lunes, 25 de julio de 2016

Mapa al corazón del hombre. Carlos Roberto Gómez Beras

 
 


Mapa al corazón del hombre
Carlos Roberto Gómez Beras
Isla Negra Editores, Santo Domingo, 2014
 
 
Isla Negra Editores, el proyecto editorial independiente de más larga tradición en el Caribe hispano, con sede en San Juan, Santo Domingo y La Habana, publica en su colección “Filo de Juego” Mapa al corazón del hombre, de Carlos Roberto Gómez Beras, un libro que reúne su poesía escrita entre 2008 y 2012, y que ha alcanzado su segunda edición.

El poeta, ensayista, editor y profesor universitario dominicano afincado en Puerto Rico cuenta con una dilatada e interesante obra poética, que ha sido premiada en diversos certámenes nacionales e internacionales y se ha traducido a diferentes idiomas (francés, inglés, italiano, húngaro, estonio y alemán), además de ser incluida en relevantes antologías caribeñas y latinoamericanas. Se inició en 1989 con la publicación de Viaje a la noche, que mereció el Premio Nacional de Poesía del Pen Club de Puerto Rico. En 2007 reúne los poemarios escritos hasta 1992 en Aún, y en 2011 publica la antología personal Sobre la piel del agua.

Publicado con primor, con la sugerente obra en portada Saul Train, del artista francés Pascal Fallot, Mapa al corazón del hombre tiene la peculiaridad de ser su primer libro inédito en veinte años, un extenso y riguroso trabajo donde el fundador de la editorial Isla Negra, creada con el propósito de difundir la literatura alternativa caribeña contemporánea, inicia una segunda etapa en su quehacer poético, donde lo social y lo existencial se imbrican con lo personal e íntimo para hilar un discurso polifónico de alto vuelo.

Tres significativas citas, de Dámaso Alonso, Jorge Luis Borges y Sting, dan paso a un poemario que se estructura en siete apartados. En el primero, titulado “Las coordenadas del beso”, se agrupan diecisiete poemas donde Carlos Roberto Gómez Beras escribe sobre el fondo sombrío de la mujer amada, ella es la destinataria de unos versos que reflexionan sobre variados aspectos de una realidad adversa, donde la preocupación por lo metafísico también tiene su vertiente amorosa, he aquí un ejemplo: “Para qué, entonces,/ nombrar todos los besos/ enumerar todos los remordimientos/ si la nada se pasea entre nosotros/ como una reina por las calles de Comala.” Gómez Beras es un poeta cosmopolita, sus versos transitan por Belgrado, Nueva York o La Habana en busca de las coordenadas del amor, que se sintetizan en un beso: “Entonces, la besé/ y la ciudad me devolvió el beso.

En el segundo apartado, el poeta reúne “Seis Postcards”, seis poemas donde reflexiona sobre temas tan variados como la nostalgia (“la cicatriz que dejó una caricia”), la poesía (“herida de donde nace una rosa”) o la soledad. Resulta especialmente entrañable su evocación del final de Ernesto Che Guevara.

El tercer apartado, “Pequeños cantos de Yemayá”, reúne catorce “romances imperfectos” escritos en La Habana: poemas breves, de cuatro versos, con un prólogo y un epílogo “de regreso al olvido”.

El cuarto apartado tiene la peculiaridad de albergar cuatro poemas en la lengua de Shakespeare: “The Scent”, “The Foreigner”, versión en inglés del primer poema del libro, “Hope” y “Epiphany within the Walking Dead”, entre varias “traiciones y otros diálogos”, extensos poemas donde Gómez Beras entabla un pulso con la muerte, como en “La elegía infinita”, que el autor, emocionado, dedica al recuerdo de su madre: “¿cuántos corazones me has dejado/ para volver a despedirte?”.

Le siguen “Seis epitafios para el amor insepulto”, donde el poeta recurre de nuevo a un género breve para afrontar ese fin ineluctable con ingenio, humor y vitalismo, veamos un ejemplo:

Aquí no está enterrado un cuerpo
sino dos pájaros azules
que nunca llegaron al nido:
Lo siento.” (V)

Una cita de Octavio Paz introduce el sexto apartado, “Glosa, prosa, verso, poesía”, donde el autor inserta dos relatos: “Gijón-Barcelona-Gijón”, que narra un viaje de ida y vuelta en busca del amor verdadero, y “Diálogo frente al mar”, sobre el silencio y el recuerdo de una mujer; entre la lectura y el insomnio de los versos.

