martes, 26 de enero de 2016

La mirada sin nosotros. Ambrosio Gallego

 
 



La mirada sin nosotros
 
Ambrosio Gallego
 
Ediciones Tigres de Papel, Madrid, 2015
 
 
 
La editorial madrileña que dirigen con mano maestra Paco Moral, Cecilia Quílez y Mara Troublant, Tigres de Papel, publica La mirada sin nosotros, del poeta extremeño afincado en Barcelona Ambrosio Gallego Durán, un poemario integrado por tres libros de haikus.
El poemario se abre con un prólogo del poeta Miguel Ángel Curiel, amigo del autor, donde propone un título alternativo, Eco o el eco, celebra la reunión de estos haikus en una edición para el gran público, y los define con acierto como pequeñas estrofas del gran poema que constituye este libro, donde cada haiku sería como un fotograma o estampa de un cuadro más amplio.
Como decíamos, el poemario se compone de tres libros o colecciones de haikus, que Ambrosio Gallego titula “Con breves ojos”, “Ventanillas en un tren” y “Naturaleza en vilo”, respectivamente. Con el primero consiguió el autor el VII Premio de Poesía César Simón en 2010. Las citas de Mario Benedetti, Manuel Altolaguirre y Claudio Rodríguez inciden en las nociones de lugar y tiempo pues si algo consiguen estos versos es eternizar un instante concreto.
El título sintetiza el espíritu que define a la estrofa japonesa, pues si por los sentidos el mundo existe para nosotros, el yo, el yo plural, debe estar ausente para ser solo meros testigos del milagro cotidiano que la naturaleza nos regala en silencio. Contemplación, serenidad y silencio son los requisitos necesarios para el alumbramiento, Ambrosio Gallego lo sabe y se ha entregado a ese ejercicio de desprendimiento para alumbrar estos haikus, que a medida que avanza el libro van conquistando el centro de la página, desde los haikus encadenados de “Con breves ojos”, dedicados a la memoria de su padre, hasta el concepto zen que pone en práctica en “Naturaleza en vilo”, donde encontramos un solo haiku por página, como una gota de tinta negra cuyo eco ondea en la hoja en blanco.
Levedad y esencialismo animan la brevedad de estos versos, donde el autor ha auscultado el horizonte con ojos abiertos, sólo así ha podido captar la verdadera belleza que anida en las cosas sencillas, veamos algunos ejemplos:
 
 El agua rompe
sobre una poza umbría.
Desaparece.
 
Brillan las jaras
el tiempo que las miro.
Y su olor llega.
 
Un petirrojo
sobre una rama yerta,
estremeciéndose.
 
Ambrosio se sirve de todos los recursos clásicos, como el kigo o palabra que denota la estación del año, la onomatopeya, el aware o emoción estética, entre otros, para alcanzar eso que podríamos denominar “haiku verdadero”, sin renunciar en ocasiones al lirismo, pues el haiku, no lo olvidemos, es poesía, poesía henchida de espiritualidad.
En definitiva, se trata de una obra imprescindible para los incondicionales del haiku y un estímulo de concisión y condensación para los lectores torrenciales, que a buen seguro experimentarán una sensación de religación con las cosas que nos rodean, algo muy necesario en estos tiempos donde la certidumbre escasea.



jueves, 21 de enero de 2016

Arcadia desolada. Pedro Juan Gomila Martorell

 
 
 
 
