La risa loca de los ángeles
Paula Giglio
Ediciones Liliputienses, 2018
La
poeta argentina Paula Giglio obtuvo con La
risa loca de los ángeles
el “I Premio Centrifugados de poesía joven” en 2018 y el mismo
año vio la luz en la colección de poesía del mismo nombre en
Ediciones Liliputienses, de mano del incombustible poeta y docente
José María Cumbreño, que desde la legendaria y errante isla de San
Borondón consigue la cuadratura del círculo gracias a su impagable
labor editorial al frente de la entidad cultural extremeña que
sostiene una de las editoriales independientes de referencia en
nuestro país.
Paula
Giglio divide su poemario en dos partes con los siguientes epígrafes:
“Correspondencias” y “Bitácora”, cada una introducida por
una cita significativa que funciona a modo de tesis, de Joseph
Brodsky y Joan Margarit, respectivamente. Les precede unas oportunas
notas de Robin Myers sobre estos “poemas con conciencia y
dignidad”, veinticinco composiciones sin título y en verso libre
donde laten con fuerza dos corazones porteños a través de las
palabras escritas con precisión, y es que a pesar de su juventud la
poeta de Córdoba demuestra poseer un estilo hecho, propio, cocinado
en la lectura y en la observación.
En
“Correspondencias”, la autora entabla una conversación
fragmentada a través del teléfono y de las cartas que Él le envía
desde París, Ella, en Buenos Aires, le extraña y recibe su voz y
sus palabras con la misma temperatura “para que nada se rompa” y
la promesa de ir. Aquí la poeta entabla un diálogo en la distancia
que se plasma en la alineación de los versos sobre la página: a la
derecha Él y a la izquierda Ella.
En
“Bitácora” la poeta tras cumplir su promesa redacta el cuaderno
de un invierno en París, veamos su lúcida apertura: “comprender
una ciudad / es adentrarse en sus orificios / y recibir todo lo nuevo
/ como un oleaje”. En su caminar por la capital francesa confunde
sus edificios con los de Buenos Aires pero París suena diferente,
más agudo, y su ritmo es más ordenado, y la poeta “ansía volver
a casa”. La nostalgia aflora en cada sílaba pero aunque “la
materia se cansa de existir”, el espíritu, poblado por ángeles
ebrios, no se cansa de reír.
Gregorio
Muelas Bermúdez
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