Luces de Antimonio
Heberto de Sysmo & Okoriades Varacri
Ediciones Ateneo Blasco Ibáñez, Valencia, 2011
Luces
de Antimonio
es una antología poética escrita a cuatro manos por dos autores
emergentes de la nueva poesía valenciana, Heberto de Sysmo y
Okoriades Varacri, pseudónimos literarios de José Antonio Olmedo
López-Amor y Juan Antonio López-Amor Martínez respectivamente,
sobrino y tío. Este evidente nexo familiar ofrece a esta primera
obra de los autores una unidad paradójicamente indisoluble por
cuanto a pesar de la antinomia que pudiera existir entre ambos por el
hecho de tratarse de una antología y la pluralidad de temas que
remueven y conmueven a cada uno, lejos de semejar compartimentos
estancos, se imbrican y complementan armoniosamente pues son muchas
las complicidades que se establecen entre ambos y la influencia mutua
que se aprecia en ciertas composiciones, así como el gusto por lo
esotérico como instrumento válido para trascender lo mundano.
Más
allá de las ideas y sentimientos propios de cada autor, ambos obran
el milagro alquímico, el mismo título da cuenta de ese interés
común por la magia y el misterio que dimana de la palabra como
fuente inagotable de saber, de transmitir con pasión contenida, si
por tal podemos entender el continente que ofrece el infinito marco
de las palabras, los hechos y deshechos que anidan en el corazón y
el alma humana.
De
Poesía lenitiva podríamos calificar el enciclopédico esfuerzo de
los autores por transcribir su universo creativo, pues el hecho de
expresar con rabia o con dolor las experiencias sirve de consuelo.
Como si de un acto de exorcismo se tratara se acusan las injusticias
de un mundo que se deshumaniza a pasos agigantados, qué mejor forma
de frenar esa creciente deshumanización que levantar diques merced a
la cultura contra el furioso mal de la ignorancia. El mundo duele y
es un dolor ambiguo por cuanto a veces nos regocijamos en él y otras
lo conjuramos con alivio.
Heberto
de Sysmo inicia su antología con un beso huracanado como
“maravilloso
gesto para decir te quiero”,
bello proemio de una poética que es un canto de amor a la Poesía y
que culmina en otro beso, en esta ocasión más casto pero igualmente
divino, al decir de ella que “es
el beso de Dios a los hombres”.
Heberto
es consciente de la condición efímera del ser humano y de la
utilidad de la palabra como eficaz instrumento para trascender su
telúrica inmanencia, pues sólo aspiramos a una inmortalidad
nominal. Así en él la eterna duda se plantea de forma diferente, ya
no es la levedad del ser y su insoportable hermetismo la que aparece
en primer término, sino una cuestión más humana, un principio sin
el cual seríamos simples autómatas: sentir o no sentir, esa es la
cuestión.
Heberto
traza un amplio mapa temático, desde lo puramente humano, como el
amor o el desamor, paradigma de ello serían los bellos y barrocos
sonetos “Lance de amor” y “Retrato de oleaje” en el primer
caso, y “Desengaño” y “Tempestad de lágrimas” en el
segundo; hasta lo más sacro, como en “Por si hay algún dios”
donde en la duda se revela la existencia o “Padre nuestro”, un
canto de sumisión, de humildad y despojo de todo aquello que nos
hace pecaminosos. También podemos apreciar una interesante vertiente
meta-poética por cuanto hace alusión a la génesis del poema o
plantea un amplio mosaico de ideas acerca de la propia poesía, como
sucede en poemas como “Carlitos” o “Las palabras”, donde como
diestro orfebre declara que se decanta por lo clásico, con un claro
dominio de las formas fijas, sin desdeñar por ello el verso blanco
y hasta el verso libre en otras composiciones de amplia resonancia y
hondo calado. Amante de los juegos de palabras, sabe aunar
conceptismo y barroquismo en iguales dosis, y nos seduce con
acrósticos y hasta un poema reversible dando buena muestra de su
abundante ingenio.
Por
su parte, Okoriades Varacri comienza con una antipoética en la que
declara sin rubor que no es poeta, pero cómo podría no ser poeta
aquel que dice tanto, aquel que ama la palabra y reconoce su poder
terapéutico, su indubitable valor como ingenio de denuncia.
Anti-poeta tal vez, pero poeta al fin y al cabo, poeta si se quiere
de lo oculto, crítico mordaz de la pantomima, de lo políticamente
correcto, que habla desde la tramoya del gran teatro del mundo, que
detesta la opulencia y la hipocresía y apuesta por la esencia del
ser humano acusando con denuedo a todos aquellos que perpetúan la
comedia de la vida. Su poesía es una decidida apuesta por una sabia
vuelta a la humildad más pura, desprovista de servidumbres y
egolatrías.
Okoriades
es un poeta que canta, ebrio de amor, a lo que permanece oculto en la
sombra o detrás de las apariencias, y que deliberadamente renuncia a
la rima haciendo alarde de un dominio del lenguaje poético que le
sirve para expandir su voz hacia regiones convulsas, y de un lirismo
evocador, con versos sencillos e incisivos: “todo
Amor, vivirá/ más allá de esta muerte/ porque de Amor/ está
formado el Universo”.
Imágenes cósmicas, versos satíricos y ritmos apasionados se
suceden a través de unos poemas que ponen en tela de juicio el mundo
en el que vivimos.
Un
libro bellamente ilustrado, no hay que olvidar la faceta pictórica
de los autores, que acompañan sus versos con sugerentes dibujos que
enfatizan si cabe más el contenido. Y un libro complejo que habla
desde un yo poemático que trata de hallar certezas a través de sus
versos y lo hace con un lenguaje elegante y barroco pero nada
hermético en el caso de Heberto, y desprendido y airado en el caso
de Okoriades, en suma hondo y descriptivo, que se interroga
constantemente sobre el valor de la poesía, la posición del poeta
en el mundo y su facultad para poder cambiarlo.
Un
título sugerente que trata de arrojar luz sobre las oscuridades del
alma poniendo en solfa la grandeza y miseria del ser humano, dos
formas de entenderlo y de expresarlo y no obstante afines. Una
lectura muy recomendable en este principio de siglo que nos augura un
futuro incierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario