Anestesia
Inaxio Goldaracena
Baile del Sol Ediciones, Tenerife, 2016
Anestesia
es el título del primer poemario publicado de Inaxio Goldaracena y
lo edita Baile del Sol en el número 182 de su colección “Sitio
del fuego”. A pesar de ser la primera obra que envía a imprenta,
el autor navarro ya posee una interesante trayectoria poética pues
ha sido incluido en diversas antologías, como Cosmopoética
(Cosmoanónimos, 2015), En legítima defensa (Bartleby
Editores, 2014) o Diva de mierda (Ediciones Liliputienses,
2014), además de haber sido premiado por dos poemarios inéditos: el
Premio Elvira Castañón, 2009, por Laberinto de Sueños;
y el Premio NajiNaaman, Beirut, 2010, por Piel sin
fronteras. Actualmente
modera la tertulia de poesía “La
casa roja”, en la librería
Katakrak de su ciudad natal, Pamplona.
Isabel
Bono firma un breve y lírico
prólogo que bajo el título “Los lobos no comen manzanas” sitúa
al autor en “el camino hacia el lobo”
que “es el fruto
de los poetas”.
El
poemario se compone de
treinta y un poemas repartidos
en cinco apartados, con
títulos muy significativos:
“Exactamente antes”, “Sonámbulo”, “No duerme el animal”,
“Intemperie” e “Instante”, donde el
autor
nos confía sus inquietudes escribiendo a un tú que en verdad es el
yo del poeta, que unas veces
se disfraza
con piel de cordero, tras el
que acecha el lobo
“malherido/ por el puñal de la vida”,
y otras se obsesiona con el
tiempo ucrónico, dedicando
horas “a pensar
en lo que nunca fue”.
La
escritura de Inaxio Goldaracena ahorma su verso en la cruda
realidad,
haciéndose eco de problemas cotidianos,
se trata, pues, de una poesía de
corte social, con una
aguda actitud
de crítica, así sucede en “Trueque”, donde tanto paciente como
psiquiatra tratan de transformar en sueños su realidad a
través del diálogo y los barbitúricos,
o
en el poema que da
título
al
conjunto, donde el frío y la soledad invitan a “pulsar
off/ en el botón de pensar”.
Y
es que no
podía titular mejor el libro el poeta navarro, pues versifica desde
un nivel superior de conciencia que pone el acento en
la necedad de un sistema que aliena y adocena al individuo para que
permanezca insensible e hipócrita, como
en “Funeral”, donde manifiesta: “el
dolor se ha repartido/ como un pastel./ Cada uno/ ha escogido su
pedazo”.
También
hay lugar para la reflexión, sobre
la propia poesía
en “Noche en blanco”, y sobre acontecimientos
del pasado aún presentes
en “Amnesia”, fechado
en 1938, donde dos basureros “lustran
la Historia”
“para que
nadie/ resbale mañana”.
Inaxio
Goldaracena
escribe
desde el insomnio, acompañado por los recuerdos, la “alta
fidelidad” de la radio o el sabor amargo del café solo, mas
no
teme enfrentarse cada mañana ante el espejo del W.C. aunque quiera
“tirar de la
cadena/ para empezar de nuevo”.
Multitud de temas, aparentemente banales, son tratados con verdadero
ingenio por el poeta navarro, que arroja una mirada incisiva que
desvela el revés de la trama, por ejemplo, el abuso de medicamentos
en un mundo afectado de hipocondría, o la colonización de las
playas por los edificios que ocultan el paisaje
del mar.
Pero
si
hay
un tema crucial
es el del
inexorable
paso
del tiempo y,
sobre todo,
su pérdida,
en escenarios nocturnos de
fábricas y tugurios, he aquí un poema paradigmático:
DUELO
“Pasa
el tiempo en su anochecer.
Pasa
el tiempo huérfano de luz.
Pasan
los minutos y los segundos,
después
pasa una sombra,
más
tarde el guante del insomnio.
Pasan
las horas
y
la noche
vuelve
a ganar al tiempo.”
Inaxio
Goldaracena reflexiona sobre el instante , “un
lunes de diciembre”,
por ejemplo, y su velocidad en las calles de la ciudad, donde se
torna “un
adorno existencial”,
una
rapidez que,
sin embargo, está regulada y ordenada y que a la postre genera un
estado de parálisis y abotargamiento que deviene en inmovilismo.
El
paisaje urbano adquiere un
peso
superior
en
los versos, así la ciudad aparece transida
por
un
clima
de tristeza auspiciado
por las nubes y la lluvia, donde la vida y los sueños se baten tras
el cristal de la ventana o en habitaciones de alquiler, sobre el gris
asfalto o en una
“fotografía”
de invierno, para finalmente acabar durmiendo a la intemperie al caer
“el telón de
los sueños”.
En
definitiva, Inaxio Goldaracena versifica el contagioso estado de
astenia que
se propala sin freno, con el objetivo de despertar
al lector activo e inquieto, y lo hace con poemas de tan bella
factura como “Nighthawks (Edward Hopper, 1942)”.
Gregorio
Muelas Bermúdez
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