La nada que parpadea
Yaiza Martínez
Ediciones La Palma, 2016
Ediciones
La Palma publica en su colección eme,
escritura de Mujeres en español, dirigida por Nuria Ruiz de
Viñaspre, el sexto poemario de Yaiza Martínez, con el sugerente
título La nada que
parpadea.
El
libro se abre con un excelente prólogo de Ángel García Galiano,
donde el profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
transfigura el mito de Teseo y traslada el protagonismo a Ariadna
porque “el hilo es el
laberinto”. Un
prólogo que anticipa el tono de un poemario que (des)construye la
lógica del discurso tradicional para guiar al lector por su
intricada estructura y alcanzar su centro-ojo.
Lo
primero que reclama la atención del lector es precisamente la
complejidad de su estructura, que podríamos definir laberíntica
pues se divide en once partes cuyos títulos se erigen en verdaderos
poemas introductorios, y un epílogo, “Jenabe”, que a su vez se
subdivide en once partes con su propio epílogo, homónimo al que le
sirve de referencia. Dentro de esta estructura-laberinto la palabra
se convierte en el hilo al que debe asirse el lector para hallar el
sentido último, Yaiza-Ariadna nos lo tiende a modo de discurso
iniciático para conducirnos por este apasionante libro-laberinto.
Entrando
en el poemario, podemos constatar su gran riqueza léxica, donde las
palabras se hilvanan a medida que avanzan por su sinuoso discurso. La
autora emplea términos como hidrargirio,
fontanelas,
fimbria,
hato,
micromeria,
bitas,
pajullo,
etc, para cohesionar el lenguaje que le sirve de hilo, “que
amarra la materia a la boca”,
y afrontar las dificultades del camino.
El
libro es el laberinto y Yaiza Martínez nos ofrece pistas para
alcanzar su centro, desde donde el ojo, la nada del título, emite su
parpadeo incisivo. Así la autora adopta una tipografía específica
para ayudar al lector a encontrar su destino: negrita, cursiva,
normal o entre corchetes, su uso se puede interpretar de acuerdo con
el mito que inspira el discurso, donde a menudo se superponen e
imbrican para multiplicar su sentido. Podemos entender el poemario
como un relato mitológico, introducido por diversos capítulos donde
se inicia un camino, vía, giro, y en cada recodo de su recorrido se
expresa una voz interior que aconseja o recuerda para marcar sus
hitos.
Yaiza
Martínez teje su discurso de modo simbólico, en él están
presentes el monstruo y el laberinto concéntrico, pero sus versos
también se pueblan de referencias actuales donde se observa un
mensaje crítico con la realidad del momento, veamos un ejemplo:
‘Quien
no pise primero, resultará aplastado en el len-
guaje
de las hienas que hizo ruta para la industria
y
todos
sus
negocios
verticales’
Simbólico,
crítico y en ocasiones críptico, el discurso que hilvana la autora
nos conduce, sin duda, al centro, donde “Siempre
que parpadea/ la nada talla un escorzo”.
La autora no duda en alterar o distorsionar los signos de puntuación,
incluso la lógica del discurso, para alcanzar su objetivo. Pocas
veces el fondo y la forma encuentran una correspondencia tan perfecta
en la geometría de un libro, que finalmente reclama “Independencia
y vitalidad”.
Gregorio
Muelas Bermúdez
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