Chicago Express es el nuevo poemario de Álvaro Hernando Freile, donde el poeta madrileño realiza un recorrido lírico por los lugares transitados durante su periplo norteamericano, en el cual ejerció el magisterio en Woodstock, una ciudad próxima a la capital del estado de Illinois que da título al conjunto y cuyo skyline se reproduce en la cubierta.
Publicado
por Editorial Pandora Lobo Estepario, que dirige el artista mexicano
Miguel López Lemus, el libro se presenta en edición bilingüe
español-inglés por la mano de varios traductores.
Integrado
por ochenta composiciones sin división interna en partes y dedicado
a su hijo Teo, en este grueso volumen Álvaro Hernando demuestra
poseer un claro dominio sobre su torrencial estilo, que se
caracteriza por el verso fluido, reflexivo, y que ejerce con total
libertad, una libertad que, sin embargo, no le impide generar un
ritmo "creciente, o menguante" que se adapta al mensaje "de
quien escribe para la eternidad / y no para el éxito".
Más
de doscientas páginas dan para mucho cuando quien las escribe tiene,
precisamente, mucho que decir, así Álvaro Hernando aborda temas muy
diversos, que a menudo se superponen, elaborando un discurso tan rico
como digresivo, donde no faltan las alusiones a la realidad social
del momento o pasajes surrealistas que en ocasiones nos recuerdan al
Lorca neoyorquino por sus palabras generadoras de imágenes
insólitas. Por eso no es extraño que el poeta cree a menudo
“laberintos del lenguaje” donde perderse y encontrarse,
recogiendo por el camino verdades como templos, consciente de que
solo se puede mirar al infinito con los ojos cerrados.
Otros
poemas son cuerpo y lecho de su ingenio, como en "Treinta y
nueve eclipses", donde el poeta hilvana el mismo número de
versos jugando con la última palabra del verso anterior para
culminar con un sentido "Tu nombre en un pensamiento". O en
"amor, sexo y posesivos", donde el verbo se hace carne: "Yo
amo sin posesivos".
Nueva
York y San Francisco también son testigo de la honda huella del
poeta, así dice de la populosa ciudad de la costa este: “El sol y
la sombra cortan Manhattan / me devuelven la soledad con campanas y
brisas en East Village / me dan la libertad que me robo”. Antes
Álvaro Hernando viajará a la otra punta del país para visitar
CityLights y allí “pisar mis principios hasta que entren por las /
estrechas / fisuras de / mis convencidos fundamentos”.
En este poemario Álvaro Hernando nos habla del amor, tan volátil como etéreo, del ser, “del que no es posible sustraerse”, de tristeza, derrota y extravío, pero sobre todo de la alegría de estar vivo, aunque como el perro que le habla al cielo en el poema homónimo, una composición de una belleza ignota y que ya forma parte del canon personal de quien redacta este escrito, seamos “levedad de muchos dueños”.
Álvaro Hernando es poseedor de un amplio sentido del humor que baila al blues con las ingeniosas antítesis que jalonan el poemario. Su forma más fehaciente es este aforismo con el que concluye el libro, al final la nada y el olvido como punta de iceberg del Todo:
“El olvido escribe todos sus versos en agua”.
Gregorio Muelas Bermúdez
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