El séptimo y último apartado adopta el título del conjunto para en un único poema de largo aliento trazar un amplio “Mapa de lo que se despide con la mano y con la lira”. En realidad se trata de un bellísimo canto general y moral, y también de un ajuste de cuentas con su oficio donde “el corazón del hombre es un tibio nido austral/ que alumbra el pájaro aturdido hacia su vuelo.

En definitiva, Carlos Roberto Gómez Beras nos entrega un conjunto misceláneo y aparentemente heterogéneo que, sin embargo, goza de una gran unicidad en los temas y de una variedad de formas y registros que demuestra el dominio sintáctico de un poeta exigente con el verso, que sin renunciar al romanticismo escribe con verdadero apasionamiento. Nos encontramos, pues, con una poesía vital y erudita donde el autor canta a sus seres queridos y nos muestra algunos de sus grandes referentes literarios, como Homero Aridjis, Leonard Cohen o Pablo Neruda.



domingo, 24 de julio de 2016

Egometría. Elisabeta Botan

 
 


Egometría/ Egometrie
Elisabeta Botan
Limes, 2016
 
 
Egometría/ Egometrie es el segundo poemario publicado por la escritora y traductora rumana Elisabeta Botan, una edición bilingüe rumano-español que demuestra la madurez expresiva alcanzada por la autora afincada en Alcalá de Henares, un trabajo integrado por setenta y cinco composiciones, en su mayoría breves.

Publicado por Limes Arca, el poemario se inicia con un prólogo de Daniel Montoly, que da cuenta de la vertiente existencial de la poesía de Elisabeta Botan, que se autodefine en la apertura del libro: “Yo soy aquella que arde en la hoguera de la palabra”. En efecto, la poeta sabe que la palabra es fuego que revivifica, de sus cenizas se erige el lenguaje.

En el poema inaugural que da título al libro, la autora define su geometría como “laberinto de cicatrices fosilizadas”. En la búsqueda de su ser se afanan estos poemas, de nuevo el verso libre es la forma elegida para expresar sus inquietudes y afirma que “la poesía es nuestro único territorio/ más allá de él no existimos” (“La quintaesencia del amor”).

Elisabeta Botan hace de la palabra principio y fin de su existencia, por ella describe el mundo como “Tierra de letras”, y en ella encuentra cobijo cuando el ser amado se encuentra ausente. Las palabras son la prolongación de su ser y del ser que ama.

La poesía de Elisabeta Botan no está exenta de romanticismo, pues a su marido dedica varios poemas (“Me duermo en tus brazos/ y me despierto en los versos del más bello de los poemas.”); y de ternura, como en “Poema para Bianca”:

Me abrazas, niña, con tu vuelo
del color de un brillante polvo,
y nos escapamos por el cielo
de tus dibujos
hasta los manantiales de la metáfora.

Pero también encontramos composiciones donde el desengaño y la pesadumbre se adueñan del verso en un discurso metapoético donde de nuevo la palabra, el poema y sus límites, establecen un marco ilusorio en forma de espejismo.

En el orden interno que organiza el poemario por secciones temáticas, destaca la que dedica a la memoria del padre, “Ocaso” e “Irremediable” tratan de exorcizar la pérdida a través de la palabra, pues ni siquiera los recuerdos “heridos y descoloridos de tiempo” le dejan volver a él.

Pero también hay lugar para la crítica social, así en “Szomna” denuncia el caso de una niña de etnia gitana que se suicidó porque su familia no la dejaba estudiar, y en “Je suis Fakhunda”, el asesinato en público de una joven afgana en Kabul.

La poesía es la materia sobre la que Elisabeta Botan vehicula todo el libro, versos, palabras, letras, con el deseo de evadirse de la retórica para hallar la esencia del poema, por eso su verso se adelgaza, así los poemas “La hija de Izmón”, “Azar” y “A mi buen amigo” adoptan la forma de cascada.

