015, nos sorprende ahora con un libro de relatos de corte erótico con el sugestivo título de El laberinto de Venus.

Si sugerente es el contenido no lo es menos el continente, pues lo publica Lastura Ediciones en el n.º 31 de la colección “Alquisa” de Narrativa, con la exquisitez y elegancia a la que la editorial de Ocaña nos tiene acostumbrados, tomando como imagen de cubierta la Flor de orquídea del pintor de Gandía Álex Alemany (1943), artista perteneciente al movimiento pictórico del “realismo mágico”.

No podía elegir mejor presentación la escritora de Denia pues en los dieciocho relatos que componen el libro nos traslada al ambiente “mágico” de sus ensoñaciones eróticas, un erotismo de delicada sensualidad apenas apuntada en párrafos de pasional prosa poética. Porque María Teresa Espasa, es, ante todo, poeta, una poeta que ahora elige otro formato, otro género, pero que demuestra practicar con igual maestría.

Lo primero que reclama la atención del lector es la enigmática dedicatoria que encabeza los textos y que reza así: “Como bien sabes, este libro de relatos, lleno de emociones y sorpresas, es para ti”. Sería necesario investigar la biografía de la autora para adivinar de quién se trata, pero este inicio nos marca la voluntad de María Teresa de narrar sus vivencias íntimas desde un punto de vista literario, en un doble juego entre realidad y ficción, dando rienda libre a la imaginación.

No es baladí el hecho de que la protagonista de todos los relatos sea una mujer de nombre Tsa, acrónimo de Teresa y que, sin duda, es un alter ego de la autora, que pone en el pensamiento de la narradora su propia experiencia, en un juego de identidades que hace, aún si cabe, más interesante la propuesta.

La narrativa erótica no ha alcanzado en nuestro país un calado tan hondo como en el mundo anglosajón o en las letras francesas, no hay más que recordar ciertos clásicos, como El amante de lady Chatterley de David H. Lawrence, Historia de un ojo de Georges Bataille o El amante de Marguerite Duras. En el caso español me viene a la memoria Jarrapellejos de Felipe Trigo y, más recientemente, Las edades de Lulú de Almudena Grandes.

A lo largo de los dieciocho relatos que componen este libro, María Teresa Espasa hace un recorrido por diversos “subgéneros”, desde la prosa más desinhibida en “El pacto”, donde emplea un lenguaje más directo y coloquial, al puro relato policíaco y de misterio en “Mientras dormías”, pasando por el género epistolar en “Los sueños y los días”. En todos el tono es pasional y el fondo de un romanticismo tierno y evocador.

El discurso de María Teresa es eminentemente femenino y se despliega con soltura en historias reales y fingidas, en relatos que abarcan desde situaciones frívolas hasta historias de desamor, donde la nostalgia se adueña de las palabras, pasando por momentos de verdadera pasión donde el lenguaje alcanza corporeidad y clímax.

Tras la lectura prevalece un ardiente deseo de cariño barnizado de erotismo, que es uno de los rostros del amor, y, sobre todo, una expresión de la ternura realmente apacible y conmovedora.

 
 
Gregorio Muelas Bermúdez



domingo, 17 de julio de 2016

En alguna parte es otoño. María Teresa Espasa

 
 

