sábado, 24 de septiembre de 2016

Maregassa. Ramon Guillem

 
 


Maregassa
Ramon Guillem
Edicions Proa, Barcelona, 2002
 
 
Ramon Guillem (1959) es uno de los poetas valencianos más importantes en lengua catalana. Esta afirmación viene avalada por numerosos reconocimientos y una amplia trayectoria, que se inicia en 1985 con D´on gran desig s´engendra (El Cingle, 1985), con el que obtuvo el Premi Vila d´Alaquàs, y se afianza con Terra d´aigua (Edicions 62, 1993), que le valió tres prestigiosos premios: Premi Ausiàs March, Premi de la Crítica Serra d´Or y Premi de la Crítica dels Escriptors Valencians. Más recientemente ha publicado Abisme i ocell (Bromera, 2010), que mereció el Premi Vicent Andrés Estellés de poesia de Burjassot, y La set intacta (Pagès, 2014), Premi de poesia Maria Mercè Marçal. Pero el poeta de Catarroja también ha incursionado con fortuna en otros géneros, como la novela, en A foc lent (Bromera, 2004) y Una nit entre les nits (Perifèric, 2006), o la narrativa infantil y juvenil, en El país dels dos sols (Bromera, 1992) y Aventures a la cort del rei Punt (Edelvives, 1999).

Dentro de su obra poética destaca Maregassa, un libro de poemas en prosa publicado por la prestigiosa Edicions Proa de Barcelona, en el número 238 de su colección “Els llibres de l´Óssa Menor”, en una cuidada edición con una bella ilustración de portada de Eulàlia Sariola.

Una cita de T.S. Eliot da paso a treinta y dos poemas donde Ramon Guillem describe un paisaje íntimo, plagado de bellas metáforas, donde conviven en armonía reflexiones sobre la literatura, la música y el arte, e imágenes deslumbrantes sobre la naturaleza, todo ello supeditado a una escritura inquisitiva sobre temas universales como la soledad, el amor o la muerte.

Ramon Guillem se sirve de las palabras, “tantes”, “tristes”, “arrels de llum nascudes d´entre les ombres”, para ponerle nombre a sus inquietudes e intereses, como la pintura, de Turner en “Far des de la costa”, de Picasso en “Suite 156”, y la música, de Mozart en “Concert per a clarinet K. 622 (Adagio)”, de Mahler en el poema homónimo, donde el goce estético se imbrica con lo mundano, como el ruido de la realidad cotidiana: “Lluny, una alarma es dispara, un gos udola”.

Pero es el amor y su reverso, la soledad, los temas que más le preocupan, frases como “És per a tu, dona, que el misteri és revelació” o “Extensíssima solitud, volcà d´absència” denotan una escritura apasionada que toma la palabra como medio de confesión, de confidencia. El poeta no es ajeno a las vicisitudes de la vida, así en “Hospital” y “Llibres” reflexiona sobre el dolor y la ausencia, hasta el punto de poner en crisis su vocación literaria: “Si saberes quin infern amaga la literatura sense tu!”. Pero también se hace eco de otros males, como el alcohol en “Síndrome d´abstinència”; el odio, que describe como “una casa deshabitada, una renúncia” en “Odi”; o el miedo, “vent d´asfíxia”, en “La por”.
 
Otras veces es una fotografía, de Willy Ronis, o un paisaje, de Lisboa en “Ciutat” (“la ciutat de Pessoa”), de Venecia en “Acqua alta” (”la plaça de San Marc” o “les cases de Burano”) los que desencadenan una escritura (“I escric. I escric”) torrencial como “Maregassa que tot ho nega”.
 
 
 

Gregorio Muelas Bermúdez
 
 

 




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