sábado, 23 de junio de 2018

El sur de tu frontera. Jorge de Arco

 
 


El sur de tu frontera
Jorge de Arco
Detorres Editores, Córdoba, 2017
 
 
Jorge de Arco publica su octavo trabajo poético, El sur de tu frontera, número 14 de la Colección Año XVII de Ediciones de Detorres Editores, con una ilustración de portada de Joaquín Salgado.

Director de la Revista de Poesía “Piedra del Molino” y ganador de prestigiosos premios, como el “San Juan de la Cruz” 2009 por La casa que habitaste o el “José Zorrilla” por Las horas sumergidas (2013), el poeta madrileño reúne doce poemas escritos al sur del corazón, un Sur que aparece como un espacio onírico, que el poeta aprendió a amar gracias a sus padres, a quienes dedica el conjunto.

Escrito en versos de ritmo imparisílabo, El sur de tu frontera, título tomado de una cita de Francesco Leone, comienza con un “presagio”, “señal de amor definitivo”, hasta alcanzar la calma estival del recuerdo enamorado. Con un estilo elegante que se inspira en los cálidos paisajes del sur, su sol, su madrugada y sus playas, Jorge de Arco hilvana un discurso tan delicado (“En mi azotea / persiguen los vencejos / tus ojos verdes” como melancólico (“Tu ausencia es mi vigilia”).

Dotado con la serena belleza de lo sencillo, Jorge de Arco escribe desde su insomne soledad para invocar a la memoria y desterrar la niebla y su brillo, consciente de que “No es el amor quien muere; él es quien mata”.


Gregorio Muelas Bermúdez



CRÁTERA Revista de crítica y poesía contemporánea N.º 4 Especial Poesía Hispanoamericana

 
 

CRÁTERA
Revista de crítica y poesía contemporánea
N.º 4 / Verano 2018
ESPECIAL POESÍA HISPANOAMERICANA
 
 
 
Sumario

 
Inéditos

Hugo Mujica, Mercedes Roffé, Miguel Ángel Zapata, Nilton Santiago, Paulo Franchetti, Caridad Atencio, Laura Giordani, María Negroni, Arturo Borra, Carlos Roberto Gómez Beras, Pedro Antonio Valdez, Álvaro Torres-Calderón, Silvia Goldman, Abel Dávila Sabina, Carlos Castillo Quintero, Boris Rozas

La mirada de Basho

Mirta Gili, Elías Dávila Silva, León Leiva Gallardo

Experimental

Rosa Gravino, Maya López Muro

Traducción

Mónica de la Torre, Angela Gabriela Nache Mamier, Stelios Hourmouziadis

La entrevista

Aníbal Cristobo, entrevistado por Jorge Ortiz Robla

Investigación

Hablar y deshablar, tener y destener. La innovación lingüística en la poesía de Juan Gelman como vestigio de la herida, por Marisa Martínez Pérsico; La poesía de Jacobo A. Rauskin: período del escepticismo, por José Vicente Peiró; Ficciones fónicas, por Gabriela Milone

Reseñas

El frío de vivir, por Adalber Salas Hernández; Margen interno. Ensayos y semblanzas, por Juan Marqués; Décimas lezámicas, por David Acebes Sampedro; Los habitados, por José Ángel García Caballero; Mar en los huesos, por Álvaro Hernando Freile; Borealis, por Gregorio Muelas Bermúdez; Los espejos comunicantes, por José Antonio Olmedo López-Amor

Leído por

El último apaga la luz, por Ramón Campos; Un hogar fuera de mí, por Bibiana Collado Cabrera; Cesto de trenzas, por Jorge Ortiz Robla; Indrets del temps, por Eduard Xavier Montesinos

Biobibliografías

 
Ilustraciones

- Portada y contraportada: Juan Carlos Mestre
- Portadillas: Jorge Mejías Garrón, Hilario Barrero, Sara García Lafont, Juan G. Sorlí
 
 
 

 
 
 

 



 
 
 

 



lunes, 11 de junio de 2018

La mitad silenciada. Marina Izquierdo

 
 
 
 
La mitad silenciada
Marina Izquierdo
Lastura, 2017
 
 
Finalista del III Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador y candidata a los XXXVI Premios de la Crítica Valenciana en la modalidad de poesía, que otorga la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (CLAVE), La mitad silenciada es la primera obra poética, grito y susurro, de Marina Izquierdo Rodríguez, del que se ha hecho eco Lastura, que le ha dado acogida en el n.º 60 de su colección Alcalima, que dirige Isabel Miguel.