 
En alguna parte es otoño
María Teresa Espasa
Ediciones Hiperión, Madrid, 2015
 
La poeta, ensayista y profesora María Teresa Espasa Moltó es, sin duda, una de las grandes damas de nuestra lírica actual, que desde la tribuna de la tertulia “La Buhardilla”, las páginas de la revista Corondel y de la colección Los Pliegos de Ítaca, ha desarrollado una intensa y fructífera labor literaria, que con sus últimos trabajos poéticos ha conseguido el reconocimiento que merece, así con El congreso obtuvo el prestigioso XI Premio de Poesía Leonor de Córdoba en 2012, y con la antología Tanto y tanto silencio le fue concedido el Premio de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (CLAVE) a la trayectoria poética en 2015, pero antes obtuvo otros premios, como el Vila de Mislata en 1999 por Cuando puedas llama. Con todo nos encontramos ante una autora solidaria e inquieta, que ha sido antologada por Sergio Arlandis en Mapa. 30 Poetas valencianos en la democracia (2009) y en la tercera entrega del grupo poético “El limonero de Homero”, que integra junto a Blas Muñoz Pizarro, Antonio Mayor, Vicente Barberá y Joaquín Riñón.
Su nuevo trabajo, el poemario En alguna parte es otoño, que publica con primor la prestigiosa editorial Hiperión, ha merecido el XXXII Premio Ciutat de València “Vicente Gaos” de poesía en castellano. Un poemario donde podemos constatar que los temas que lo vertebran son los habituales en su poesía, estos son: el amor, íntimo y expresado con delicadeza, el silencio, que amenaza con su nada, y el inexorable paso del tiempo, de ahí el loable empeño de eternizar instantes que lo fueron todo en su momento, expresados con elegancia y sensualidad. Sin embargo, el título, tan hermoso y sugerente, no es baladí pues dice mucho de su contenido, en efecto, María Teresa nos habla desde el otoño de su vida pero con tanta fuerza y pasión, que aunque siente el otoño en su corazón no así en su entendimiento, haciendo gala de una experiencia que por su hondura y sinceridad es digna de encomio.
El poemario se abre con un ilustrativo comentario de la autora que evoca un paisaje que nos remite al otoño del título, y por ende de su vida, donde reconoce que si bien ha perdido la inocencia del tiempo aún continua firme la voluntad de escribir su destino junto a esos abedules, hayas, robles y pinos, cuyas hojas caducas enmarcan una escritura de madurez sensible y reflexiva.
Un Pórtico inicia la obra con una cita de T. S. Eliot, no podría encontrar mejor cita María Teresa para afirmar su voluntad de verter lo transitorio y efímero en el delta de lo eterno, y un extenso poema, titulado “Entre murmullos”, que encabeza otra cita, esta vez de Ricardo Bellveser, con quien le une una estrecha amistad, un poema que introduce el tema principal que desencadena el libro: el amor y su naturaleza, su memoria y su destino, la autora lo describe maravillosamente en estos versos: “Todo crece en silencio:/ las dudas, el orgullo,/ el viento o el amor/ cuando llega y nos sorprende.”
En cuanto a la estructura, el poemario se compone de treinta y cuatro poemas que se dividen en cinco partes, así en la primera, que lleva el significativo título “Los tiempos de la vida”, María Teresa engarza los recuerdos con gran sensualidad y belleza sobre un marco idílico: la arena y las dunas “en las playas azules de Sorolla”, lugar de encuentro de los amantes al abrigo de la luz tenue de los atardeceres o de una hoguera.
En la segunda parte, titulada “La ley de los caminos”, dos citas, de César Simón, y Rafael Soler, con el tren y el avión como protagonistas, respectivamente, le sirven a la autora para indagar en el tema del viaje, iniciático, largo y lleno de experiencias, a la manera de Kavafis, para trazar un itinerario que discurre “por ciudades que atraviesan laberintos o en trenes de trayectos nocturnos para seguir a un amante que cada día escribe una ruta diferente, aquí María Teresa derrocha entrega a raudales a pesar de la incertidumbre del deseo. Pero también ahonda su huella en lugares emblemáticos de la geografía española, como los montes de Gredos, el Montgó, un Madrid lluvioso, Santillana del Mar, o en grandes capitales europeas, como Praga, Varsovia, Bruselas, Berlín, Colonia, París, hasta aterrizar en Nueva York, lugares que dan cuenta de una poeta cosmopolita que se deja invadir por la nostalgia para extraer la piedra del conocimiento. Podríamos definir la poesía de María Teresa Espasa como una interacción entre el afuera y el adentro, pues es la naturaleza externa y sus fenómenos los que a menudo desencadenan un torbellino de sensaciones y sentimientos en su interior, a veces atormentado por lo huidizo del tiempo y el prisma esmerilado del recuerdo.
La tercera parte, “Cuando llega el silencio”, es la del desengaño, el adiós, y el dolor resultante de ambos, aquí María Teresa escribe desde el desgarro de la pertinaz herida abierta en la memoria, pero la escritura también es terapéutica y le permite liberar el sentimiento de la cárcel del pensamiento para compartir su experiencia con una sinceridad admirable en un ajuste de cuentas con el pasado.
En la cuarta parte, titulada “Después de todo, regresar es lo que importa”, la añoranza le incita a anhelar el regreso del ser amado a través de sus versos, así la poesía se convierte en el reclamo e instrumento para invocarlo pues a través de las palabras puede disipar la incertidumbre de una historia privada que se resiste al silencio.
La quinta y última parte, “Junto a ti me deslizo”, está compuesta por un único poema donde la memoria, y su caudaloso cauce, continúa su curso “esperando la llegada/ del próximo diciembre” porque el tiempo permanece anclado en el recuerdo de un amor presentido.
En definitiva, María Teresa Espasa recrea con viveza pasajes de un amor duradero, que por su naturaleza se asocia con el otoño y que espera un cálido invierno.