Siempre el poema es el punto de partida, y de llegada, donde unas veces se identifica con el alma y otras se vuelve anhelo que le impele a escribir un “mapa de palabras” para salvarse de la muerte, de la nada.







miércoles, 20 de julio de 2016

Resiliencia. Jorge Ortiz Robla

 
 


Resiliencia
Jorge Ortiz Robla
La Herradura Oxidada, Zaragoza, 2016
 
 
La Herradura Oxidada, el sello editorial fundado por Julio Donoso en Zaragoza y conocido por editar el Magazine literario homónimo, publica en su colección “Náufragos del Potemkin”, dirigida por José Gabarre y Pablo Delgado, el nuevo trabajo del poeta canario Jorge Ortiz Robla, Resiliencia.

Un significativo título donde el poeta afincado en Catarroja, Valencia, ratifica un estilo propio, marcado por un especial interés en las cosas del mundo, se trata, pues, de una poesía enfocada a reflexionar con actitud crítica sobre la realidad cotidiana y los males que la acucian, por sus versos desfilan seres abstraídos en situaciones aparentemente mundanas que gracias a la agudeza y arte de ingenio del poeta se convierten en únicas y extraordinarias.

Editado en forma de plaquette, cuenta con un excelente prólogo del poeta albaceteño Andrés García Cerdán, que titula “El Hambre”, donde éste señala que la poesía es esa herida por donde el poeta sangra con su deseo de andar y profundizar en ella. Resiliencia se compone de dieciocho poemas de variada forma, desde poemas breves de apenas tres versos (“Mensaje en una botella”) a extensas composiciones divididas en tres apartados (“Entreguerras”), donde Jorge Ortiz Robla trasciende la epidermis de las seres y las cosas con su peculiar estilo, un estilo libre, pero marcado por un notable sentido del ritmo que invita al lector a detenerse para meditar sobre esas cosas que de tan cerca apenas se aprecian, ahí es donde el verso de Jorge Ortiz se afana, en ofrecer otra visión que permita desentrañar la realidad, para ello apela a la sentimentalidad como eficaz recurso para remover la conciencia del lector activo.

Tras el éxito de su opera prima La simetría de los insectos, que ya va por su tercera edición, revisada y ampliada, en Lastura, esta plaquette viene a confirmar el valor en alza de su autor en el panorama poético actual, plagado de propuestas sociales de la más diversa índole donde, sin embargo, Jorge Ortiz Robla brilla con luz propia por su lirismo, que consigue trascender el tono panfletario en el que suelen incurrir algunas de estas propuestas para calar hondo en las inquietudes del lector sensible, al que pone alerta.

Los conceptos de amor y paz se encuentran íntimamente ligados, Jorge Ortiz no concibe el uno sin el otro, pues de esa feliz conjunción se puede erradicar el hambre, uno de los temas centrales que el poeta canario aborda en los primeros poemas: “en una casa junto al mar morimos de hambre”. (“Civitas”). El valor forja al individuo en situaciones extremas y de hecho son las circunstancias las que forjan las civilizaciones, de nuestras decisiones y acciones presentes dependerá el futuro: “los hombres de hoy somos la tierra/ que nutrirá vuestras semillas.”.

La poesía de Jorge Ortiz Robla denuncia la inacción y el “confortmismo”, veamos un ejemplo:

El cuerpo contra la pared se ciega.
Dejar sin vista,
ése es el castigo.
Detrás la vida sigue y tú inerte
frente al muro de piedra o ladrillo.”(“Comunes”)

Pero también se muestra sensual en “Casa museo” (“la piel de mármol/ la sonrisa arcaica”) y “Una esdrújula para Linda” (“Escribo, témelo, en un versículo orgiástico/ y tú ojiplática en tu tácito castigo,/ como Tántalo, acérrima bajo la roca,/ famélica ante la fístula de alma”), donde emplea con maestría el paralelismo y la homofonía.

El mensaje de Jorge Ortiz desencripta los mecanismos del poder, que avanzan en tropel como manadas hambrientas, de nuestra hambre se nutre su ansia y sobre nuestro silencio braman, así el poeta advierte de las posibles consecuencias, su poesía es combativa porque impele al lector a hacerse preguntas de incómodas respuestas: “¿seremos la flor de la tumba, la infección de la garganta sin grito?/ ¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?”.