Ganadora del XXVII Premio Voces Nuevas de Poesía, Marina Izquierdo goza además de un amplio currículum como escritora, periodista y docente de lengua y literatura en diversas instituciones y universidades estadounidenses (Columbia y Manhattanville), así como de la Universidad de Malta, especializándose en el papel de la mujer en la Literatura.

Ahora nos presenta una bella publicación que ya ha alcanzado su segunda edición y que se abre con dos significativas citas, de Gioconda Belli y María Teresa Espasa. Le sigue un preciso prólogo de María Sangüesa, que se adentra en un libro que define como necesario pues nos habla con hondura y actitud reivindicativa de los Derechos de la Mujer. Nos encontramos, pues, con una obra que denuncia las injusticias cometidas contra las mujeres por cuestiones de género a través del empleo significativo del verso libre.

Pero el libro va más allá. Integrado por treinta y siete poemas, en los que se alternan composiciones con título con otras más breves sin epígrafe, a modo de interludios líricos, La mitad silenciada da voz a «la otra mitad» en la que se reconoce la autora: «La que ama, la que duele, / la que te amamanta / la que te amortaja», «la mitad Imprescindible». Anhelos, sueños y recuerdos se imbrican entre gritos y susurros de esperanza para «escribirse en todas» pues es la mujer, en sus múltiples facetas, la verdadera protagonista del poemario.

Marina Izquierdo aborda con valentía y sensibilidad las principales cuestiones relacionadas con los derechos de la mujer, como el maltrato de género en “A golpe de silencios”, tal vez la forma más sutil de violencia. Ante esta situación la autora decide invocar al olvido para deshacerse de las «señas», de las «mañas», de las «tretas”, de un «nombre» que prefiere borrar para estar a solas consigo misma, para encontrarse, para ser y estar en ella.

A priori sorprende la madurez expresiva desplegada por la autora en su primer poemario, algo que, sin embargo, no debe extrañar dada su dilatada trayectoria en el ámbito literario, una experiencia que, sin duda, le ha permitido crear un discurso aparentemente sencillo, que en verdad refleja un gran trabajo de síntesis, y de una notable elegancia formal que se manifiesta, sobre todo, en el tratamiento de temas tan sumamente delicados.

En sus páginas Marina Izquierdo denuncia los más diversas formas de violencia perpetradas contra las mujeres en las diferentes sociedades y culturas, desde la trata de blancas y la prostitución en “Muñecas rotas”: «Mujeres todavía por hacer / vuelta y vuelta en la lujuria / de los lobos / en la estepa moderna»; hasta el feminicidio y la mutilación en “¿Piedra, ácido o navaja?”: «Macabro juego este / en el que siempre se pierde / por nacer / mujer»; pasando por una crítica al tópico cliché de la belleza, que lleva implícito el sufrimiento y la vergüenza, en “No quiero ser Marilyn”: «embalsamada en el tiempo detenido / de la muerte a destiempo».

Pero es en el poema que da título al conjunto, el más extenso del libro, donde la escritora valenciana expresa su tesis: la desigualdad, la invisibilidad y el silencio que todavía hoy padece la mujer por su tradicional condición de “segundo sexo” y es esta situación intolerable «en la ciudadanía que / fingen plena» la que Marina Izquierdo denuncia con vehemencia.

En definitiva, nos hallamos frente a una obra valiente y decidida donde Marina Izquierdo da voz a las víctimas de la violencia de género en sus más variadas y perversas manifestaciones, alzando su voz en nombre de todas las mujeres con el fin de concienciar sobre la necesidad de escuchar a esa mitad sin la cual no existiría la humanidad.


