Maregassa
Ramon Guillem
Edicions Proa, Barcelona, 2002
Ramon
Guillem (1959) es uno de los poetas valencianos más importantes en
lengua catalana. Esta afirmación viene avalada por numerosos
reconocimientos y una amplia trayectoria, que se inicia en 1985 con
D´on gran desig s´engendra (El Cingle, 1985), con el que
obtuvo el Premi Vila d´Alaquàs, y se afianza con Terra d´aigua
(Edicions 62, 1993), que le valió tres prestigiosos premios: Premi
Ausiàs March, Premi de la Crítica Serra d´Or y Premi de la Crítica
dels Escriptors Valencians. Más recientemente ha publicado Abisme
i ocell (Bromera, 2010),
que mereció el Premi Vicent
Andrés Estellés de poesia de Burjassot, y La set intacta
(Pagès, 2014), Premi de poesia Maria Mercè Marçal. Pero el
poeta de Catarroja también ha incursionado con fortuna en otros
géneros, como la novela, en A foc lent (Bromera, 2004) y Una
nit entre les nits (Perifèric, 2006), o la narrativa infantil y
juvenil, en El país dels dos sols (Bromera, 1992) y
Aventures a la cort del rei Punt (Edelvives, 1999).
Dentro
de su obra poética destaca Maregassa,
un libro de poemas en prosa publicado por la prestigiosa
Edicions Proa de Barcelona,
en el número 238 de su colección “Els llibres de l´Óssa Menor”,
en una
cuidada edición con una bella ilustración de portada de Eulàlia
Sariola.
Una
cita de T.S. Eliot da paso a treinta
y dos poemas donde Ramon Guillem describe un paisaje íntimo, plagado
de bellas metáforas, donde conviven en armonía reflexiones sobre la
literatura, la música y el arte, e imágenes deslumbrantes sobre la
naturaleza, todo ello supeditado a una escritura inquisitiva
sobre temas
universales como
la soledad, el amor o
la muerte.
Ramon
Guillem
se sirve de las palabras, “tantes”,
“tristes”, “arrels
de llum nascudes d´entre les ombres”,
para ponerle nombre a sus inquietudes e
intereses, como la pintura, de Turner en
“Far des de la costa”,
de Picasso
en “Suite 156”, y la
música, de Mozart en
“Concert per a clarinet K. 622 (Adagio)”,
de Mahler en el poema
homónimo, donde
el goce estético se imbrica con lo
mundano, como el ruido de la
realidad cotidiana: “Lluny, una alarma es dispara, un gos
udola”.
Pero
es el amor y su reverso, la soledad, los temas que más le preocupan,
frases como “És per a tu, dona, que el misteri és
revelació” o “Extensíssima
solitud, volcà d´absència”
denotan una escritura apasionada que toma la palabra como medio de
confesión, de confidencia.
El poeta no es ajeno a las
vicisitudes de la vida, así en “Hospital” y “Llibres”
reflexiona sobre el dolor y
la ausencia, hasta el punto
de poner en crisis su vocación literaria: “Si saberes
quin infern amaga la literatura sense tu!”.
Pero también se hace eco de otros males, como el alcohol en
“Síndrome d´abstinència”; el odio, que describe como “una
casa deshabitada, una renúncia”
en “Odi”; o el miedo, “vent d´asfíxia”,
en “La por”.
Otras
veces es una fotografía, de Willy Ronis, o un paisaje, de
Lisboa en “Ciutat” (“la
ciutat de Pessoa”), de
Venecia en “Acqua alta”
(”la plaça
de San Marc” o “les cases
de Burano”) los que
desencadenan una escritura (“I escric. I escric”)
torrencial como “Maregassa que tot ho nega”.
Gregorio
Muelas Bermúdez
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