En Contrariedades Mario Pérez Antolín demuestra de nuevo, y ya van cinco (Profanación del poder, La más cruel de las certezas, Oscura lucidez y Crudeza son sus cuatro trabajos anteriores) que es uno de los aforistas más en forma de nuestras letras. Publicado en la colección Aforismos de La Isla de Siltolá, una de la editoriales señeras de esta forma de decir concisa y coherente, el libro es un amplio repertorio del buen hacer discursivo del escritor nacido en Stuttgart, que, por cierto, no podía titular mejor a este conjunto de pensamientos, pues, como es sabido, el ser humano, y sobre todo el humanista, es un cúmulo de contrariedades; unos pensamientos que el autor decide estructurar en cuatro apartados de extensión parecida, a saber: "Confidencias comprometedoras", "Tenías que ser tú, obstinación", "Dudas que alumbran" e "Incómodo rincón de controversias", rótulos que sintetizan la tesis que los cohesiona.
Detrás de la ingeniosa ilustración de portada de Eloy Rubio, marca de la casa, y la dedicatoria a los escritores ya desaparecidos Miguel Catalán y Vicente Verdú, el libro se presenta con un extraordinario prólogo -como todos los suyos- de Jaime Siles. Ya desde el principio el eminente escritor valenciano señala las claves del decir del autor: "Mario Pérez Antolín se mueve en un territorio filosófico-literario de no siempre fácil clasificación por lo amplio y complejo de los temas tratados en el mismo". En efecto, lo primero que llama la atención es la multiplicidad de temas que aborda el autor, veamos tres ejemplos de ello:
"Soy un agnóstico al que le gusta la oración, por eso leo poesía."
Antolín demuestra ser un gran lector de poesía, tanto que muchos de sus aforismos resultan decididamente líricos, llegando a constituir verdaderos aforemas.
"Me considero ibérico y, antes, ecuménico y, sobre todo, quimérico."
Como prenda de su oficio, Antolín es un soñador diurno y muchas de sus composiciones están impregnadas de onirismo y esperanza.
"Un peldaño por debajo de la soberbia está el orgullo."
Antolín parece dotado de un talento especial para la sentencia, así el libro está cuajado de frases lúcidas, redondas, precisas, que merecerían figurar en cualquier antología del aforismo hispánico contemporáneo.
Pero en ocasiones el decir breve que caracteriza al género choca con la voluntad reflexiva, casi torrencial, de Pérez Antolín, que se entrega a un elaborado entramado textual tan ecléctico como prolífico. No obstante, si algo distingue la forma de abordar el aforismo por parte del autor es su enorme capacidad crítica, que se hace patente en muchos de los textos, veamos un ejemplo harto significativo:
"Los informes son perniciosos tanto si encauzan sesgando como si ratifican ocultando. Una herramienta perfecta, que combina información y manipulación, para engañar al que decide o para que engañe el que decide.”
En conclusión, resulta casi imposible reducir en una reseña la complejidad de los temas que Antolín hilvana con el sutil escoplo del artista que domina su medio, tal vez por ello no haya mejor forma de sintetizar su contenido que eligiendo una de las citas con las que abre el libro: “El ser se dice de múltiples formas”, de Aristóteles.
Gregorio Muelas Bermúdez
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