Arcadia desolada
 
Pedro Juan Gomila Martorell
 
Ed. La Lucerna, Palma, 2013
 
 
Eidolon (ειδωλον), según la mitología griega es una copia astral de un difunto, este doble espectral de forma humana, que se remonta a la Odisea de Homero, llega hasta nuestros días gracias a la obra del poeta mallorquín Pedro Juan Gomila Martorell, que le ha dedicado un díptico compuesto por los poemarios Arcadia desolada (Eidolon I) y En la tierra de Nod (Eidolon II, 2015), ambos publicados por la colección de Poesía de Ed. La Lucerna. Nos detendremos en el primer título, segundo poemario del autor, que marca un verdadero punto de inflexión en su poética y determina un rasgo de estilo muy peculiar, que se alimenta de la propia experiencia y se engalana de un clasicismo de raigambre grecolatina.
Precede a los versos un extenso prólogo de José Luis Reina Segura, donde éste da cuenta de su amistad con el autor y señala algunas de las claves necesarias para comprender su mundo, esa Arcadia sumida en el dolor, la amargura y la tristeza por efecto de una realidad adversa que obliga al poeta a transmutarse en fantasma, mera copia en carne y hueso de una conciencia que se sabe ajena a los dictados de una sociedad puritana e hipócrita.
Las citas de Javier Sologuren, Alberto Escobar y Arthur Rimbaud señalan el tema que guiará todo el poemario, la búsqueda de la identidad sexual en conflicto con el entorno. El libro se articula en forma de diario íntimo, así los poemas se suceden de forma continua, sin separación formal en partes, y hacen partícipe al lector del conflicto interior de un poeta atormentado por los convencionalismos imperantes. Nos encontramos por lo general con largos poemas, la mayoría de una sola estrofa, dos o tres a lo sumo, y versos de arte mayor, donde el decasílabo, el endecasílabo y el dodecasílabo se combinan en un léxico rico en adjetivación que roza el barroquismo.
Nazco de tu vagina lata y dura,/ con la entraña colérica de lava, así comienza un poemario que va de la infancia al presente, donde el poeta se siente como pájaro atrapado entre barrotes y emplea un lenguaje culto barnizado de hermetismo para declarar su mensaje, que se caracteriza por una veracidad doliente. Y es que para Pedro Juan Gomila Martorell la poesía es un ejercicio de exorcismo para liberarse de las ataduras morales, en este sentido podemos definir su poética como una rebelión ética, y es que compartir es un acto de amor libre.
Sé que apenas atesoro el tiempo breve/ de los fuegos de San Telmo en la tormenta, con estos versos finaliza esta Arcadia que brilla por una mordacidad que recuerda a los maudits de fin de siècle. Poesía confesional, purgatoria si se quiere, pero poesía al fin y al cabo, compleja y tributaria de múltiples referentes, todo con el firme propósito de enfrentarse a los prejuicios sociales para afirmar su identidad en un mundo ambivalente.



lunes, 18 de enero de 2016

Humanos. Mar Busquets Mataix

 
 



Humanos
 
Mar Busquets Mataix
 
Els llibres de l´Argila, Valencia, 2013
 
 
Nacida en Santiago de Chile pero valenciana de corazón, Mar Busquets Mataix es una escritora de éxito, que se mueve con soltura tanto en el terreno de la lírica como en el de la narrativa, diversos premios atestiguan a una autora en plena madurez creativa, que con el poemario que nos ocupa, Humanos, obtuvo el Premio Gabriel Miró del Castell de Guadalest 2011.
Publicado por el Grup Poètic Argila de l´Aire, con quien le une una estrecha amistad, en el número cinco de su colección de poesía “Els llibres de l´Argila”, el poemario cuenta con un breve e intenso prólogo de Rafael Correcher, que sintetiza los grandes temas que animan la poética de Mar Busquets: la herida, el anhelo y los sueños, tres temas que nos hacen dichosamente humanos, y que se desgranan del tema principal sobre el que versa todo el poemario, el amor.
Precisamente la herida es la que da título a la primera parte del libro, constituida por cinco poemas que establecen el estilo que guiará todo el poemario, poemas por lo general breves, en verso libre, donde la idea marca la longitud del verso y el lenguaje ordena el sentimiento (“Pathos”).
En el segundo apartado, titulado “Rastro de ti”, Mar Busquets reparte en nueve poemas su experiencia amorosa ante la ausencia del ser amado, pero no nos encontramos con la desazón que se deriva de la pérdida, sino con la proximidad lejana que es fruto del anhelo. Con un lenguaje sencillo en apariencia y rico en metáforas, Mar Busquets nos ofrece un discurso alejado de los tópicos.
Un verso de Dámaso Alonso, “Hombre es amor”, titula la tercera parte, donde aparece un símbolo que será recurrente, las manos, veamos algunos ejemplos: imagino tu mano; amaneces en mis manos; tus manos me incautan. Las manos son el instrumento para la caricia o el abrazo, y para la escritura o el gesto, pues las palabras son su prolongación sobre la página. Llama especialmente la atención el gusto de la poeta por los parónimos y la ruptura de palabras para acentuar el ritmo y multiplicar el significado. Pero la escritura de Mar Busquets también es pasional pues sabe que el cuerpo, la piel, imágenes igualmente recurrentes, nos hace humanos.
En la cuarta parte, “Humo”, la autora emplea la concisión como la mejor manera para mostrarnos que el sueño y el silencio a la postre son pasto del humo porque lo que en humo empieza/ en humo acaba. Y es que despertar es continuar cuando la persona amada se convierte en silencio.
En la quinta y última parte, que lleva por título “Amanece cuanto puedas”, Mar Busquets continúa su ardua labor de esencialización en lance acróbata con el lenguaje en pos de la mínima expresión y el máximo sentido. Aquí la autora logra redefinir el verbo amar: amar es querer volar; voluntad de piel/ contra la roca (“Solo queda volar”). Pero también nos muestra su desengaño pues como muy bien dice a veces es más difícil besar la realidad que máscaras o rostros. El poema “Habrás ganado” es un bello colofón a un poemario que rezuma verdad y que no se detiene en la nostalgia pues si al final siempre perdemos, al menos habremos ganado en experiencia y en conocimiento.
En definitiva, Mar Busquets evoluciona hacia una forma muy particular de verter el sentimiento amoroso, que se confirmará en su siguiente poemario, Esbozos (Editorial Germanía, 2014).



