Caleidoscopio de combate
Lázaro Covadlo
Unaria ediciones, 2017
El
escritor argentino Lázaro Covadlo (1937), afincado en España desde
1975, donde llegó impelido por la convulsa situación política de su
país, publica su primer poemario, Caleidoscopio de combate,
en la colección “Astrolabio” de Unaria ediciones, que dirige
Amelia Díaz Benlliure desde Castellón de la Plana.
Lázaro
Covadlo ha desarrollado su carrera literaria en el campo de la novela
y el cuento, llegando a ganar en 2004 el prestigioso Premio Café
Gijón por Criaturas de la noche,
y ser finalista en 1992 del Premio Planeta Biblioteca del Sur (Buenos
Aires) con su novela Conversación con el monstruo.
Sus cuentos aparecen en antologías publicadas por Mondadori,
Alfaguara y Siruela, además de colaborar con artículos en el
suplemento literario del diario El País, Babelia, y en revistas como
Qué leer y Turia.
El
libro está compuesto por treinta y ocho poemas sin división interna
en partes ni citas introductorias, donde el autor se vale del verso
libre para crear un discurso de tono reivindicativo y cariz
inconformista donde plasmar “la existencia verdadera” que “surge
con las palabras del poeta” porque “el fuego del poeta no se
apaga sin antes encender nuevas hogueras”.
Covadlo
elabora un estilo de trazo aforístico para desvelar el revés de las
cosas con firme voluntad crítica, así sucede en poemas con títulos
tan significativos como “Patria de los muertos” (“¿Con qué
música celebran los muertos las glorias de la nación?”), “Yo
denuncio” (“asumo mi condición de extranjero internacional”),
“Bandidos” (“Los tiempos de bandidaje son casi todos los
tiempos”) y “Entre cobardes y valientes” (“me gusta la
valentía de los cobardes, / y desprecio la cobardía de los
valientes”).
Pero
Covadlo también explota una veta culturalista en su particular
homenaje a Isidore Lucien Ducasse, Conde de Lautréamont, “el
asesino de poetas // que amaba a los poetas”, su visión del pintor
expresionista alemán Otto Dix, o su evocación de San Agustín. Por
sus páginas también desfilan otros personajes, algunos de ficción,
como Mister Hyde, y otros históricos, como María Estuardo.
La
voz de Lázaro Covadlo es de dicción clara pero de una nada
desdeñable sinceridad que se desnuda en las últimas composiciones
del libro, donde el autor se devana entre la memoria, instantes
desfigurados, la nostalgia por la ausencia, y el amor por la mirada
de Assumpta ("Cuando bajas los párpados me dejas sin luz").
En
definitiva, la visión caleidoscópica de Covadlo se despliega en una
poesía de combate que arroja sus versos contra aquellos que acechan
porque la vida “siempre es fuego”, o como diría Alain
Robbe-Grillet, es juego con el fuego.
Gregorio
Muelas Bermúdez
No hay comentarios:
Publicar un comentario