Un mismo viento
Ana Noguera Montagud * Luis García Trapiello
Telos, 2016
Un
mismo viento aúna las voces
poéticas de dos autores, una
mujer, Ana Noguera Montagud (1964),
y un hombre, Luis García Trapiello (1949),
ambos filósofos y
articulistas en el periódico El País, para
hilvanar un discurso paralelo
que denuncia con vehemencia
una de las lacras que más atormentan a la sociedad de
nuestro tiempo, me refiero,
sin duda, a la violencia de género, ejercida de muy diversas
maneras, y que siempre
deviene en fatal
consecuencia. De ahí que este poemario, cuyo
título remite a la paridad y
la equidad, sea de necesaria
lectura para comprender una realidad compleja que los
autores abordan
desde una multiplicidad de
matices que pone
el acento en las injusticias
y apela al amor como instrumento útil para contrarrestar sus
efectos.
La
cita inicial, “Iguales porque somos libres”,
es toda una declaración de principios morales y éticos en pos de la
igualdad, sólo posible en el libre ejercicio de la libertad que se
fundamenta en el derecho a la dignidad y el respeto. Un prefacio
firmado por Pepe Reig Cruañes y que titula “Poesía para la
igualdad”, fundamenta
el libro y nos prepara para
el extenso prólogo de Marina Gilabert Aguilar, que acierta a definir
los temas que lo articulan:
el amor, la vida y la muerte, temas que en sociedades patriarcales,
feudales, a menudo se confunden, invirtiendo
el orden de los factores y alterando el producto. Gilabert trenza sus
reflexiones con los versos para ilustrarnos sobre el estado de la
cuestión, dominado por patrones masculinos.
Antes
de entrar de lleno en la materia del libro, cabe destacar la
elegancia del mismo, que viene ilustrado por los árboles mecidos de
Seve Trapiello. La igualdad a la que aspiran sus autores se expresa
en los cincuenta poemas que
lo integran y que se reparten a partes iguales, alternando sus voces
con un mismo objetivo: concienciar
sobre un problema tan cotidiano como execrable, pues el arte de la
escritura es un eficaz medio
para alertar sobre la
discriminación por razón de sexo.
La
“inocencia quebradiza”
de “Muñecas rotas” denuncia el maltrato hacia la mujer “cuando
ella aún era una niña”.
“Infancias forzadas” ahonda en el mismo sentido: “el
precio sórdido de su (la)
niñez”, sobre
el abuso cuando “el matrimonio no es voluntad de dos”.
Cabe destacar la delicadeza de estilo, que sabe
concienciar
con gusto estético mediante
el sabio empleo de figuras retóricas, como el símil en “Ópera de
Dubaï”: “Colmena sin abejas/ sólo zánganos blancos”.
Los
títulos de los poemas son muy significativos y consiguen sintetizar
su
mensaje, revelando una
realidad que atenta contra los derechos de la mujer: “Mujeres
invisibles”, “Desconfianza”, “Estéril llanto”, “Esclavas”,
o “Desconocidas”.
Los
autores exploran una amplia gama de géneros para hacer llegar su
mensaje de
forma sensible,
desde
poemas de un solo verso: “La
noche. Puede que haya luna llena o luna nueva”
(“Futuro”), hasta
otros
de largo aliento, pasando por composiciones
con alma de
haiku en
“¿Quién hombre, quién mujer?”, he
aquí
un bello
ejemplo:
“Pétalos
de cerezo
son
las personas.
¿Encuentras
diferencias?”
Nos
encontramos, pues, con un poemario de imprescindible lectura, donde
sus autores hacen un ejercicio de justicia social al denunciar la
situación de abuso
y desigualdad
que afecta a los
derechos de las
mujeres en múltiples
esferas
y ámbitos,
y
lo hacen desde la elegancia que les ofrece el lenguaje poético,
haciendo uso de todos sus recursos para ahondar en las causas y
consecuencias. Porque
negar que Un
mismo viento
acaricia nuestros cuerpos, sin hacer distinción de sexo, sería como
ir contra la naturaleza del deseo: “El
viento abrió todas las puertas de los sentidos,/ de golpe, después
la brisa durmió el cuerpo amado”.
Gregorio
Muelas Bermúdez
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