sábado, 16 de enero de 2016

Ahora es la noche. Carlos Alcorta

 
 


Ahora es la noche
 
Carlos Alcorta
 
Valparaíso Ediciones, Granada, 2015
 
 
Carlos Alcorta es uno de los poetas más destacados del actual panorama nacional, el escritor cántabro posee ya una obra consolidada, que además de la poesía abarca la crítica y la traducción, una obra que se inicia en 1988 con Lusitania (Biblioteca del Vigía) y que, pasando por la antología Ejes cardinales. Poemas escogidos 1997-2012 (Renacimiento, 2014), llega a su más reciente producción, Ahora es la noche, que ha publicado Valparaíso Ediciones en el número 53 de su prestigiosa colección de poesía, dirigida por Javier Bozalongo.
El poemario que nos ocupa, cuyo título alude a un tiempo inmediato, este ahora del que la noche se ha adueñado, con referencia a la crisis social y económica que padecemos, se abre con tres significativas citas, del clásico latino Virgilio hasta los contemporáneos e influyentes poetas norteamericanos C. K. Williams y Charles Wright, cuya impronta y magisterio se deja sentir a lo largo del poemario.
El libro se divide en cuatro apartados, con asuntos temáticos diferentes pero complementarios, y prácticamente simétricos, así en la primera parte, “Un esclavo salvaje”, Alcorta reflexiona sobre el instinto y el deseo, sobre la necesidad de sublevarse contra el miedo que amansa y domestica porque la vida no es un juego. No poco de autocrítica contienen estos versos, a través de un discurso imparisílabo, el poeta reconoce su deuda ante el espejo, narcotizado por ese “estupor mundi” que constantemente le circunda, sin embargo, el poeta sabe, como T. S. Eliot, que todo fin alberga la posibilidad de otro principio.
En la segunda parte, que lleva por título “La manzana de Adán”, Alcorta adopta un lenguaje sensual e irónico, que revela las inadvertidas consecuencias que provoca el deseo cuando se aproxima al pecado, pero el deseo también posee un lado oscuro cuando el dolor esconde placer por ganar un día al tiempo en fuga.
La tercera parte, titulada “Tomas de exterior”, supone un viaje de vuelta a lugares que por su significación han dejado una honda huella en la memoria del poeta, que parte del interior de una habitación forrada de libros, donde deambulan escritores y personajes de todo tiempo, desde donde recrea en su imaginación lugares del mundo que reúnen partes de la historia, al menos de la del poeta, con un aura de nostalgia, como Sounion, San Zeno Maggiore o la bahía de Txindugi.
En la cuarta y última parte, “La mañana o el vértigo”, los poemas parten de anécdotas cotidianas que el poeta eleva a la categoría de impresiones líricas: la pugna entre la luz natural y la artificial de una mañana cualquiera, con las notas de oboe que interpreta el hijo como breve asidero a esa felicidad abstracta que ayuda a olvidar los graves asuntos que trastornan/ el equilibrio de la convivencia; el gesto de un conductor anónimo en “Necesidad del héroe”; el sol que invade el espacio doméstico de la cocina y que dibuja el “contorno del vaso” al hilo del pensamiento; o la visión de una gaviota hambrienta en el inactivo paisaje portuario de los domingos.
Carlos Alcorta nos ofrece un discurso de alto vuelo donde la belleza del lenguaje se pone al servicio de un pensamiento crítico, Alcorta nos demuestra que prácticamente todo es materia poetizable, así destaca su capacidad descriptiva en poemas, de larga extensión la mayoría, donde reflexiona sobre el yo, el mundo y sus circunstancias, empleando para ello un lenguaje sencillo en apariencia, que abunda en paralelismos, y donde aúna con sabiduría lo coloquial y lo culto. El definitiva, nos encontramos ante un poemario que nos invita a mirar las cosas de otra manera y sobre todo a reflexionar a la luz de una conciencia que se sabe propia y ajena.



