Ansina
Myriam Moscona
Vaso Roto Ediciones, Madrid, 2015
Vaso Roto Ediciones publica en las dos orillas,
España y México, el nuevo poemario de la periodista, novelista y poeta mexicana
de origen búlgaro sefardí, Myriam Moscona (Ciudad de México, 1955), Ansina.
Moscona es autora de diversos poemarios, como
Último jardín (1983), Las visitantes
(1989), con el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, Vísperas (1996), Negro marfil (2000), El que
nada (2006), De par en par (2009),
y de una novela, Tela de sevoya
(2012), cuyo título alude al proverbio sefardita “El meoyo del hombre es tela
de sevoya”, por la que obtuvo el prestigioso Premio Xavier Villaurrutia. Entre
otros reconocimientos ha merecido el Premio Nacional de Traducción en 1996 por La música del desierto, de William
Carlos Williams, y una Beca de la Fundación Guggenheim en 2006.
Nos encontramos pues con una escritora con obra y
consecuencia, que se halla en plena madurez creativa y que en los últimos años
ha escrito y publicado en ladino (djudezmo) judeoespañol
pero desde una óptica contemporánea, alejada de los temas clásicos de la
tradición judeo-española. El presente volumen se publica íntegramente en su
versión original en ladino, sin traducción al castellano actual, porque como la
misma autora señala en el Exordio que abre el libro, hay cosas que sólo pueden ser dichas en una lengua y no en otra. Lo
acompaña, eso sí, un impecable Glosario plegado, en papel negro con letras en
color plata, al final del libro, para asistir al lector.
Ansina
se presenta en una bella edición, marca de la casa, con un sugerente grabado de
cubierta de Víctor Ramírez. Tras unas pertinentes aclaraciones ortográficas,
donde explica la profusión de la letra “k” en la inmensa mayoría de las
palabras, como producto de la revolución lingüística llevada a cabo por Kamel
Ataturk en su decidido afán por occidentalizar Turquía, Moscona inicia el
poemario con una significativa cita del escritor serbio de origen judío Danilo
Kis: el hombre mira por la grieta. En
efecto, la herida abierta en el pasado será uno de los temas recurrentes de la
autora.
Ansina,
que se podría traducir por “así es”, se estructura en cinco partes donde la
preposición “de” marca la pauta sobre la que versará cada una de ellas. Una
cita de Marcel Proust acompaña al título de la primera parte, “De empolvaduras”,
donde Moscona evoca la memoria familiar, como la figura del padre en “De
efsuenyos” (kizo/ fazer de mi/ una/ leona)
o los consejos de la madre en “Un bomboniko” (el amor eterno/ no es bomboniko de dulsor). El amor está muy
presente en estos versos, a él dedica Myriam bellísimos poemas, como el breve e
intenso “Sodrera” o el apasionado “Loka por el deskonozido”. La autora no
renuncia a ciertos recursos, como la aliteración y la rima, para conseguir un
efecto cadencioso e hipnótico.
Una composición del poeta judío en lengua francesa
Edmond Jabès introduce la segunda parte, titulada “De morideros”, donde Myriam
Moscona evoca a los que se fuyeron/ kon prestor, el padre, la madre, vinieron/ i empués/ tomaron ayre, aquí
los versos se dilatan para hilvanar un discurso entre nostálgico y redentor. Moscona
nos regala de nuevo poemas primorosos, como “Simienta” o “La tripa”, donde la
autora gusta de intercalar versos en castellano como contrapunto, como segunda
voz, algo que será una constante a lo largo de todo el poemario.
Un fragmento del Libro
del esplendor inaugura la tercera parte, “De kreaziones i undimientos”, que
alberga el único poema en prosa del libro, “La letra beth: el muro”, la prima letra de la kreazion, que según la cábala es komo una kaza con todos los muros
aviertos manko uno, Moscona reflexiona sobre su significado profundo y
entronca con la sabiduría rabínica para emprender un apasionante viaje
metalingüístico desde el origen de la lingua
con el deseo de recordar el olvido “para mejor morir”.
Otro judío universal, el físico alemán Albert
Einstein, firma la cita que ilustra la cuarta parte, “De Sensya” (ciencia),
donde la matematika se convierta en
materia poetizable y conecta con la divinidad (el ojo del Dio) y la metafísica, así en “La kordela de Moebius”
reflexiona sobre la creación del universo, donde principio y fin han de
converger en un mismo punto (por kualo
una kurva/ al ir y volver/ se torna al lugar ande ampezó?); en “Inyeve”
asume el modelo de la geometría fractal, donde una gotita de nieve (estreia de sesh puntas) se puede
multiplicar como un tornado y/o dividir hasta el infinito. En “Eskrivir de amor
o sensya” Moscona defiende la lingua materna
como lengua viva, capaz de asumir un discurso científico, y apuesta por la
absoluta vigencia de una lengua minoritaria y siempre viva, en sí todo el
poemario es un lúcido ejercicio de redescubrimiento.
En la quinta y última parte, titulada “De
eskrivideros”, Myriam Moscona reflexiona sobre el uso de la escritura, que se
expresa en las kantikas, y el sentido
del avla para que ojalá entiendas de qué hablo. “Klase de
djudeo-espanyol (El puerpo)” es el poema paradigma de una autora que conoce la
tradición de las bavás y se esfuerza
con dolor por hacerla suya y de su tiempo.
En definitiva, Myriam Moscona emprende una búsqueda
iniciática de sus señas de identidad a través del ladino, lengua “sin patria ni
academia”, pues sabe que la memoria, la imaginación y los biervos (palabras) conforman el mundo y lo proyectan hacia el
futuro. Así pues la autora se entrega a un viaje vital y lingüístico donde pasado
y presente confluyen y donde lo místico y lo coloquial se aúnan con hondura y
sencillez. Un libro donde el lector cómplice podrá encontrar verdaderas razones
para seguir creyendo en el poder de la poesía para cambiar el mundo, pues como reza
Juan Gelman en la contraportada, “todo en Ansina
es extraordinario”.
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