lunes, 22 de mayo de 2023

Besar la pólvora. Farah Hallal

 



Besar la pólvora
Farah Hallal
Isla Negra Editores, 2022


Besar la pólvora, con este paradójico título nos presenta Farah Hallal su nuevo poemario, que ve la luz en la prestigiosa colección “Filo de juego” de Isla Negra Editores, regentado por el poeta Carlos Roberto Gómez Beras, que celebra ahora el treinta aniversario de la entidad, un periodo durante el cual ha desarrollado una prolífica actividad que la ha convertido en la principal editorial del Caribe.


La poeta dominicana abre el libro con una significativa cita de Louise Glück donde la Premio Nobel de Literatura habla de la familia y en particular de la madre, una institución y una figura que se van a revelar trascendentales a lo largo del poemario que nos ocupa, una colección de veintiséis poemas sin división interna en partes donde cada poema se engarza como las cuentas de un collar, revelando una gran unidad temática, que se articula en torno a dos temas claves: la infancia y la memoria.


La madre será la protagonista del poema que inicia el libro, “Tocar el plomo”, una bellísima composición, cargada de una gran emotividad donde Farah Hallal nos describe a la madre antes de la llegada de la autora al mundo, así comienza:


Descalza de mundo en su odisea

y sin bono para curar el miedo

bajó de la loma en los cincuenta.


En el siguiente poema, “Doctrina de barrio”, la poeta recuerda un episodio traumático de su infancia o la de el Mago, a quien dedica el poemario, cuando desde la cuna escuchaba a los vecinos increparles al grito de “¡comunistas!” mientras tiraban piedras a la casa. Son los años de la Banda Colorá, como se conocía al Frente Democrático Anticomunista y Antiterrorista, un periodo de espanto y terror sembrado por este grupo criminal, que no dudaba en registrar las casas buscando pruebas de la supuesta adhesión política. Farah Hallal describe la vida de su barrio en aquella época como de “doctrinas perdidas y balas encontradas”, y culmina con estos tres versos demoledores:


se puede odiar en todos los idiomas,

pero es penoso acabar odiando

en el único lenguaje de tu infancia.


Este poema guarda una relación directa con el siguiente, “Nana de rojos”, donde la autora analiza el sinsentido de las acciones terroristas de este grupo armado, desde su denominación pues adoptaban el color que pretendían erradicar, hasta el hecho de tintar de rojo los chupetes de los hijos de las personas que perseguían.


La infancia domina estas primeras composiciones, donde Farah Hallal traza paralelismos entre la sutura de la cabeza y la de la memoria, entre el ojo de la Gioconda y el de la madre, con la violencia de la Banda Colorá como telón de fondo. Así en el poema “Relatoría”, la autora enumera las veces que murió el viejo: en el 67, en el 70, en el 73 y en el 75; “Mala cosa si aprendes / a contar la sangre por unidad”, dirá al principio, y “Resulta que lo asesinaban por deporte / como si nadie le esperara en casa”, escribirá hacia el final.


Pero hay un poema, “Volver”, que se erige en verdadero paradigma:


Nadie sabe en qué momento

abandonará su infancia

ni por qué acabamos

siempre regresando

al hueco inmóvil de la memoria.


A partir de esta composición los poemas se adelgazan y algunos se visten de ternura, como cuando recuerda el regazo de la madre cada vez que olía a nicotina; otros se tornan más oscuros, más herméticos, y apuntan sucesos y anécdotas, como el día en que su madre rompió la mecedora.


Un aspecto a destacar de la poética de Farah Hallal es su vocación de denuncia, de una época, la de su infancia y juventud, una época, la del presidente Joaquín Balaguer, en la que la Policía “te subían al camión sentenciado / y tu madre se arrodillaba intuyendo / que te abrazaría otra vez, ya bajo tierra”. Pero la poética de Hallal también tiene una vertiente metafísica, en muchos poemas se trasluce una preocupación por la muerte, por una existencia capaz de trascender sus límites. Tampoco está exenta de cierto componente culturalista, palpable en las alusiones a grandes músicos, como Mahler y Vivaldi, filósofos como Nietszche, y clásicos de nuestra literatura, como El Quijote o El Lazarillo.


En los poemas “Desarmado”, “Afición” y “Fraternidad”, Farah Hallal parece hablarnos del destino de el Mago, verdadero protagonista de un poemario que desde su mismo título nos presenta la dicotomía de la vida, que se tensa entre dos extremos: el amor o eros, y la muerte o thanatos. Sorprenden y angustian los tres últimos versos de “Fraternidad”:


Me desangré en la casa de al lado, sol a tope

donde tú misma sembraste algunas flores

y mandabas pastel de fresa los domingos.


En los tres últimos poemas predomina un tono sombrío, donde la figura de la Madre vuelve a ser protagónica, con una conclusión demoledora:


Madre,

¿será que fuimos más felices,

de lo que somos capaces de recordar?


En definitiva, en Besar la pólvora Farah Hallal nos entrega una poesía en estado puro, donde el fondo, de una crudeza casi hiperrealista, se antepone a la forma pero de una unicidad digna de encomio, he aquí el recuento lírico de una vida que nos invita a reflexionar sobre el sentido de la existencia.


Gregorio Muelas Bermúdez



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