viernes, 1 de junio de 2018

El primer día. Julio César Galán

 
 


El primer día
Julio César Galán
La isla de Siltolá, 2016
 
 
Publicado por Ediciones de La isla de Siltolá en el número 34 de su colección de poesía, El primer día es el quinto poemario de Julio César Galán (Cáceres, 1978), profesor en la Universidad de Extremadura, crítico literario y autor teatral, y el séptimo del autor si tenemos en cuenta aquellos que ha publicado bajo alguno de sus heterónimos (Luis Yarza, Pablo Gaudet y Jimena Alba). Nos encontramos, pues, con un poeta con obra y consecuencia, que desde la publicación de Tres veces luz (La Garúa, 2007) nos ha ido entregando su quehacer lírico con vocación vanguardista y afán renovador, una actitud que encuentra en el libro que nos ocupa su mayor hito.

Como escribe Eduardo Espina en el comentario de contraportada, “en El primer día Julio César Galán revisa el acto de la escritura a mediados de la segunda década del siglo XXI, en efecto, el poeta enfrenta al lenguaje con sus múltiples formas, integrando el propio acto de la creación porque como ha manifestado el autor “crear es interpretar y viceversa”.

Una pertinente “Nota del autor” abre el libro y nos introduce en sus claves compositivas, fruto de un intenso trabajo de investigación sobre el lenguaje y su expresión escrita que se desarrolla en dos períodos de creación poética: el de la escritura, entre 1996 y 2003, y el de la reescritura, hasta 2015. No es de extrañar que Stéphane Mallarmé y Antonin Artaud, antecedentes de las vanguardias, además de Juan Luis Martínez y David Rosenmann-Taub, sean algunas de sus influencias manifiestas y abran el poemario con sus citas.

Tres libros conforman su estructura: “Para comenzar todo de nuevo”, “Con orejas de trébol” y “Montoncitos de desnudez”. Títulos verdaderamente significativos que ilustran la enorme capacidad indagatoria del autor, febril e imaginativo, que asombra y desconcierta y que, sin duda, supone un reto y un estímulo para lector activo dado que el poeta extremeño pretende trasladar el propio proceso de creación, que es el fin que busca, para hacer del lector un actor crítico del poema, de ahí, tal vez, el título del conjunto, eliotiano en más de un sentido, pues parece sugerir que en el último empieza el primer día.

Nos enfrentamos pues a una metapoesía que aspira a hallar el punto cero de su escritura a través de infinidad de formas y recursos en un ejercicio de reconstrucción de la modernidad, enumeremos las más características: práctica ausencia de los signos de puntuación (excepto los dos puntos y los suspensivos siempre que sean significativos); versos tachados, glosas al margen, notas a pie de página, lenguaje iconográfico, inserción de onomatopeyas, empleo de diferentes tipos y tamaños de letra, guiones a modo de diálogo donde el autor conversa con sus alter ego, espacios dejados en blanco como en “Oda al blanco casi”. Pero también el uso expresivo de la cursiva, la inclusión de fragmentos en inglés y en prosa o un bien dosificado y justificado culturalismo donde se dan cita desde Lope de Vega a Jackson Pollock, pero también cineastas, como David Lynch o Tim Burton, y músicos, como Van Morrison.

Sin duda la poesía es un género híbrido, capaz de albergar las más diversas formas hasta conformar un todo inclasificable, pero no acaba ahí la cosa porque El primer día es mucho más, es, en definitiva, un compendio de lo mejor de su autor. Aunque el estilo de Julio César Galán puede resultar en ocasiones críptico, es, ante todo, un discurso coherente, que se nutre de múltiples rasgos, así, en ocasiones, deviene aforístico, veamos un espléndido ejemplo: “le daremos a la derrota la parte de victoria que tuvimos”.

Pero si algo nos muestra Julio César Galán es su proceso de elaboración del poemario, de ahí que todos los recursos que articulan el discurso final sean elevados al mismo nivel que el propio discurso porque son parte esencial de él, sólo por ellos se es capaz de “comprender” todo el conjunto, ese irse haciendo, deshaciendo y rehaciendo queda plasmado en las numerosas notas y glosas que pueblan el libro, siempre a la altura de los versos que inspiran, reproduzco un bello ejemplo:

[U7]
Cuando tengas un
hijo y mires estos
campos te dirás: "El
monte está peinado
de olivares y en los
oteros las alturas
y las luces hacen
encaje de bolillos".

El primer día es un poemario sofisticado pues nos encontramos con un ensayo poético o con una poesía ensayística donde el autor no duda en poner de relieve el origen y las fuentes de su escritura, así a lo largo de la lectura podemos asistir al “extásis de momentos” que conforman la creación en una especie de juego metapoético que culmina en “el instante en que el autor termina el libro”.

Sorprende que una edición tan sencilla albergue un poemario tan complejo, tan rico en matices, tan polifónico, que desde el mismo título parece remitir a la capacidad de reinvención, de reconstrucción, a la que nos invita su sugestiva lectura. Enhorabuena a Julio César Galán por dar un paso hacia delante y anticipar una nueva época “y un final feliz...”.
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez
 
 
Reseña publicada en el nº 2 de CRÁTERA Revista de crítica y poesía contemporánea
 
 
 
 
 

 

 
 



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