Gregorio Muelas Bermúdez
 
 
Reseña publicada en el nº 3 de CRÁTERA Revista de crítica y poesía contemporánea
 
 



domingo, 10 de junio de 2018

Hogueras de la carne. Pedro Juan Gomila Martorell

 
 


Hogueras de la carne
Pedro Juan Gomila Martorell
Ed. La Lucerna, Palma, 2017
 
 
Hogueras de la carne es la culminación de la tetralogía Eidolon del poeta mallorquín Pedro Juan Gomila Martorell. Como en las entregas anteriores (Arcadia desolada, En la tierra de Nod, La pasión según Dioniso) publica Ed. La Lucerna, con una ilustración de portada de Nando Ros.

El volumen cuenta con un extenso prólogo de Ramón Bascuñana, que bajo el sugerente título “La destrucción, el fuego” desgrana con sabia agudeza algunas de las claves compositivas del libro. Dice Bascuñana: “La poesía de Gomila se construye sobre una herida abierta que supura y no acaba de cicatrizar nunca”. En efecto, la obra de Martorell es un grito esperanzado contra la hipocresía social y la sumisión a un sistema que parece auspiciar lo que en verdad coarta, la libertad intrínseca del individuo. Es precisamente la serie que nos ocupa el itinerario poético de una identidad en busca de una expresión libre de prejuicios, y lo hace a través de un lenguaje elegante y refinado, cargado de mitología y simbolismos, donde “todo empieza con la turbulencia”.

Gomila Martorell es un poeta apasionado que pone la carne en la hoguera porque solo en la “fluencia hay compromiso”. Así, con el alma encendida y el corazón tembloroso, el poeta se desmanda en unos versos de arte mayor, con preferencia por el endecasílabo y el dodecasílabo. Entre cultismos, arcaísmos y múltiples referencias culturales y filosóficas, el poeta desarrolla un mensaje dionisíaco que sabe que en el fuego está la virtud de la ceniza.

Pero abierto mar azul de la memoria”, así concluye esta “epopeya íntima” (Bascuñana dixit), un poemario singular que supera el clasicismo de su forma con el orfismo de su fondo, donde Pedro Juan Gomila Martorell apela a la memoria contra la brevedad y el olvido, en definitiva contra el límite del cuerpo.

 
Gregorio Muelas Bermúdez



domingo, 3 de junio de 2018

De exilios y moradas. José Luis Zerón Huguet

 
 


De exilios y moradas
José Luis Zerón Huguet
Polibea, 2016
 
 
José Luis Zerón Huguet (Orihuela, 1965) publica De exilios y moradas en el número 57 de la colección de poesía “El levitador” de Editorial Polibea, una pulcra edición con una sugerente fotografía de portada de José Luis Rayos.

El autor de Sin lugar seguro (Editorial Germanía, 2013) es un poeta influyente, cofundador y director de la revista de creación Empireuma (1985-2015), desde la que ejerció un feraz magisterio que ha auspiciado a toda una pléyade de poetas oriolanos que constituyen una parte esencial del panorama lírico actual, me refiero a José Manuel Ramón, Ada Soriano y Manuel García Pérez.

Lo primero que llama la atención es lo singular del título por lo inusual de la preposición y de los términos que emplea pues inmediatamente nos remiten a un período particular de nuestra lírica, el siglo XVI. Con eco teresiano y a modo de tratado sobre una realidad paradójica donde se conjugan todos los contrarios que configuran la existencia, el autor intuye que la vida es pura sinestesia, “catarsis y condena”, como afirma Alberto Chessa en las palabras preliminares que, con el título “El vuelo en la espesura”, abren este libro, un lúcido prólogo donde se desgranan con hondura algunas de las claves necesarias para comprender la poética de Zerón.

Una significativa cita de André Breton da paso al extenso poema prefacio, “Moloch”, nombre del Dios de origen canaaita adorado por fenicios y cartagineses. En efecto, José Luis Zerón se sirve de la mitología para crear un discurso agónico porque “nosotros, ebrios de esperanza/ adoramos a la muerte/ y la vejamos”. La revisión de este mito, símbolo de crueldad pero también de fertilidad, le permite poner de relieve el dualismo de la vida donde “esclavos e insumisos” “quedaremos cegados/ como ciegos nacimos”.

