Resiliencia
Jorge Ortiz Robla
La Herradura Oxidada, Zaragoza, 2016
La
Herradura Oxidada, el
sello editorial fundado por
Julio Donoso en
Zaragoza y
conocido
por editar el Magazine literario homónimo, publica
en su colección “Náufragos
del Potemkin”, dirigida por
José Gabarre y Pablo Delgado,
el nuevo trabajo del poeta
canario
Jorge Ortiz Robla, Resiliencia.
Un
significativo título donde
el poeta afincado en
Catarroja, Valencia, ratifica
un estilo propio, marcado por un especial
interés en las
cosas del
mundo, se trata, pues, de una
poesía enfocada a
reflexionar con actitud crítica sobre
la realidad cotidiana y los
males que la acucian,
por sus versos desfilan seres
abstraídos en situaciones
aparentemente mundanas que gracias a
la agudeza y arte de ingenio
del poeta se convierten en
únicas y extraordinarias.
Editado
en forma de plaquette,
cuenta
con un excelente prólogo del
poeta albaceteño Andrés García Cerdán,
que titula “El Hambre”, donde
éste señala que la poesía es esa herida por donde el poeta sangra
con su deseo de andar y profundizar en ella.
Resiliencia se compone
de dieciocho
poemas de variada forma, desde poemas breves de apenas tres versos
(“Mensaje en una botella”)
a extensas composiciones divididas en tres
apartados (“Entreguerras”),
donde Jorge Ortiz Robla
trasciende
la epidermis de
las seres y las cosas con su peculiar estilo, un estilo
libre, pero marcado por un notable
sentido del ritmo que invita
al lector a detenerse para
meditar
sobre esas cosas que de tan cerca apenas se
aprecian, ahí
es donde el verso de Jorge Ortiz se afana, en ofrecer otra visión
que permita desentrañar
la realidad, para ello
apela a la sentimentalidad
como eficaz recurso
para remover la
conciencia del
lector activo.
Tras
el éxito de su opera prima La simetría de los insectos, que
ya va por su tercera edición, revisada y ampliada, en Lastura, esta
plaquette viene a confirmar el valor en alza de su autor en el
panorama poético actual, plagado de propuestas sociales de la más
diversa índole donde, sin embargo, Jorge Ortiz Robla brilla con luz
propia por su lirismo, que consigue trascender el tono panfletario en
el que suelen incurrir algunas de estas propuestas para calar hondo
en las inquietudes del lector sensible, al que pone alerta.
Los
conceptos de amor y paz se encuentran íntimamente ligados, Jorge
Ortiz no concibe el uno sin el otro, pues de esa feliz conjunción se
puede erradicar el hambre, uno de los temas centrales que el poeta
canario aborda en los primeros poemas: “en una casa junto al mar
morimos de hambre”. (“Civitas”). El valor forja al
individuo en situaciones extremas y de hecho son las circunstancias
las que forjan las civilizaciones, de nuestras decisiones y acciones
presentes dependerá el futuro: “los hombres de hoy somos la
tierra/ que nutrirá vuestras semillas.”.
La
poesía de Jorge Ortiz Robla denuncia la inacción y el
“confortmismo”, veamos un ejemplo:
“El
cuerpo contra la pared se ciega.
Dejar
sin vista,
ése
es el castigo.
Detrás
la vida sigue y tú inerte
frente
al muro de piedra o ladrillo.”(“Comunes”)
Pero
también se muestra sensual en “Casa museo” (“la piel de
mármol/ la sonrisa arcaica”) y “Una esdrújula para Linda”
(“Escribo, témelo, en un versículo orgiástico/ y tú
ojiplática en tu tácito castigo,/ como Tántalo,
acérrima bajo la roca,/ famélica ante la fístula de alma”),
donde emplea con maestría el paralelismo y la homofonía.
El
mensaje de Jorge Ortiz desencripta los mecanismos del poder, que
avanzan en tropel como manadas hambrientas, de nuestra hambre se
nutre su ansia y sobre nuestro silencio braman, así el poeta
advierte de las posibles consecuencias, su poesía es combativa
porque impele al lector a hacerse preguntas de incómodas respuestas:
“¿seremos la flor de la tumba, la infección de la garganta sin
grito?/ ¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?”.
Sorprende
la capacidad analítica del poeta, que a partir de un hecho o una
anécdota es capaz de hilvanar un discurso paralelo de un lirismo
realmente sobrecogedor, así en “Poesía del silencio” es la mano
del poeta la que escribe versos sobre el vientre de la amada; en
“Polonio 210” nos recuerda que la vida nos va matando si no
tomamos parte; en “Estío” cómo un leve gesto, cerrar una maleta
y una casa, puede esconder algo mucho mayor, como un desahucio;
mientras que en “Los filósofos” traza “un punto de fuga en
perspectiva aérea” para señalar la dicotomía entre el cielo
de los soñadores y “la realidad del suelo”.
Sobre
la escoria de los días debemos edificar “nuestro futuro/ más
inmediato”, tender un puente frágil donde “la madera
puede contener el vacío”.
La
plaquette culmina con el poema en dos tiempos “Entreguerras”,
donde las noticias de los conflictos armados en Bagdad, Siria y el
Líbano se entrelazan con una historia de amor, y donde la historia y
la intrahistoria conviven en la sensibilidad del poeta que siente el
presente de forma polifónica, viviendo una paz de entreguerras donde
“hay motivos para soñar” aunque los periódicos y el
telediario nos bombardeen con mentiras todos los días.