jueves, 11 de abril de 2019

Ventana de emergencias. Ángel Manuel Gómez Espada

 
 


Ventana de emergencias
Ángel Manuel Gómez Espada
Huerga y Fierro, 2018
 
 
Ventana de emergencias es el sintomático título del nuevo poemario de Ángel Manuel Gómez Espada (Murcia, 1972), publicado por el prestigioso sello editorial de Charo Fierro y Antonio J. Huerga. El co-director, junto a su paisano Juan de Dios García, de la Revista de Literatura El Coloquio de los Perros vuelve a la primera plana tres años después de la reedición de Los hijos de Ulises (Le Tour 1987, 2015), un libro revulsivo que confirmaba a un poeta resistente con un marcado estilo irónico, que desde el mismo título nos advierte de la necesidad de asomarnos a nuestra realidad cotidiana desde otra perspectiva para denunciar las múltiples injusticias que nos acucian día a día, esas “emergencias” que el autor trata, como veremos, con sutil vehemencia.

Las citas de Carmen Camacho, Antonio Gamoneda, Isabel García Mellado y Antonio Rodríguez Jiménez sitúan al lector en un poemario que se estructura en tres apartados, por un lado los dos poemas iniciales que le sirven de pórtico, a los que siguen treinta y tres poemas que constituyen el cuerpo del libro, y para finalizar las diez composiciones breves, en realidad secuencias, que integran “Got me a movie”, inspiradas por el mítico film surrealista Un perro andaluz (1929), de Luis Buñuel.

No vengas, Inspiración, esta mañana / golpeando a mi puerta. No quiero / verte derribando mis templos.” Con estos elocuentes versos de “Visita inesperada” comienza su discurso el poeta murciano y continúa más adelante diciendo “Hoy no tengo cuerpo para la poesía”, sin embargo, ésta se inmiscuye, furtiva, en el trasiego de las actividades mundanas. Un tono que se confirma en una heterodoxa “Poética” sobre los efectos de la poesía en la propia obra. Dos poemas cuyo sentido enlaza a la perfección con las tres citas que enmarcan el siguiente apartado, debidas a David Trashumante, Itziar Mínguez Arnáiz y Ana Pérez Cañamares, sobre el oficio del poeta, un oficio que madura al paso de un futuro muy distinto al metalúrgico vaticinado hace veinte años pues la vida es “semilla y certidumbre”. Y es que vivimos en un estado apneico con miedo a perder constantemente el hilo.

En “Carta abierta a Jaime Gil de Biedma”, Gómez Espada escribe una declaración en defensa de la poesía necesaria, verdadera, que se sitúa en las antípodas de los intereses y los plagios, así dice “que Dios nos pille confesados a los poetas”. Más adelante plantea con sarcasmo el problema de las “Fronteras”: “No hay fronteras / cuando cerramos los ojos. // Desaparecen. / Es un misterio.”

El poeta escribe con “la (fe) justa / para ir tirando”, para ello elige un lenguaje sencillo, limpio de retórica, y un ritmo libre, en ocasiones abrupto y no por ello exento de cadencia, que definen un estilo agudo, vivaz, como contrapunto necesario a una realidad estadística que camina “hacia la banalidad y la desidia”. Destacan los rótulos de algunos poemas, que dicen mucho de su intención crítica: “A un amigo que encontró en la cola del paro el amor repentino”, “De los idiotas se aprende”, “Poema que sale republicano sin querer”, “Encuentros en la tercera fase”, o “Hazañas del superhéroe cotidiano”.

Ángel Manuel Gómez Espada ataca “las leyes del mercado”, tras las que se esconden los intereses del capital y de aquellos que lo avalan, solo la poesía, “bendita redención”, es capaz de paliar sus contradictorios efectos. En estos poemas el autor se explaya con lucidez y clarividencia para desmontar las capas de hipocresía de una sociedad dominada por idiotas, memos corruptos y bastardos. Pero si hay un poema paradigmático ese es, sin duda, “La última de mi madre”, donde el poeta traslada de un modo ocurrente, divertido, irónico, los consejos de su madre: “espabílate”, “que no ganarás un chavo con eso de la poesía”.

El poeta murciano demuestra no tener pelos en la lengua pues no duda en inventariar los males que nos asaltan en nuestro camino, hechos cuya simplicidad logra trascender con gracia y arte de ingenio, llegando a emplear para ello versos de rasgo aforístico, donde brillan perlas como: “Para muchos / la lista de la compra / es un camino de Santiago”; “Tambien amar es una forma de surrealismo”; o en “Spam”, donde llega a decir: “Bienvenido al nuevo orden mundial. / Bienvenido a su bandeja de indeseados.” En ocasiones se atreve, incluso, con unas breves composiciones que se aproximan en forma y finalidad al senryu: “Cuento los segundos / desde el rayo al trueno. / Pasa mi vida.”; “Tarde o temprano / todos terminaremos / con una bala en la cabeza.”

En conclusión, la poesía de Ángel Manuel Gómez Espada se desgrana como en notas a pie de página, pues ahí, confiesa el autor, se encuentra lo mejor de la vida. Y es que más allá de su acerba escritura estos poemas destilan, sobre todo, un existencialismo amargo, un desencanto que invita a la acción antes de que todos los días sean lunes.


Gregorio Muelas Bermúdez
 
 
Reseña publicada en el nº 5 de CRÁTERA Revista de crítica y poesía contemporánea
 
 
 



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