Sorprende la capacidad analítica del poeta, que a partir de un hecho o una anécdota es capaz de hilvanar un discurso paralelo de un lirismo realmente sobrecogedor, así en “Poesía del silencio” es la mano del poeta la que escribe versos sobre el vientre de la amada; en “Polonio 210” nos recuerda que la vida nos va matando si no tomamos parte; en “Estío” cómo un leve gesto, cerrar una maleta y una casa, puede esconder algo mucho mayor, como un desahucio; mientras que en “Los filósofos” traza “un punto de fuga en perspectiva aérea” para señalar la dicotomía entre el cielo de los soñadores y “la realidad del suelo”.

Sobre la escoria de los días debemos edificar “nuestro futuro/ más inmediato”, tender un puente frágil donde “la madera puede contener el vacío”.

La plaquette culmina con el poema en dos tiempos “Entreguerras”, donde las noticias de los conflictos armados en Bagdad, Siria y el Líbano se entrelazan con una historia de amor, y donde la historia y la intrahistoria conviven en la sensibilidad del poeta que siente el presente de forma polifónica, viviendo una paz de entreguerras donde “hay motivos para soñar” aunque los periódicos y el telediario nos bombardeen con mentiras todos los días.




domingo, 17 de julio de 2016

En alguna parte es otoño. María Teresa Espasa

 
 