miércoles, 13 de enero de 2016

La vida en un instante. Herme G. Donis

 
 



La vida en un instante
 
Herme G. Donis
 
Editorial Cuadernos de humo, Brooklyn, 2015
 
 
La Editorial Cuadernos de humo, sita en Brooklyn, Nueva York, publica en el número seis de su exquisita colección de poesía, el nuevo poemario de la poeta vallisoletana Herme G. Donis, La vida en un instante.
El poemario cuenta con dos grandes alicientes, por una parte, las ilustraciones del escritor y editor Hilario Barrero, autor de los cinco dibujos, incluyendo el de la portada, que acompañan a los textos con el original estilo que le caracteriza, y por otra, un breve y acertado prólogo del poeta y crítico literario José Luis Morante, que lleva por título “Sin alzar la voz”.
Lo primero que llama la atención es el formato, pues nos encontramos ante una edición limitada, numerada y firmada por la autora, que reúne cincuenta haikus de la más diversa índole, fruto de la experiencia y la reflexión inspirada por una naturaleza que se presenta, unas veces como espacio para el milagro cotidiano, y otras como lugar donde aún se vislumbra el misterio, pero siempre como fuente para el discernimiento y el sentir profundo que anida en las cosas sencillas. A ese mesurado ejercicio de sencillez se entrega Herme G. Donis para alumbrar estos haikus, algunos muy fieles al espíritu japonés, basten tres ejemplos para ilustrar lo dicho anteriormente:
 
En el sendero,
leve rastro de plumas
lleva hasta el nido.
 
Pájaro amigo,
cuando me veas triste,
dame tu canto.
 
Hojas al vuelo.
El campo se ilumina
de estelas rojas.
 
Sin duda, Herme conoce la tradición y bebe directamente de ella, sólo así puede hacerse eco del amplio mapa temático que caracteriza a esta forma milenaria, en este sentido, sobresalen los que podríamos llamar “haikus crueles”, que no debemos olvidar que se trata de la respuesta taoísta al denominado “haiku de compasión” cultivado por los budistas, he aquí dos espléndidos ejemplos:
 
El perro aúlla.
Una mano infantil
esconde el palo.
 
Cesa la lluvia.
Sobre las aguas lucha
un ave herida.
 
Los haikus se suceden con una leve división interna, donde la autora hace alusión a dos lecturas diferentes pero igualmente luminosas: del poeta chino Lu Xun, verdadero padre de la literatura moderna en China, y del poeta libanés Abbas Beydoun. Resulta curioso constatar que ambos autores escribieron su obra poética en prosa, sin embargo, Herme se hace eco de su espíritu de lucha y su indagación en lo cotidiano para vehicular una serie de poemas breves que van más allá del sentido clásico del haiku japonés al reflexionar sobre problemas sociales:
 
Como esa flor
en la grieta del muro
sobreviviendo.
 
En definitiva, Herme bebe de Oriente pero en el sentido más amplio, pues en la manera de concebir la realidad que le circunda encuentra el haijin las palabras adecuadas para eternizar esos instantes que conforman la vida.



viernes, 8 de enero de 2016

Dragoste y Los finales y los sueños. Julia De la Rúa

 
 



