La tumba
Kostís Palamás
Point de Lunettes, colección Romiosyne, Sevilla, 2015
La
Colección Romiosyne de la editorial Point de Lunettes publica en su
número 4 un clásico de la poesía griega, La tumba,
de Kostís Palamás (1959-1943), vertido
por primera vez al
castellano gracias a la labor de Juan Antonio Pérez, Juan Francisco
Reyes y José Manuel Ruiz, en
una cuidada edición
bilingüe, con
un prólogo
de Francisco Javier Ortolá Salas sobre el autor.
Conocido
por ser el autor de la letra del Himno Olímpico,
Kostís Palamás
fue un verdadero pionero y es considerado uno de los grandes renovadores de la
lírica griega contemporánea, así su elección del griego demótico
(dimotikí), la lengua
del pueblo, para escribir su
obra abrió un nuevo camino
de expresión, que seguirá la mayor parte de los poetas posteriores
hasta nuestros días.
Publicada
en mayo de 1898 con motivo de la prematura
muerte de su tercer hijo, Alkis, acaecida tan sólo unos meses antes, por meningitis, a los
cuatro años de edad, La tumba
es un conmovedor treno
(thrênos) elegíaco,
compuesto en versos heptasílabos
propios de la canción popular, un
lamento en el que también se hacía
eco de la difícil situación del país.
Un
hecho tan lastimoso tan sólo
podía hallar consuelo en el
Verbo y en la creación, pero la palabra no puede traer consigo la
resurrección, solo el recuerdo del amor como evocación poética del
pasado. Si la poesía es un
lúcido ejercicio para exorcizar el dolor, La tumba es
uno de los ejemplos más acabados, así se expresa el poeta en uno de
los poemas más emocionantes del libro:
“Durante
el viaje al que te lleva
el negro caballero,
cuídate de no coger nada
que provenga de su mano.
Y si tienes sed
en el mundo subterráneo
no bebas del agua de la negación,
pobre hierbabuena cortada.
el negro caballero,
cuídate de no coger nada
que provenga de su mano.
Y si tienes sed
en el mundo subterráneo
no bebas del agua de la negación,
pobre hierbabuena cortada.
No
la bebas, o nos olvidarás
por siempre, por toda la eternidad;
esparce señales
para no perder el camino,
y como eres pequeño
y liviano como un golondrina,
y no resuenan armas
en tu cinturón de bizarro,
mira y búrlate
del sultán de la noche,
huye lenta, furtivamente
y regresa aquí arriba,
y en tu hogar abandonado,
a tu regreso, querido nuestro,
¡hazte soplo de aire
y bésanos con dulzura!”
por siempre, por toda la eternidad;
esparce señales
para no perder el camino,
y como eres pequeño
y liviano como un golondrina,
y no resuenan armas
en tu cinturón de bizarro,
mira y búrlate
del sultán de la noche,
huye lenta, furtivamente
y regresa aquí arriba,
y en tu hogar abandonado,
a tu regreso, querido nuestro,
¡hazte soplo de aire
y bésanos con dulzura!”
Gregorio
Muelas Bermúdez
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