 
En alguna parte es otoño
María Teresa Espasa
Ediciones Hiperión, Madrid, 2015
 
La poeta, ensayista y profesora María Teresa Espasa Moltó es, sin duda, una de las grandes damas de nuestra lírica actual, que desde la tribuna de la tertulia “La Buhardilla”, las páginas de la revista Corondel y de la colección Los Pliegos de Ítaca, ha desarrollado una intensa y fructífera labor literaria, que con sus últimos trabajos poéticos ha conseguido el reconocimiento que merece, así con El congreso obtuvo el prestigioso XI Premio de Poesía Leonor de Córdoba en 2012, y con la antología Tanto y tanto silencio le fue concedido el Premio de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (CLAVE) a la trayectoria poética en 2015, pero antes obtuvo otros premios, como el Vila de Mislata en 1999 por Cuando puedas llama. Con todo nos encontramos ante una autora solidaria e inquieta, que ha sido antologada por Sergio Arlandis en Mapa. 30 Poetas valencianos en la democracia (2009) y en la tercera entrega del grupo poético “El limonero de Homero”, que integra junto a Blas Muñoz Pizarro, Antonio Mayor, Vicente Barberá y Joaquín Riñón.
Su nuevo trabajo, el poemario En alguna parte es otoño, que publica con primor la prestigiosa editorial Hiperión, ha merecido el XXXII Premio Ciutat de València “Vicente Gaos” de poesía en castellano. Un poemario donde podemos constatar que los temas que lo vertebran son los habituales en su poesía, estos son: el amor, íntimo y expresado con delicadeza, el silencio, que amenaza con su nada, y el inexorable paso del tiempo, de ahí el loable empeño de eternizar instantes que lo fueron todo en su momento, expresados con elegancia y sensualidad. Sin embargo, el título, tan hermoso y sugerente, no es baladí pues dice mucho de su contenido, en efecto, María Teresa nos habla desde el otoño de su vida pero con tanta fuerza y pasión, que aunque siente el otoño en su corazón no así en su entendimiento, haciendo gala de una experiencia que por su hondura y sinceridad es digna de encomio.
El poemario se abre con un ilustrativo comentario de la autora que evoca un paisaje que nos remite al otoño del título, y por ende de su vida, donde reconoce que si bien ha perdido la inocencia del tiempo aún continua firme la voluntad de escribir su destino junto a esos abedules, hayas, robles y pinos, cuyas hojas caducas enmarcan una escritura de madurez sensible y reflexiva.
Un Pórtico inicia la obra con una cita de T. S. Eliot, no podría encontrar mejor cita María Teresa para afirmar su voluntad de verter lo transitorio y efímero en el delta de lo eterno, y un extenso poema, titulado “Entre murmullos”, que encabeza otra cita, esta vez de Ricardo Bellveser, con quien le une una estrecha amistad, un poema que introduce el tema principal que desencadena el libro: el amor y su naturaleza, su memoria y su destino, la autora lo describe maravillosamente en estos versos: “Todo crece en silencio:/ las dudas, el orgullo,/ el viento o el amor/ cuando llega y nos sorprende.”
En cuanto a la estructura, el poemario se compone de treinta y cuatro poemas que se dividen en cinco partes, así en la primera, que lleva el significativo título “Los tiempos de la vida”, María Teresa engarza los recuerdos con gran sensualidad y belleza sobre un marco idílico: la arena y las dunas “en las playas azules de Sorolla”, lugar de encuentro de los amantes al abrigo de la luz tenue de los atardeceres o de una hoguera.
En la segunda parte, titulada “La ley de los caminos”, dos citas, de César Simón, y Rafael Soler, con el tren y el avión como protagonistas, respectivamente, le sirven a la autora para indagar en el tema del viaje, iniciático, largo y lleno de experiencias, a la manera de Kavafis, para trazar un itinerario que discurre “por ciudades que atraviesan laberintos o en trenes de trayectos nocturnos para seguir a un amante que cada día escribe una ruta diferente, aquí María Teresa derrocha entrega a raudales a pesar de la incertidumbre del deseo. Pero también ahonda su huella en lugares emblemáticos de la geografía española, como los montes de Gredos, el Montgó, un Madrid lluvioso, Santillana del Mar, o en grandes capitales europeas, como Praga, Varsovia, Bruselas, Berlín, Colonia, París, hasta aterrizar en Nueva York, lugares que dan cuenta de una poeta cosmopolita que se deja invadir por la nostalgia para extraer la piedra del conocimiento. Podríamos definir la poesía de María Teresa Espasa como una interacción entre el afuera y el adentro, pues es la naturaleza externa y sus fenómenos los que a menudo desencadenan un torbellino de sensaciones y sentimientos en su interior, a veces atormentado por lo huidizo del tiempo y el prisma esmerilado del recuerdo.
La tercera parte, “Cuando llega el silencio”, es la del desengaño, el adiós, y el dolor resultante de ambos, aquí María Teresa escribe desde el desgarro de la pertinaz herida abierta en la memoria, pero la escritura también es terapéutica y le permite liberar el sentimiento de la cárcel del pensamiento para compartir su experiencia con una sinceridad admirable en un ajuste de cuentas con el pasado.
En la cuarta parte, titulada “Después de todo, regresar es lo que importa”, la añoranza le incita a anhelar el regreso del ser amado a través de sus versos, así la poesía se convierte en el reclamo e instrumento para invocarlo pues a través de las palabras puede disipar la incertidumbre de una historia privada que se resiste al silencio.
La quinta y última parte, “Junto a ti me deslizo”, está compuesta por un único poema donde la memoria, y su caudaloso cauce, continúa su curso “esperando la llegada/ del próximo diciembre” porque el tiempo permanece anclado en el recuerdo de un amor presentido.
En definitiva, María Teresa Espasa recrea con viveza pasajes de un amor duradero, que por su naturaleza se asocia con el otoño y que espera un cálido invierno.





martes, 12 de julio de 2016

Filoversando en Nod. Amparo Andrés Machí

 
 


Filoversando en Nod y Versos cuánticos
Amparo Andrés Machí
Ediciones Evohé, 2013
 
 
La escritora valenciana Amparo Andrés Machí, también conocida por su pseudónimo literario Stelmarch, ha reunido en el presente libro, publicado por Ediciones Evohé en su colección Desván, dos obras poéticas diferentes pero complementarias, por un lado Filoversando en Nod, significativo título que alude a su dimensión metafísica y estética, y por otro Versos cuánticos, un conjunto de seis poemas que fue premiado en el certamen Voces Nuevas de la editorial Torremozas en el año 2006.

Amparo Andrés es una notable poeta que sabe aunar con sabiduría la sencillez y la profundidad de una existencia trágica como la del ser humano, marcada por su caducidad, además se atreve con sentimientos tan manidos como universales para dotarlos de un sello personal. Pero también cultiva con fortuna y destreza otros géneros, como el cuento y el ensayo, en el primero destaca el libro de relatos Cuentos neuróticos, que acaba de ver la luz en Chiado Editorial, y en el segundo ha publicado diversas muestras en antologías, como en el volumen XII de la colección Algo que Decir del Ateneo Republicano Blasco Ibáñez. Además tiene en su haber el mérito de haber obtenido una medalla de plata por mención especial en el Certamen Internacional Nósside, en Calabria, Italia.