Dragoste y Los finales y los sueños
 
Julia De la Rúa
 
Araña editorial, Valencia, 2012
 
 
Araña editorial publica en el número 2 de su colección “La Bella Araña” el volumen Dragoste y Los finales y los sueños de la escritora, poeta, editora, artista plástica y activista cultural Julia De la Rúa, un libro bellamente editado que reúne los dos primeros poemarios de la autora, publicados en 1998 y 1999 respectivamente, en la editorial madrileña Bernal.
En perfecta simbiosis con los poemas del libro, encontramos las ilustraciones de carácter surrealista del artista mexicano Luis Enrique Pérez Ostoa, que se imbrican en el contenido de tal modo que resulta difícil deslindar asunto y dibujo, pues Pérez Ostoa consigue traducir en imágenes los pensamientos de Julia. A esta estrecha colaboración rinde Julia unas palabras al comienzo del libro, precedidas de otras, esta vez de Pérez Ostoa, sobre su trabajo en Dragoste.
Dragoste significa “amor” en rumano y he aquí el asunto y materia del poemario, que sintetiza en sesenta y siete composiciones, sin división en partes, la experiencia personal de un sentimiento tan vital como contradictorio. Desde el largo poema en prosa inicial, titulado “Esencia de mujer”, hasta el tríptico final que aspira a recuperar el amor perdido a través de los lugares donde estuvimos juntos, Julia De la Rúa derrocha pasión a raudales (“Amor éxtasis”) sin obviar la dimensión espiritual pues cuerpo y alma son dos partes integrantes de una misma esencia que siente y piensa. De la Rúa hace uso del verso libre, con un ritmo en ocasiones asonantado, para dar rienda suelta al torbellino de sentimientos que le provoca la presencia o ausencia del ser amado.
En Los finales y los sueños los versos se dilatan en treinta composiciones dedicadas a su hijo Enrique, donde abarca ese todo que es su mundo y donde también se hace eco de las injusticias sociales, de nuevo nos hallamos ante una amalgama de sentimientos donde prevalece el sabor agridulce de la nostalgia, del barrio abandonado, de la infancia, de la persona amada, sin duda, este poemario da cuenta de un proceso de cambio vital, un punto de inflexión de una artista que camina hacia la madurez, que va del intimismo de Dragoste hacia la apertura al exterior que experimenta en Los finales y los sueños, por tanto un tránsito de la sensación a la reflexión. El poemario culmina con un largo poema dividido en ocho partes, “El sueño junto al mar”, donde el sueño se hace recuerdo que lucha por mantenerse a flote para no sumergirse en el olvido. Pasión y sinceridad, es lo que nos ofrece Julia De la Rúa en un libro apto para mentes inquietas.




domingo, 3 de enero de 2016

En la desposesión. Blas Muñoz Pizarro

 
 



En la desposesión
 
Blas Muñoz Pizarro
 
Diputación de Cáceres, 2013
 
 
Premio “Flor de Jara” de Poesía 2012 otorgado por la Diputación de Cáceres, En la desposesión supone un punto de inflexión en la obra poética de Blas Muñoz Pizarro, que con este poemario inicia un ejercicio metalingüístico donde el autor explora nuevos cauces de expresión, abriendo paso a un amplio abanico de significados.
En la desposesión, Blas Muñoz Pizarro se despoja de las ataduras clásicas para ahondar en una forma novedosa donde cada palabra tiene un peso específico sobre la página en tanto ocupa un lugar determinado que por su milimétrica ubicación viene a decir algo esencial, en este sentido los poemas presentan una estructura interna que se sabe fundamental para su significado. También el lenguaje se ve sometido a un premeditado despojo de toda retórica superflua, aquí Blas Muñoz busca y encuentra la palabra exacta como eco contenido de una pluralidad de significantes y significados.
El poemario se abre con una emotiva dedicatoria a José Luis Parra, amigo del autor, y prosigue con una significativa cita de José Ángel Valente, cuya influencia se deja sentir a lo largo de todo el poemario. Así los versos de Blas Muñoz se forjan en el yunque de la palabra sabiamente contenida, un ejercicio que obra a favor de un saber y un sentir profundo que se reparte en cuarenta y tres cantos divididos en tres grandes secciones sin más título que el número cardinal que por orden les corresponde. Esta estructura tiene mucho que ver con el sentido global del libro, que tiende a un cierto minimalismo que lo aproxima a la denominada “poesía del silencio”. Un trabajo de densificación que, sin embargo, no incurre en el hermetismo por la capacidad de Blas Muñoz para generar imágenes de gran plasticidad.
En el límite herido de la luz/ empieza el canto. Así comienza un poemario que reflexiona sobre algunos temas esenciales que tocan a la condición del hombre en cuanto a ser sensible que se cuestiona su sentido, su estar en la tierra. Son frecuentes los vocablos que delatan un interés metafísico de primer orden que merced a un ritmo deslumbrante le permiten alcanzar una cima lírica. Blas Muñoz se sirve del heptasílabo y el endecasílabo para ordenar un mensaje que se cierra a modo de tesis: Y en la desposesión/ dueño soy/ de una ausencia.
Las citas de Luis Rosales y Carlos Marzal, que introducen la segunda y tercera parte respectivamente, ahondan en el sentido de un poemario tan coherente como heterogéneo pues son variados los temas sobre los que Blas Muñoz templa su pluma.
En definitiva, nos encontramos ante un poemario donde su autor revisa su estilo en aras de conseguir, si cabe, una mayor densidad expresiva. Nos encontramos, pues, ante un libro con un alto poder sugeridor que, sin duda, satisfará al lector exigente.