A esta composición iniciática le siguen cuarenta y seis poemas organizados en cuatro grandes apartados. En el primero, que lleva por título “El ruido del mundo”, se agrupan catorce poemas donde Zerón elabora un discurso cargado de referencias culturales, así unos versos de Goethe o las citas de Pere Gimferrer y Ovidio desencadenan unos poemas de “alto voltaje” donde el poeta oriolano reconoce que no hay “silencio sin alboroto”.

No hay lugar seguro”, afirma Zerón, porque somos seres caducos, de fulgor pasajero, que, conscientes del fin, nos empeñamos en persistir en la memoria pues “de las cenizas de lo que fue/ y del fuego de lo que es se alzará/ lo que ha de venir”.

En general sorprende el tono del lenguaje, solemne, grave, e incluso, en ocasiones, deliberadamente arcaico (ustorias, bruna, piélago), donde el verso libre, domeñado por el pulso del demiurgo-poeta, fluye por las amplias avenidas de una conciencia renuente, crítica. Este es un rasgo común a todo el poemario, donde las imágenes, tan plásticas como deslumbrantes, se tiñen de claroscuros, así el dolor, el miedo, la muerte y las tinieblas conviven en extraña armonía con la luz y la esperanza.

En la segunda parte, Le dur désir de durer, título tomado de un verso de Paul Éluard que ratifica su filiación surrealista, reúne catorce poemas donde se manifiesta de forma fehaciente la veta culturalista de Zerón, desde San Juan de la Cruz a Leopoldo María Panero pasando por Novalis, oración y elegía con esa vocación obicua donde afirma: “Camino hacia el Todo/ para no ser nada.”.

Si la vida es un camino de demolición también lo es de aprendizaje, porque vivimos para aprender a morir, parafraseando el aserto de Montaigne, esa es la tragicomedia del sobremuriente, que apenas recién nacido ya es consciente de su postrera desaparición, es en ese tiempo donde se fragua la memoria que ha de pervivirnos y que aquí se plasma en alegoría para hilvanar un discurso aparentemente hermético como expresión profética del por venir.

Las dos partes que siguen, “Las razones del corazón” y “Hit et nunc”, son más breves y más intensas, integradas por nueve y siete poemas respectivamente, donde Zerón da rienda suelta a sus sentimientos, no hay más que leer el sobrecogedor “Poema para mi hija”, donde expresa: “Solo te pido que pongas/ tu corazón a resguardo/ del sol de la impotencia”, y, sobre todo, “Cuatro poemas para Ada”: “Ecfrasis de la tormenta”, “Ars amandi”, “Playa de Poniente” y “Ars amandi (variación)”, que el poeta dedica a su compañera de versos.

Pero si hay un rasgo característico de todo el poemario ese son los ojos que configuran la mirada, impaciente, inquieta, pues “no puede dejar de mirar” aunque no vea más que el misterioso y fascinante abismo que sólo la memoria escrita es capaz de salvar.

En definitiva, la lectura de Zerón nos deja un poso que recuerda a Celan o a Cioran, como ellos nos embriaga y nos desasosiega pues el tiempo imperecedero abre llagas “en el hoy de este instante”.
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez
 
 
Reseña publicada en el nº 2 de CRÁTERA Revista de crítica y poesía contemporánea
 
 
 




viernes, 1 de junio de 2018

El primer día. Julio César Galán

 
 


El primer día
Julio César Galán
La isla de Siltolá, 2016
 
 
Publicado por Ediciones de La isla de Siltolá en el número 34 de su colección de poesía, El primer día es el quinto poemario de Julio César Galán (Cáceres, 1978), profesor en la Universidad de Extremadura, crítico literario y autor teatral, y el séptimo del autor si tenemos en cuenta aquellos que ha publicado bajo alguno de sus heterónimos (Luis Yarza, Pablo Gaudet y Jimena Alba). Nos encontramos, pues, con un poeta con obra y consecuencia, que desde la publicación de Tres veces luz (La Garúa, 2007) nos ha ido entregando su quehacer lírico con vocación vanguardista y afán renovador, una actitud que encuentra en el libro que nos ocupa su mayor hito.

Como escribe Eduardo Espina en el comentario de contraportada, “en El primer día Julio César Galán revisa el acto de la escritura a mediados de la segunda década del siglo XXI, en efecto, el poeta enfrenta al lenguaje con sus múltiples formas, integrando el propio acto de la creación porque como ha manifestado el autor “crear es interpretar y viceversa”.

