Algún día. Obra poética en aragonés (1989-2000)
Josep Carles Laínez
Lastura, 2019
Lastura
publica en el Nº 139 de su colección “Alcalima”, que dirige con
mano maestra la poeta Isabel Miguel, Algún
día. Obra poética en aragonés (1989-2000) de
Josep Carles Laínez, un volumen que, como reza en el subtítulo,
recoge una parte esencial de la poesía del aedo valenciano escrita
en aragonés, lengua romance propia de la región de Aragón. Una
rareza, como él mismo reconoce en la Nota final, pues se trata de un
rico patrimonio lingüístico geográficamente arrinconado en unos
valles pirenaicos que, sin embargo, se encontró con él a una
temprana edad dado el conocimiento que tenía de algunas palabras
significativas que en realidad pertenecían a la fabla
o
aragonés común. Nos encontramos, pues, con una antología bilingüe
seleccionada y traducida por el propio autor en una bella edición,
al cuidado de Lidia López Miguel.
El
volumen, que no alberga ninguna cita que coadyuve al lector, se abre
con una extensa introducción a modo de prólogo de la escritora Rosa
María Rodríguez Magda, que con el elocuente título “La poesía
en aragonés de Josep Carles Laínez” hace un recorrido por la
trayectoria del poeta, primero centrándose en su tiempo,
perteneciente por edad y vocación a la que Douglas Coupland denominó
Generación X
pero
en la que muy pronto destaca por su frenética creatividad en muy
diversos ámbitos. La filósofa valenciana abarca desde sus primeras
composiciones hasta un estudio en profundidad de su poemario más
elaborado, Bel
diya,
que da título al conjunto. Rosa María Rodríguez Magda explora las
innovaciones del escritor del Alto Palancia en la lírica en aragonés
común, como el carácter urbano que impregna buena parte de sus
versos, en contraste con el ruralismo típico de la Renaxedura,
y sobre todo su lenguaje actual, “pleno de referencias
internacionales”.
Como
podremos observar, el autor centró su producción en los años
noventa, en los que se dedicó a rescatar y remozar todo un género
en una lengua minoritaria pero de una gran riqueza léxica, una
encomiable labor de la que da buena cuenta este libro. Para esta
antología Josep Carles Laínez ha escogido cinco poemas de En
o gudrón espígol xuto / En el asfalto espliego seco
(1991), tres de Fosal
de brempas / Cementerio de sombras
(1991), siete de Peruigilium
veneris
(1992), veintiuno de Bel
diya / Algún día
(1998), y seis de Del
tiempo enrunau / Del tiempo sepultado
(2000), su último poemario en aragonés hasta la fecha. Dada la
importancia que tuvo en su momento la publicación de Bel
diya,
nos centraremos en analizar esta obra, con la que el autor obtuvo un
accésit en la VIII edición del Premio “Ana Abarca de Bolea”.
Con
este poemario Laínez engrosa su estilema y alcanza su madurez
creativa. Comienza con “Molestias”, una composición de carácter
crítico e irónico, que será en adelante el tono dominante, donde
adelgaza el verso hasta la mínima unidad de sentido. Del verso de
arte menor pasa a los decasílabos y tridecasílabos de “Entreacto”,
donde pone el acento en el ritmo frenético de la vida moderna y sus
fatales consecuencias. Precisamente será el adiós que
inevitablemente prosigue a todo encuentro, el que impregne la mayor
parte de los poemas, así sucede en una de sus composiciones más
emblemáticas, “Una fotografía”:
Estos
rostros que miras ahora con delirio
mañana
solo serán fragmento estéril,
la
vida que fenece en cualquier zarzal,
el
adiós más solitario desde todas las ventanas.
Otro
tema recurrente será la soledad, que encontrará su mejor expresión
en los versos libres de “París”, “Tiempos de sida” y “Última
sesión”, y que de alguna manera empapará la práctica totalidad
de los versos. Pero tal vez sea en el poema homónimo, verdadero
paradigma y que no por azar se sitúa en el corazón mismo del libro,
donde Josep Carles Laínez sintetice los rasgos más distintivos de
su peculiar estilo. Lo que no fue, lo que no será y lo que ha pasado
son los estadios del amor, “una palabra que nace en la anochecida”,
en su ideario, un amor que devendrá en dolor y que será el motivo
principal del último tercio del poemario, donde las composiciones se
dilatan tanto en el número de sílabas como en el de versos, como si
pretendieran atrapar con las palabras ese tiempo que “ya no es el
mismo”.
En
definitiva, Josep Carles Laínez hace en Algún
día
un recuento de un período crucial de su producción literaria y que
le llevará a la reivindicación de una modalidad lingüística
próxima a la desaparición y cuyo conocimiento debe en gran parte a
su familia. Un decenio no es poco y este volumen recoge lo más
granado de un autor comprometido cuya aportación es merecedora de
elogio. Que “el beso que ofrecimos a la nada en los lindes del
adiós” no caiga en saco roto.
Gregorio
Muelas Bermúdez
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