viernes, 1 de enero de 2016

El Testamento de la Rosa. Heberto de Sysmo

 
 



El Testamento de la Rosa
 
Heberto de Sysmo
 
Ediciones Cardeñoso, Vigo, 2014
 
 
Heberto de Sysmo, seudónimo literario del escritor valenciano José Antonio Olmedo López-Amor, es un autor con una proyección meteórica, que en apenas dos años ha pasado de ser una promesa a un valor firme y seguro, los numerosos premios y menciones que ha cosechado durante este período avalan su ascendente trayectoria, que permite vaticinar una carrera tan perdurable como exitosa.
Su nuevo poemario, El Testamento de la Rosa, publicado por ediciones Cardeñoso y finalista en el VI Certamen de Poesía “Poeta Juan Calderón Matador” 2014, se trata de su segundo poemario publicado y el primero en solitario, pues el anterior, Luces de Antimonio, volumen XI de la Colección “Algo que Decir” del Ateneo Blasco Ibáñez, lo publicó en noviembre de 2011 con su tío, Okoriades Varacri. En ese primer poemario Heberto reunió en 250 páginas composiciones de las más diversa índole, desde poemas de juventud a otros experimentales, donde ya se advierte la inquietud y afán de superación y riesgo de un autor conocedor de la obligación del poeta de crear lenguaje, de innovar e incorporar nuevos registros, en este sentido Heberto es un sagaz investigador del lenguaje y notable creador de neologismos, que además gusta de rescatar arcaísmos y cultismos para enriquecer y embellecer su discurso, siempre desde el respeto a la tradición clásica, siendo un gran cultivador de su forma más perfecta, el soneto, el cual practica tanto en rima consonante como en verso blanco.
Sin embargo aquí, en el Testamento de la Rosa, Heberto no se deja llevar por los cantos de sirena de la poesía clásica y decide apostar por una forma y un lenguaje más contemporáneo, acorde con los tiempos de crisis que nos toca vivir, así el poeta adapta su lenguaje a la realidad para cantar sin desencanto las muchas virtudes que aún nos quedan y denunciar algunos, si no todos, de los grandes defectos que nos acucian, pues Heberto es consciente, como intelectual activo y comprometido, que sólo por el lenguaje se puede dar el cambio, un cambio de rumbo que nos encauce en la dirección correcta.
Heberto tiene la virtud y la osadía de adoptar un símbolo en apariencia tan manido como la rosa para darle una magistral vuelta de tuerca y mostrarnos un rostro nada amable de las circunstancias y las cosas que conforman nuestro mundo. Así la rosa se muestra frágil en la intemperie de los hombres, pero también incólume frente a las adversidades y es su obstinada resistencia la que permite invocar a la esperanza como una mota de luz esplendente en la oscuridad.
Con un lenguaje altamente expresivo, rico en matices y sugerente en extremo, Heberto se hace eco de los problemas sociales con un aguda crítica que denuncia la inacción y el conformismo que devienen en una general ausencia de compromiso, que se manifiesta en un gran silencio colectivo que no hace más que otorgar legitimidad a una injusticia cada vez más institucionalizada.
Los versos de Heberto de Sysmo nos sumergen en un viaje iniciático por espacios urbanos e infectos, entre tinieblas. Callejuelas, suburbios, infaustas avenidas, son el escenario de una cruenta lucha entre el bien y el mal, entre la virtud y el pecado, pero donde aún es posible el milagro, pues el espíritu, aunque moribundo, aún late como un corazón delator, como posible y necesario recinto de subversión frente al desigual orden establecido.