El presente volumen se abre con dos poéticas donde define con pasión su oficio. A continuación Amparo Andrés “filoversa” en treinta y dos poemas donde transita por esa tierra de Nod, trasunto de este mundo donde el hombre debe purgar sus penas. Amparo Andrés se entrega a la descripción de “un negro prado de espinas” donde conviven la utopía de lo eterno con la soledad y la melancolía, un anhelo frustrado que deviene en silencio pues el tiempo, implacable, vence a los sueños, inventando quimeras transidas de olvido. He aquí que Amparo Andrés enarbola una voz con actitud crítica hacia “nuestro espíritu anestesiado”, que nos condena a una existencia abocada al vacío. En este sentido abundan los vocablos que delatan el desencanto ante tanta “anodina necedad”.

También la crisis económica es objeto de los versos, ante tal panorama la poesía es refugio que atempera la desolación “anunciando una vuelta/ como oleada eterna.” (“Secretos”). Resultan entrañables los poemas “Réquiem por un poeta”, en memoria de Mario Benedetti, escrito en un estilo que homenajea al escritor uruguayo: “sabrá usted, compañero/ que siempre con vos contaremos.”; y “Los soldados que no lucharon”, un himno a la dignidad y a la libertad de decidir.

Amparo Andrés toma la pluma con vocación concienciadora para recordar “lo que en el fondo somos”. Su poesía es decididamente humana pues en ella se advierte un deseo de libertad y un ansia de esperanza. El tiempo y el temor al olvido animan muchos de sus versos en un intento de concitar la memoria a través de la palabra, pues sólo fijando la incertidumbre, la incredulidad y el desvelo se puede salvar el tiempo huido.

También la poesía es materia sobre la que Amparo Andrés “filoversa” como medio para alcanzar la eternidad aunque al cabo volvamos a ser nada. Sin embargo, es la sempiterna duda, “ser o no ser”, la que remueve e inquieta, la que impele a la autora a empuñar el verso para doblegar el tiempo. En definitiva, Amparo Andrés transcribe sus inquietudes en poemas para reflexionar sobre el sentido de la vida.




viernes, 8 de julio de 2016

Poemas que mojó la lluvia. José Antonio Mateo Albeldo

 
 

 
Poemas que mojó la lluvia
José Antonio Mateo Albeldo
Editorial Neopàtria, Alzira, 2015
 
 
Poemas que mojó la lluvia, con este precioso título publica José Antonio Mateo Albeldo su quinto poemario en Editorial Neopàtria, un sello editorial de nuevo cuño, con sede en Alzira, Valencia, que alberga títulos en catalán y en castellano, y que alcanza con este libro el número 14 de su colección “Opera Prima”, que dirigen Manel Alonso i Català y Antoni M. Bonet.

El poemario cuenta con un prólogo de Mar Busquets-Mataix, que aborda los caminos que el poeta transita en este volumen, como la naturaleza y el amor. A continuación unos versos de José Luis Zúñiga, que inspiran el título de todo el conjunto y que sintetizan el espíritu que lo vertebra, borrar lo superfluo para dejar sólo la esencia, dan lugar a un poema a modo de proemio, donde el autor inventa el neologismo “taládice” para expresar lo que “no es nada/ y a la vez lo es todo”.

La poesía de José Antonio Mateo Albeldo tiende, sin ambages, a la densificación conceptual y al minimalismo expresivo, con la intención de decir mucho con muy poco. Se trata, pues, de una poesía exigente, no es extraño que medien seis años entre el poemario que nos ocupa y su anterior trabajo, La casa donde duermen los relojes (Els llibres de l´Argila, 2009), lo que nos da una idea de lo laborioso de su quehacer, entre recortes y estancias en el cajón, allí donde mejor maduran los versos.

