Recibo
con consternación la triste noticia: Antonio Cabrera ha
desaparecido. Guardo
con especial cariño aquella carta manuscrita de
2011 donde daba sabios
consejos al “joven poeta” que yo era entonces.
Antonio Cabrera era un poeta verdadero, en palabras de Blas Muñoz Pizarro de una “honda y esencial pureza”. Nos deja sus libros, su voz, eterno manantial de música frente al silencio:
DUERMEVELA
Entro
y salgo del sueño. Nada gano,
pero
no es dulce ni hostil esa tierra de luz
ya
conocida, absurda, donde todo me muestra
su
rostro fugitivo,
donde
todo es desorden.
Nada
pierdo tampoco:
¿qué
ha de quedar de mí entre figuras
consumidas
en llamas que no puedo entender
o
son acaso niebla, humo frío?
Sin
estar en el mundo, el mundo me rodea.
Qué
extraño este momento
de
nula consistencia. Se confunden
los
mapas que mi mente
ha
logrado trazar sobre el papel tan áspero
de
las cosas reales, y me pierdo,
y
soy de esta ignorancia abrumadora
que
nada puede dar
y
nada ha de quitarme.
De En la estación perpetua
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