viernes, 30 de diciembre de 2016

El verano de los cazadores de luces. Paco Moral

 
 


El verano de los cazadores de luces
Paco Moral
Lastura, Ocaña, 2016
 
 
El verano de los cazadores de luces es el bello y sorprendente título del nuevo poemario de Paco Moral. El autor de Frutas y banderas (Ediciones Vitruvio, 2013), Cuando la noche calló sobre Lisboa (Celesta, 2012) o Libro de las cartas (Ediciones Vitruvio, 2008) publica en el n.º 52 de la Colección Alcalima de Editorial Lastura, dirigida por Isabel Miguel, un libro que destaca por su intención crítica y su empírica coherencia.

Dedicado a la poeta Ana Ares, a la sazón pareja sentimental del poeta madrileño y editor de Tigres de Papel, se abre con una cita de Cecilia Quílez que marca el tono del poemario: cantar hasta morir con la humildad de quien sabe por qué, para qué canta. Y sin duda Paco Moral sabe cantar con esa humildad y, sobre todo, con esa verdad que tan bien sabe comunicar “con todas las palabras”, diciendo “te amo” en libertad. Un primer poema de largo aliento que se constituye en verdadera poética.

El poemario se estructura en tres grandes apartados: “Infinit(iv)amente”, “Voz en off” y “Agujero para escapar de la red”; y una coda que hace honor a su largo y significativo título, “Poema casi sustantivo a modo de breve diccionario insurreccional que podría ampliarse en un futuro en función de cambios necesarios en la correlación de fuerzas”.

El estilo de Paco Moral es aparentemente sencillo pues se vislumbra un arduo trabajo de depuración ética y estilística, el poeta sabe bien lo que dice para hacer llegar su mensaje solidario (“llorar/ sobre la herida (propia, ajena)/ para cicatrizarla”) al lector activo, de conciencia abierta. Sólo así se hace verdad el poema, desde la necesidad de denunciar las injusticias que día tras día nos atropellan. Paco Moral alza su voz sobre la página para decir lo que siente y piensa desde su posición comprometida con la realidad. Así se hermana con el hombre, aunque a veces se disfrace de bufón, para cortar la soga que pende sobre nuestras cabezas. No es su poesía almibarada, ni habla de pájaros y ángeles, no aspira a una belleza superflua, nada de eso, se trata de una poesía donde “hablo de mí y de todos”, desposeído pero con la dignidad como norte y bandera.

Entre “amapolas y napalm” se tiende la humanidad, a ella le habla el poeta sin desdeñar la miseria, susurra y grita para ello “todas las palabras” porque son su patria. Una poesía así debe fluir libre, “como el humilde guijarro”, contra la tiranía. Por ello no duda en abrazar al otro, “ser/ tú/ yo/ nosotros”, sólo así se puede “curar/ el sufrimiento/ o compartirlo”.

Paco Moral toma la palabra, y por ende la poesía, como arma arrojadiza contra los que dinamitan la paz sembrando miedos y discordia. Escribe “en carne/ en piel/ en tuétano” con esperanza de futuro. Su verso vehicula su voz en forma de metralla para descerrajar verdades como puños contra la hipocresía y los intereses maniqueos del capital. Por eso su poesía se hace social, visceral, para denunciar un presente imperfecto y lo hace en un tono coloquial, inteligible, próximo al prójimo, al lector hermano con el que pretende dialogar y al que impele a “levantarse/ y luchar”, a jugar “a la revolución”.

En “Voz en off” recurre a voces amigas: Laura Giordani, Víktor Gómez, Ana Pérez Cañamares, Julio Obeso, entre otras clásicas, como Leopoldo María Panero, José Martí y Calderón de la Barca, para articular su discurso en forma de denuncia, desde la “nana” inicial (“La mosca en el ojo del niño...”) hasta los “unicornios azules” con licencia para soñar. Por el camino maldice a los poderosos, a los asesinos “que fabrican la bala”.

En “Agujero para escapar de la red”, el poeta encuentra un hueco en la persona amada: “adoro/ ese rojo indignado de tu rabia”, pues solo puede amarla “libre/ insumisa”. El discurso de Paco Moral es torrencial, se devana en matices para abarcar una realidad compleja y sombría, por eso recurre a las palabras como “briznas de hierba combativas” con la esperanza de “un pronto estío”.

La quintaesencia de su mensaje se sintetiza en un poema final que, como reza el título, se compone casi exclusivamente de sustantivos con una consecuente voluntad crítica, libre de prejuicios, casi en prosa y con ausencia de signos de puntuación que limiten el discurso para alcanzar la “victoria”.
 
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez
 
 
 



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