El libro se estructura en cuatro partes. La primera, titulada “ El desequilibrio que me habita”, está integrada por siete poemas breves, sin título, que será la constante a lo largo de todo el poemario, algo indisolublemente unido a esa concepción de ars poetica que cultiva José Antonio Mateo. Además el autor suele introducir sus poemas con versos de poetas amigos: José Albi, Antonio Cabrera, Berna Blanch, M. Carme Arnau, Mar Busquets, M. Carmen Sáez. Especialmente emotivo es el que dedica a su hijo: “pronto escribirás/ tu propio camino.”

La segunda parte reúne ocho poemas bajo el epígrafe “Lo que no es soledad”, donde el poeta sintetiza sensaciones y sentimientos en composiciones de cuatro a seis versos, próximas al aforema, veamos un ejemplo:

En la blanca seda de tus manos
se desgranan los deseos.

Ahora sé, que todos los nombres
descansan en una mirada.” (V)

En la tercera parte, “Olas que nunca regresan”, se agrupan trece poemas con un tono más oscuro, aquí aparece la noche, que convoca al olvido, la muerte, ese fin último (“Ser poeta es morir siempre buscando”), y el reloj, como símbolo del tiempo en fuga. Sin embargo, también hay lugar para el deseo, “para la sed de los cuerpos”, aunque la tristeza se acabe imponiendo.

La cuarta y última parte es la más extensa, bajo el título “Intuición de vuelo” se reúnen veintiuna impresiones sobre parajes y pueblos que forman parte del trayecto vital de José Antonio Mateo, que se entrega a la pura contemplación de un paisaje que le dicta “versos hechos de sol/ que ayer mojó la lluvia”. En efecto, el poeta camina, mira, respira, siente, intuye, quiere ser parte del paisaje, no ser nada para ser todo, ser “la paz/ y el equilibrio...

En definitiva, José Antonio Mateo da un gran paso en ese camino de perfección formal e estilística que se ha trazado.



martes, 5 de julio de 2016

Donde está el fuego. VV. AA.

 
 


Donde está el fuego
VV. AA.
Cuadernos de humo, Brooklyn, NY, 2015
 
 
Cuadernos de humo, la editorial que el escritor toledano Hilario Barrero, en calidad de garante, dirige desde Brooklyn, Nueva York, llega a su cuarta entrega con la primera de la serie “que ya dan mis ojos agua”, inspirada en un verso de Tirso de Molina.
El cuaderno lleva el sugerente título, Donde está el fuego, que a día de hoy ya ha alcanzado su tercer número gracias a una cíclica publicación que se distingue por sus ilustres colaboradores.
De esta edición se han realizado tan sólo cuarenta y cinco ejemplares, lo que la convierte en una pieza de coleccionista, que además viene bellamente ilustrada por dieciocho dibujos del propio Hilario Barrero, que además de escritor es un magnífico ilustrador, con un estilo propio. El conjunto es un objeto artístico capaz de solidificar el humo para su uso y disfrute continuado.
Y ello gracias, sobre todo, a la llama de amor viva de los poetas que integran este preciado número, en realidad una antología donde cada autor ofrece un poema “recién hecho”, en total catorce voces con obra y consecuencia, que nos dicen dónde está el fuego.
Tras unas palabras preliminares de Hilario Barrero, que dan cuenta de su gratitud y amistad, inicia el pequeño volumen Joan Margarit con su poema “Monumento a los muertos en la Guerra de Corea”, donde evoca con nostalgia la figura del abuelo al tiempo que reflexiona sobre la historia. Le sigue Francisco Álvarez Velasco con “Adobes”, donde la paja se vuelve muro para albergar el amor y el reposo. A continuación Antonio Parra nos habla de “la efímera hermosura”. Y llegamos a una despedida, la que José Luis García Martín expresa con nostalgia y desencanto.
En “Acaso” a Uriel Martínez la duda (“regresará –quién sabe”) le hace guardar la llave –de la vida- “debajo del tapete, por si acaso”. Es el turno de Herme G. Donis, que dedica cinco haikus a la memoria del padre. En “De un viajero” Álvaro Valverde acepta “la nostalgia del límite” consciente de que al cabo es imposible “volver de donde no se vuelve”. Antonio Rivero Taravillo escribe en el jardín con aire de tanka. Y Beatriz Villacañas canta con pasión en “Atendiendo a razones”: “Te amo// Porque eres a la vez/ símbolo y carne”. En “No sentimos ninguna sacudida”, Alfredo Rodríguez nos habla del fin de una etapa, la juventud, y el inicio de otra que nos enfrenta al destino.
Una cita de Juan Eduardo Cirlot le sirve de inspiración a Marcos Matacana Martín para su “Viernes santo”, donde se mezclan el azahar y las colillas para reflexionar sobre la vida. Martín López-Vega nos muestra su extrañeza en “Diziani”. Le sigue otra despedida, la de Ballerina Vargas Tinajero a una situación ligada a la infancia. Culmina el volumen Pablo Núñez con “En este mismo lugar”, donde reflexiona sobre el destino paralelo.
Cierra el cuaderno una sucinta bio-bibliografía de los poetas colaboradores.