El volumen, que Heberto dedica a su madre (rosa entre las rosas), se abre con un extenso y apasionado prólogo del poeta valenciano Blas Muñoz Pizarro, que con acierto titula Atrio y donde dialoga con el autor al hilo de las reflexiones que con agudeza e ingenio va trazando sobre los diferentes aspectos que integran el libro, desgranando el contenido de las diversas partes y culminando con una sentida coda personal donde da cuenta de su fraternal amistad con los mejores deseos para un poeta y un poemario que desde el mismo título, tan hermoso y sugerente como el dibujo de la portada, obra del joven pintor surrealista valenciano Julio Viadel, son el bello prolegómeno de un libro que se articula en torno a tres grandes apartados: Imperfección, Transformación y Revelación, a través de los cuales asistimos a un trepidante proceso metamórfico, donde la rosa, alter ego del autor, es testigo, entre frescas fragancias y pestilentes efluvios, de la erosión de los valores, de la caída en un tiempo de abulia y desazón. No obstante, el testamento que erigen estos versos lejos de ser la última voluntad de una esperanza ninguneada por múltiples intereses, acaba siendo un eficaz revulsivo contra la falta de fe y bondad en el mundo. En consonancia resulta muy efectiva la manera sutil de intercalar breves poemas en cursiva a modo de contrapunto, como necesario asidero para el lector activo, como si la voz de la esperanza articulara un discurso paralelo. 
En la primera parte, Imperfección, advertimos un tono oscuro y expresionista, así los dos primeros poemas, “Espectros en la niebla” y “No hay Dios en los suburbios” dan cuenta de una realidad tan cruda como fantasmagórica merced a un empleo febril de la metáfora y un vocabulario tan coloquial como erudito. En el tercer poema, “Una obra maestra”, sin embargo, el autor introduce un tono sentimental y melancólico, se trata de una elegía anticipada, donde el autor reflexiona sobre ese fin ineluctable al que nos condena la vida. En “Darte de mí” y “Muda de prejuicios” Heberto realiza un malabarista ejercicio de autocrítica que parte de la imperfección congénita del ser humano: yo sólo alcanzo a ser el molde/ de un medio hombre, imperfecto:/ un medio acantilado/ buscando esa mitad del vértigo/ que lo devuelva a ser montaña, y no abismo; para alcanzar el ejemplo de perfección de la rosa que aunque maculada nos sigue mostrando su belleza exultante, primorosa, limpia de prejuicios. “Los lenguajes imperfectos” es un poema ecléctico, donde Heberto se sirve con destreza del paralelismo para trazar un puente entre la palabra y el silencio, entre la insuficiencia del lenguaje y la locuacidad del deseo. Loable lección la de la rosa que clama a la gallardía del ser humano como mejor aval para aletargar el paso de una esperanza que aunque efímera se hace necesaria para provocar el cambio.
En la segunda parte, “Transformación”, asistimos a la irrupción de la luz de una conciencia que invoca a la esperanza, que a pesar de los numerosos infortunios aún sigue creyendo en ella, que es capaz de respirar el flagrante perfume que emana de la rosa pisoteada, sangrante, y donde sólo el amor, verdadero mensaje de la rosa, puede redimirnos de la mentira, de la maldad, del odio. En esta parte los poemas son más breves y los versos más densos, donde Heberto hace gala de un lenguaje tan elocuente como excelso pues nos seduce su belleza y nos conciencia su sentido.
La tercera parte, “Revelación”, está integrada por dos poemas de ritmo endecasílabo y un tercero parisílabo, donde el autor nos revela quién somos: cuerpo destinado a arder en la venida del invierno; el enemigo íntimo que anida en nuestro interior y que muestra su rostro cada vez que nos asomamos al espejo; aquel que lucha con denuedo, hasta la extenuación, en la linde del sueño, para alcanzar el mensaje divino.
La obra se cierra con un epílogo del que firma estas palabras, donde pretendo resaltar la vigencia y trascendencia de la rosa, con todo su simbolismo, frente a la inmanencia de la oscuridad, que la cerca y lacera, y sobre todo demostrar que el empleo de un lenguaje lúcido y simbólico también sirve para denunciar los grandes males de nuestro tiempo.
En conclusión, Heberto de Sysmo nos ofrece una poética que incide en aspectos tan actuales como eternos, que a pesar de su enfoque testamentario pretende ser todo lo contrario, principio y no fin, a través de un mensaje tan delicado y sugestivo como ese personaje principal que recorre las páginas de un libro muy recomendable para este tiempo de crisis de conciencia y de concienciación.