Una pertinente “Nota del autor” abre el libro y nos introduce en sus claves compositivas, fruto de un intenso trabajo de investigación sobre el lenguaje y su expresión escrita que se desarrolla en dos períodos de creación poética: el de la escritura, entre 1996 y 2003, y el de la reescritura, hasta 2015. No es de extrañar que Stéphane Mallarmé y Antonin Artaud, antecedentes de las vanguardias, además de Juan Luis Martínez y David Rosenmann-Taub, sean algunas de sus influencias manifiestas y abran el poemario con sus citas.

Tres libros conforman su estructura: “Para comenzar todo de nuevo”, “Con orejas de trébol” y “Montoncitos de desnudez”. Títulos verdaderamente significativos que ilustran la enorme capacidad indagatoria del autor, febril e imaginativo, que asombra y desconcierta y que, sin duda, supone un reto y un estímulo para lector activo dado que el poeta extremeño pretende trasladar el propio proceso de creación, que es el fin que busca, para hacer del lector un actor crítico del poema, de ahí, tal vez, el título del conjunto, eliotiano en más de un sentido, pues parece sugerir que en el último empieza el primer día.

Nos enfrentamos pues a una metapoesía que aspira a hallar el punto cero de su escritura a través de infinidad de formas y recursos en un ejercicio de reconstrucción de la modernidad, enumeremos las más características: práctica ausencia de los signos de puntuación (excepto los dos puntos y los suspensivos siempre que sean significativos); versos tachados, glosas al margen, notas a pie de página, lenguaje iconográfico, inserción de onomatopeyas, empleo de diferentes tipos y tamaños de letra, guiones a modo de diálogo donde el autor conversa con sus alter ego, espacios dejados en blanco como en “Oda al blanco casi”. Pero también el uso expresivo de la cursiva, la inclusión de fragmentos en inglés y en prosa o un bien dosificado y justificado culturalismo donde se dan cita desde Lope de Vega a Jackson Pollock, pero también cineastas, como David Lynch o Tim Burton, y músicos, como Van Morrison.

Sin duda la poesía es un género híbrido, capaz de albergar las más diversas formas hasta conformar un todo inclasificable, pero no acaba ahí la cosa porque El primer día es mucho más, es, en definitiva, un compendio de lo mejor de su autor. Aunque el estilo de Julio César Galán puede resultar en ocasiones críptico, es, ante todo, un discurso coherente, que se nutre de múltiples rasgos, así, en ocasiones, deviene aforístico, veamos un espléndido ejemplo: “le daremos a la derrota la parte de victoria que tuvimos”.

Pero si algo nos muestra Julio César Galán es su proceso de elaboración del poemario, de ahí que todos los recursos que articulan el discurso final sean elevados al mismo nivel que el propio discurso porque son parte esencial de él, sólo por ellos se es capaz de “comprender” todo el conjunto, ese irse haciendo, deshaciendo y rehaciendo queda plasmado en las numerosas notas y glosas que pueblan el libro, siempre a la altura de los versos que inspiran, reproduzco un bello ejemplo:

[U7]
Cuando tengas un
hijo y mires estos
campos te dirás: "El
monte está peinado
de olivares y en los
oteros las alturas
y las luces hacen
encaje de bolillos".

El primer día es un poemario sofisticado pues nos encontramos con un ensayo poético o con una poesía ensayística donde el autor no duda en poner de relieve el origen y las fuentes de su escritura, así a lo largo de la lectura podemos asistir al “extásis de momentos” que conforman la creación en una especie de juego metapoético que culmina en “el instante en que el autor termina el libro”.

Sorprende que una edición tan sencilla albergue un poemario tan complejo, tan rico en matices, tan polifónico, que desde el mismo título parece remitir a la capacidad de reinvención, de reconstrucción, a la que nos invita su sugestiva lectura. Enhorabuena a Julio César Galán por dar un paso hacia delante y anticipar una nueva época “y un final feliz...”.
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez
 
 
Reseña publicada en el nº 2 de CRÁTERA Revista de crítica y poesía contemporánea