miércoles, 19 de diciembre de 2018

Los haikus de Gregory Corso y Peter Orlovsky

 
 


Ensayo publicado en Oculta Lit
 
 
El haiku llega a América en la década de los cincuenta del pasado siglo de la mano de Kenneth Rexroth (1905-1982), que publicará en 1955 su edición y traducción One hundred poems from the japanese, y que influirá primero en Gary Snyder (1930) y a través de este en los dos grandes tótems de la Beat Generation, Jack Kerouac (1922-1969) y Allen Ginsberg (1926-1997). Estos dos últimos llegarán a ser los más prolíficos cultivadores de la estrofa japonesa en la lírica estadounidense, pero no serán, como veremos, los únicos. Otros poetas también se sentirán atraídos por esta forma tradicional oriental y tratarán de abordarla desde perspectivas canónicas e iconoclastas.

Gregory Corso y Peter Orlovsky serán dos de ellos y aunque el haiku ocupará una pequeña parte, menor si se quiere, de sus respectivas obras, merece la pena detenerse en el peculiar tratamiento que cada uno de ellos le dedicó.

Con una infancia marcada por el abandono de su madre y la desidia de su padre, Gregory Corso (1930-2001) pasó su juventud entre orfanatos y centros penitenciarios. Curiosamente sería durante su estancia en la cárcel cuando se inició en la poesía. Más tarde conocería a Allen Ginsberg, quien diría de él que era “el poeta más grande de América”, y escribiría sus obras maestras: “Gasolina”, “Bomb” y “Matrimonio”.

Gregory Corso conformará el grupo The Three Angels, junto a Allen Ginsberg y Peter Orlovsky, y será el autor de uno de los más célebres haikus de la época, con el título “Alchemical Poem”, que el poeta llegó a autografiar con un sugerente dibujo:
 
 

A bluebird alights
upon a yellow chair
- Spring is here

Un pájaro azul se posa
sobre una silla amarilla
- la Primavera está aquí (1)

He aquí una composición que reúne todos los ingredientes del haiku clásico japonés: presencia de la naturaleza en la figura del pájaro, kigo en la palabra estacional y, sobre todo, aware en la serena emoción y el colorido, en la mínima acción de posarse y la pausa que antecede a las cinco últimas “moras” o sílabas.

El pulso del haiku con su concisión y capacidad de sugerencia se dejará sentir en otras de sus polémicas composiciones, hasta llegar al epitafio que reza en su tumba (2), en el cementerio protestante de Roma, que recuerda a otra forma tradicional japonesa, la tanka:

Espíritu
Es vida
Fluye a través de mí
Interminablemente
Como un río
Sin miedo
A llegar a ser
El mar

Nacido en la ciudad de Nueva York e hijo de inmigrantes rusos, la obra de Peter Orlovsky (1933-2010) siempre estuvo a la sombra de sus más célebres compañeros de Generación, Ginsberg y Kerouac.

Como Gregory Corso, Peter Orlovsky será un cultivador ocasional del haiku, influenciado en su caso por el hacer de quien fuera su pareja sentimental, Allen Ginsberg. Así su composición más célebre es “Cat Haiku”, incluida en Clean Asshole Poems & Smiling Vegetable Songs: Poems, 1957-1977 (San Francisco: City Lights Books, First Edition, 1978), que reproducimos y traducimos a continuación:

Cat throughing up in all the rooms
Is that my heaven to clean up vomit
Well! Here I am in the city tickling floors

Gato vomitando en todas las habitaciones
este es mi cielo para limpiar vómito
¡Bien! Aquí estoy en la ciudad cosquilleando pisos (3)
 
He aquí una composición de carácter cómico, con un evidente elemento escatológico, que supone una clara subversión del haiku japonés por la intención de los versos, que lo aproximaría a otra forma tradicional japonesa, el senryu, que aborda las circunstancias humanas con una finalidad crítica. Como en muchos de los haikus beat, el protagonista es un gato, animal underground por antonomasia, que deambula por un haiku urbano.

Como en el caso de Corso, su interés por esta forma es más anecdótico que literario, y es preciso valorarlo como testimonio tangencial de la influencia que el haiku tuvo en un período crucial de la literatura norteamericana del siglo XX.


 
(1) Traducción propia.
(2) Próxima a la del célebre poeta romántico inglés Percy Bysshe Shelley (1792-1822), a quien tanto admiraba.
(3) Traducción propia.
 
 

 
Gregorio Muelas Bermúdez
 
 

 





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