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martes, 6 de noviembre de 2018

Borealis. Rocío Cerón

 
 


Borealis
Rocío Cerón
Fondo de Cultura Económica, 2016
 
 
Rocío Cerón (Ciudad de México, 1972) es una de las voces líricas más seguras de su país, su reciente inclusión en la antología Sombra roja. Diecisiete poetas mexicanas (1964-1985) (Vaso Roto, 2017), selección de Rodrigo Castillo, y la publicación de sus anteriores libros en España, El ocre de la tierra (Ediciones Liliputienses, 2011) y Diorama (Amargord Ediciones, 2013), confirman a una autora que en su más reciente trabajo, Borealis, demuestra haber alcanzado un elevado grado de madurez creativa al transgredir las reglas del juego poético en un ejercicio experimental de alto vuelo donde logra reescribir con desbordante ingenio la tradicional relación entre significante y significado.

Publicado en la elegante y prestigiosa Colección de Poesía de Fondo de Cultura Económica FCE, Borealis es un poemario rico en referencias culturales y geográficas, donde el estilo de Rocío Cerón se diversifica en múltiples variables formales, desde el poema en prosa hasta el versículo de trazo aforístico, todo al servicio de la palabra glaciar, en una suerte de metonimia que designa una lengua húmeda con vocación de crítica afilada, eminentemente suspicaz.

Una cita de Ezra Pound abre un libro donde la poeta mexicana emplea un lenguaje poliédrico, donde se combinan desde vocablos de raíz culterana hasta neologismos de pura inventiva, dentro de una estructura de sugestiva complejidad pues el poemario se divide en ocho secciones con estilos y ritmos muy diferentes.

En la primera parte, “Borealis (Airship II, 2012. 3:24)”, Rocío Cerón nos presenta un poema “aerostático” donde traza un mapa de fisuras, de rayas negras o líneas metálicas, que dibuja un paisaje en la niebla con “fugaces destellos de belleza”.

La segunda parte, “Un punto de esa distancia”, está integrada por cinco composiciones donde entre la combustión y el sudor la autora manifiesta que “el lenguaje ata”, así bajo los efectos secundarios de la “hidrocodeína con acetaminofén” se trazan versos sincréticos con libertad envolvente, donde el discurso se transcribe con audacia experimental y reminiscencias vanguardistas.

En el tercer apartado, “Cinco partes de una prosecución”, la autora rompe con la escritura por medio de la imagen y la técnica del collage, con ilustraciones de la propia autora, Ana Hop y Ari Chávez Chacón, poemas visuales donde se nos muestran diversas partes anatómicas (talón, puño, fosa del codo) que se superponen sobre mapas, en realidad líneas sinuosas bosquejadas a mano alzada, de la costa de Islandia: Blönduós, Húsavík, Burstafel, Jökull, Akranes…, puntos de ciudades y glaciares, entre aves migratorias y personas que caminan, señalan u observan.

En la cuarta parte, “Efnistöku”, Rocío Cerón entona un “Canto a mitad de ruta con rostro cubierto de tizne y légamo” donde a través de diversas “pisadas” recorre un campo léxico de raíz surrealista donde la fisura (“Pie posado en saledizo”) permanece.

Una cita de René Char introduce la quinta parte, con el extravagante epígrafe “De cómo adentrarse en el glaciar de Vatnajökull y sobrevivir con el soplo de un cometa en la boca”, aquí la autora reúne cinco composiciones con un tono crítico y social, donde a través del nacimiento articulado del lenguaje aborda la necesidad de re-decir un mundo dominado por la “lengua glaciar”, donde los términos aguanieve, copo, nevada tornan en silencio el balbuceo inicial porque “debajo de la lengua hay un presidio”.

El versículo es la forma que Rocío Cerón escoge para expresarse en el siguiente apartado, así “Trances” avanza, tembloroso, entre signos y las más variadas tonalidades de un lenguaje que se torna tacto, palabra palpable donde se suceden increíbles imágenes y donde el cuerpo, y sus partes, y su movimiento aéreo, giratorio, son el punto de partida, y de llegada, de un discurso aparentemente hermético.

En “La representación de la luz por el lodo” reúne doce poemas breves en forma de prosa donde la muerte (“Las piedras en el cementerio son la expectativa”) es prescindible y hermosa, y el dolor (“Detenido el aguijón la herida punza y punza y punza”) es memoria estática, de ahí -ese “ahí” con el que acaba el poemario- el viaje a contracorriente que la autora propone con la intención de volar hacia el norte para huir de un “país ceñido a cintura”.

Coda” es la culminación de un poemario enigmático, interdisciplinar, capaz de estimular al lector avezado por las paradójicas asociaciones de palabras y un vocabulario invernal que se adapta a los temas que aborda, en definitiva un paisaje sonoro orquestado para soslayar el vértigo al vacío.
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez
 
 
 
Reseña publicada en el nº 4 de CRÁTERA Revista de crítica y poesía contemporánea