Poemas de la bancarrota y otros poemas
Javier Gil Martín
Ediciones Espacio Hudson, 2018
Javier
Gil Martín (Madrid, 1981) publica la segunda edición, ampliada, de
Poemas de la bancarrota
y otros poemas
en Ediciones Espacio Hudson, de Lago Puelo, provincia de Chubut,
Argentina, con una nota introductoria de Carlos Piera, donde el
también poeta madrileño describe la poesía del autor como “muy
concisa” en su afán de “añadir al mundo lo menos posible”
ante la sospecha de que la poesía, como producto humano, no sea
buena, y menos, perdurable, y ello porque cultura y poesía son dos
cosas distintas, todo depende de la necesidad de “decorar”, así
Javier Gil se apunta al lado de los que no quieren “estorbar”
pues no pretende crear un “objeto”, sino hacer lenguaje, resumir
hasta alcanzar la verdad, que “es siempre cualquier cosa menos
prolija”.
Una
sucinta reflexión que Javier Gil se encargará de amplificar en un
libro que se estructura en IV apartados con los siguientes
enunciados: “Hospital de día y otros lugares”, “Poemas de la
bancarrota”, “Lecciones del arte extremo” y “Primer
territorio (a modo de dedicatoria)”. En efecto, la brevedad, la
concisión, va a ser la seña de identidad del autor a lo largo del
poemario, veamos un ejemplo paradigmático:
Sobrevuelan
los cadáveres
el
cadáver del buitre
Próximo
al aforismo por su forma, cercano al senryu por su intención
irónica, sin embargo, el rasgo más característico será su
voluntad crítica con el “insufrible humano” que habita la ciudad
en obras, que sigue al redil en el metro, “de la casa al trabajo,
del trabajo a la casa” en un interminable viceversa.
Javier
Gil pone en juego las palabras con la convicción de que escribir es
“desescribir lo visto”, “mancharse los dedos / con la tinta”.
Así nos encontramos con una poesía social, no exenta de cierto
pesimismo, que dialoga con tótems de nuestra cultura, como Juan de
Yepes, Rilke o Kafka, y que demuestra su filiación con otros menos
visibles pero más íntimos, como Luis Miguel Rabanal, Carlos Piera y
Javier Egea.
En
definitiva, Javier Gil Martín nos deja un puñado de buenos poemas,
algunos especialmente significativos, como “Cimarrones” y
“Badajo”, donde dice con franqueza aquello que piensa,
exponiéndolo con la inteligencia que el verso ofrece a quienes saben
contenerlo.
Gregorio
Muelas Bermúdez
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