Ventana de emergencias
Ángel Manuel Gómez Espada
Huerga y Fierro, 2018
Ventana
de emergencias es el
sintomático título del nuevo poemario de Ángel Manuel Gómez
Espada (Murcia, 1972), publicado por el prestigioso sello editorial
de Charo Fierro y Antonio J. Huerga. El co-director, junto a su
paisano Juan de Dios García, de la Revista de Literatura El
Coloquio de los Perros
vuelve a la primera plana tres años después de la reedición de Los
hijos de Ulises (Le
Tour 1987, 2015), un libro revulsivo que confirmaba a un poeta
resistente con un marcado estilo irónico, que desde el mismo título
nos advierte de la necesidad de asomarnos a nuestra realidad
cotidiana desde otra perspectiva para denunciar las múltiples
injusticias que nos acucian día a día, esas “emergencias” que
el autor trata, como veremos, con sutil vehemencia.
Las
citas de Carmen Camacho, Antonio Gamoneda, Isabel García Mellado y
Antonio Rodríguez Jiménez sitúan al lector en un poemario que se
estructura en tres apartados, por un lado los dos poemas iniciales
que le sirven de pórtico, a los que siguen treinta y tres poemas que
constituyen el cuerpo del libro, y para finalizar las diez
composiciones breves, en realidad secuencias, que integran “Got me
a movie”, inspiradas por el mítico film surrealista Un
perro andaluz
(1929), de
Luis Buñuel.
“No
vengas, Inspiración, esta mañana / golpeando a mi puerta. No quiero
/ verte derribando mis templos.” Con estos elocuentes versos de
“Visita inesperada” comienza su discurso el poeta murciano y
continúa más adelante diciendo “Hoy no tengo cuerpo para la
poesía”, sin embargo, ésta se inmiscuye, furtiva, en el trasiego
de las actividades mundanas. Un tono que se confirma en una
heterodoxa “Poética” sobre los efectos de la poesía en la
propia obra. Dos poemas cuyo sentido enlaza a la perfección con las
tres citas que enmarcan el siguiente apartado, debidas a David
Trashumante, Itziar Mínguez Arnáiz y Ana Pérez Cañamares, sobre
el oficio del poeta, un oficio que madura al paso de un futuro muy
distinto al metalúrgico vaticinado hace veinte años pues la vida es
“semilla y certidumbre”. Y es que vivimos en un estado apneico
con miedo a perder constantemente el hilo.
En
“Carta abierta a Jaime Gil de Biedma”, Gómez Espada escribe una
declaración en defensa de la poesía necesaria, verdadera, que se
sitúa en las antípodas de los intereses y los plagios, así dice
“que Dios nos pille confesados a los poetas”. Más adelante
plantea con sarcasmo el problema de las “Fronteras”: “No hay
fronteras / cuando cerramos los ojos. // Desaparecen. / Es un
misterio.”
El
poeta escribe con “la (fe) justa / para ir tirando”, para ello
elige un lenguaje sencillo, limpio de retórica, y un ritmo libre, en
ocasiones abrupto y no por ello exento de cadencia, que definen un
estilo agudo, vivaz, como contrapunto necesario a una realidad
estadística que camina “hacia la banalidad y la desidia”.
Destacan los rótulos de algunos poemas, que dicen mucho de su
intención crítica: “A un amigo que encontró en la cola del paro
el amor repentino”, “De los idiotas se aprende”, “Poema que
sale republicano sin querer”, “Encuentros en la tercera fase”,
o “Hazañas del superhéroe cotidiano”.
Ángel
Manuel Gómez Espada ataca “las leyes del mercado”, tras las que
se esconden los intereses del capital y de aquellos que lo avalan,
solo la poesía, “bendita redención”, es capaz de paliar sus
contradictorios efectos. En estos poemas el autor se explaya con
lucidez y clarividencia para desmontar las capas de hipocresía de
una sociedad dominada por idiotas, memos corruptos y bastardos. Pero
si hay un poema paradigmático ese es, sin duda, “La última de mi
madre”, donde el poeta traslada de un modo ocurrente, divertido,
irónico, los consejos de su madre: “espabílate”, “que no
ganarás un chavo con eso de la poesía”.
El
poeta murciano demuestra no tener pelos en la lengua pues no duda en
inventariar los males que nos asaltan en nuestro camino, hechos cuya
simplicidad logra trascender con gracia y arte de ingenio, llegando a
emplear para ello versos de rasgo aforístico, donde brillan perlas
como: “Para muchos / la lista de la compra / es un camino de
Santiago”; “Tambien amar es una forma de surrealismo”; o en
“Spam”, donde llega a decir: “Bienvenido al nuevo orden
mundial. / Bienvenido a su bandeja de indeseados.” En ocasiones se
atreve, incluso, con unas breves composiciones que se aproximan en
forma y finalidad al senryu: “Cuento los segundos / desde el rayo
al trueno. / Pasa mi vida.”; “Tarde o temprano / todos
terminaremos / con una bala en la cabeza.”
En
conclusión, la poesía de Ángel Manuel Gómez Espada se desgrana
como en notas a pie de página, pues ahí, confiesa el autor, se
encuentra lo mejor de la vida. Y es que más allá de su acerba
escritura estos poemas destilan, sobre todo, un existencialismo
amargo, un desencanto que invita a la acción antes de que todos los
días sean lunes.
Gregorio
Muelas Bermúdez
Reseña publicada en el nº 5 de CRÁTERA Revista de crítica y poesía contemporánea