lunes, 4 de julio de 2016

La Bolsa de Pipas nº 100. VV. AA.

 
 


La Bolsa de Pipas nº 100
VV. AA.
Sloper, Palma, enero-marzo 2016
 
 
La revista literaria La Bolsa de Pipas, que edita Sloper desde Palma de Mallorca, con la inestimable colaboración del Institut d´Estudis Baleàrics, llega a su flamante número 100 y lo celebra con un número especial. Esta publicación trimestral, que dirige con maestría el poeta y narrador Román Piña Valls, se ha convertido en una de las revistas de creación más emblemáticas del actual panorama literario. En sus páginas tienen cabida prácticamente todos los géneros: poesía, que ocupa un lugar preeminente, aforismos, relatos breves, fotografía, ilustraciones, y una sección dedicada a la crítica de libros, todo un crisol donde se encuentran escritores emergentes y consagrados, en castellano y en catalán.

En el presente número podemos leer a una gran variedad de autores, desde algunos estrechamente ligados a la editorial Sloper, como es el caso de Carlos Jover, Juan Pardo Vidal, Rubén Castillo Gallego, Pablo Miravet, Jesús Pérez o Diego Prado, hasta otros con una obra bien consolidada, como Juan Bonilla, Antonio Manilla, José Luis García Herrera o Jesús Urceloy. También es significativa la variedad de temas, una interesante miscelánea donde brillan con fuerza los de crítica social.

Destacan las páginas centrales, dedicadas a la poesía visual en forma de collages y dibujos, de, entre otros, Pablo Gallo, Pere Joan, Gabi Beltrán, Begoña Méndez y Alex Fito. Toda una estimulante imaginería, que incide en aspectos tan actuales como el sexo y el capital.

Entrando de lleno en algunas composiciones, cabe destacar de entre los relatos algunos especialmente emotivos, como “Y ella cogió su fusil”, de Miguel Dalmau, sobre una combatiente kurda desaparecida, y “Olvidar a Juan de Madre”, una desesperada fábula donde el autor, firma el colectivo del mismo nombre (responsable de la festiva fotografía de portada), intenta revivir a su compañera. También los hay que desbordan frescura, como “La cuchara” de Ester Pellejero.

Pero es la poesía el género mayoritario, el que tiene más peso en la publicación, así destacan, sobre todo, los “Poemas pequeñoburgueses” de Juan Bonilla, que presenta en primicia cuatro poemas del libro homónimo que acaba de publicar en Renacimiento, los dos poemas de Antonio Manilla, pertenecientes a En caso de duda y otros poemas de casi amor, también de reciente publicación, y los cuatro poemas de José Luis García Herrera con la música de rock como nexo en común.

En el apartado reservado a la crítica, podemos encontrar cuatro sugestivas reseñas: Visibles e invisibles, de Jesus Urceloy, por Álvaro Muñoz Robledano; Campo rojo, de Ángel Gracia, por José Luis Espina; El tiempo de los espantapájaros, de César González Álvaro, por Rubén Sáez; y El reino, de Emmanuel Carrere, por Marina P. de Cabo.

Resulta imposible hablar con detalle de todos los colaboradores, pero es innegable la calidad literaria de todos ellos, donde algunos empiezan a descollar, como Rodrigo Olay y Guillermo Aguirre. En total más de cien páginas donde degustar las penúltimas creaciones de cuarenta y dos autores muy inquietos sobre temas muy inquietantes, y ello en una publicación aparentemente modesta pero de largo alcance.